25 feb 2010

BEATO SEBASTIAN DE APARICIO ( 25 DE FEBRERO )


Nació en Gudiña, Galicia (España), el 20 de enero de 1502. De niño se contagió en una epidemia. Los enfermos eran obligados a vivir apartados y su madre lo llevó a una solitaria choza. Allí una loba lo mordió y con la hemorragia se curó de la enfermedad. Desde entonces tuvo un especial amor e influencia con los animales.Le agradaba la vida de campo por su paz que conduce a hablar con Dios. Aunque no fue a la escuela ni aprendió a escribir, desarrolló muchas habilidades útiles: arreglos de edificios y fabricación de carros, cultivo, toda clase de trabajo de finca, etc. Pastoreó las ovejas de su padre hasta la edad de 20 años cuando se fue de mayordomo a una hacienda en Salamanca que pertenecía a una joven viuda, hermosa y rica. Ella se enamoró de el. Para no caer en la tentación, Sebastián dejo el lugar y se fue a Zafra, a trabajar en otra finca al servicio de Pedro de Figueroa, pariente del Duque de Feria. Pero allí una de las hijas del dueño también comenzó a rondarle. Volvió a mudarse, esta vez a Sanlúcar de Barrameda, de donde partían los barcos a América. Trabajó allí siete años bien pagado y pudo enviarle a sus hermanas la dote que se acostumbraba para el matrimonio. Pero en ese lugar fue otra vez asediado por las mujeres. Esta vez, la hija del dueño y una joven de Ayamonte. Entonces, teniendo 31años de edad, se embarcó para América donde vivió el resto de su larga vida.
Comerciante exitoso en América Llegó a Puebla, México. La ciudad estaba recién fundada y hacía falta todo tipo de trabajo. Sebastián puso sus diversos talentos a buen uso. Le ayudaban su enorme fe y su gran fuerza física. Había gran escasez de carros de carga. El fundó una empresa donde los construía y hacía transportes. Ayudó también a construir carreteras ya que por Puebla pasaba el tráfico entre Veracruz y la ciudad de México. Ayudaba a los indios pobres enseñándoles sus artes. En 1542 Sebastián se traslada a la ciudad de México con el fin de fundar una mayor empresa de carros. Abrió el primer camino de carros a Zacatecas, empresa muy audaz no solo por la distancia sino porque atraviesa la región habitada por los indios Chichimecas que son muy peligrosos. Durante diez años transporta viajeros y minerales de plata de las minas de Zacatecas a la Casa de Moneda de México. En una ocasión, mientras transportaba mercancía, lo asaltó una banda de Chichimecas que al principio no reconocieron a Sebastián. Pero cuando se dieron cuenta de quien era lo dejaron pasar libremente. "Tú has sido siempre como un buen papá para con nosotros. -dijeron- A ti no te haremos daño".
Pasando una vez Sebastián con sus carretas por la plaza mayor de México, aplastó por accidente la mercancía de un vendedor de cacharos, el cual le desafió espada en mano. Las disculpas y la oferta de Sebastián de pagar los daños no consiguió calmar al comerciante que le vino encima. Con su gran fuerza y habilidad Sebastián le derribó por tierra. El cacharrero pidió perdón por amor de Dios. Sebastián le ayudó a levantarse, diciéndole: "De buen mediador te has valido".
A la edad de 50 años, después de 18 años, se retira del comercio de las carretas y se establece en una hacienda en Tlalnepantla, cerca de la ciudad de México. Por los bienes que había ganado con su trabajo le llaman «Aparicio, el Rico». En Chapultepec, en las afueras de México, adquiere una hacienda ganadera. Sin embargo vivía con impresionante sencillez: no tenía cama sino que dormía en un petate, comía las mismas tortillas que los indios y vestía humildemente. Utilizaba sus recursos para hacer de su hacienda un centro de misericordia para todos. Los trabajadores de su finca eran tratados con todo respeto, como amigos. A varios arrendatarios les escrituró fanegadas de tierra para que formaran sus propias fincas. Mientras era común que los hacendados tuviesen muchos esclavos, el solo tenía uno y este era tratado como un hijo, hasta que le concedió la libertad. Pero aquel esclavo se sentía tan bien junto a Sebastián que siguió como trabajador suyo.
Dos matrimoniosEn Chapultepec tiene una enfermedad muy grave y recibe los últimos sacramentos. Recuperada la salud, le recomiendan que se case y el encomienda a Dios con mucha oración la posibilidad de casarse. Por fin, a los 60 años, en 1562, se casa con la hija de un amigo vecino de Chapultepec en la iglesia de los franciscanos de Tacuba, haciendo con su esposa vida virginal. Sus suegros pensaban buscar la nulidad del matrimonio, cuando la esposa muere en el primer año de casados y Aparicio, después de entregar a sus suegros 2.000 pesos como dote, de nuevo se va a vivir a Atzcapotzalco.
Allí contrajo un segundo matrimonio a los 67 años. Fue también éste un matrimonio virginal, como Sebastián lo asegura en cláusula del testamento hecho entonces: «Para mayor gloria y honra de Dios declaro que mi mujer queda virgen como la recibí de sus padres, porque me desposé con ella para tener algún regalo en su compañía, por hallarme mal solo y para ampararla y servirla de mi hacienda». Ella también muere antes del año en un accidente, al caerse de un árbol mientras recogía frutas. Aparicio la quiso mucho, como también a su primera esposa, y de ellas decía muchos años después que «había criado dos palomitas para el cielo, blancas como la leche».
La vida religiosaSu confesor le recomienda que ayude a las hermanas clarisas que estaban pasando miseria. En el año 1573 les cede a las clarisas sus bienes, que ascendían a unos 20,000 pesos, quedándose solo con 1000 pesos como le pidió su confesor por precaución por si no perseveraba. Se va el mismo a servirles en calidad de portero.
El 9 de junio de 1574, a los 72 años de edad, recibe el hábito franciscano en el convento de México. Da desde el principio un gran ejemplo de humildad haciendo cualquier servicio con prontitud. Sufre mucho, en parte por el trato de los jóvenes del noviciado y porque sus superiores, al verlo tan anciano no se deciden en dejarle profesar. Por fin a los 73 años de edad, el 13 de junio de 1575 recita la solemne fórmula:
«Yo, fray Sebastián de Aparicio, hago voto y prometo a Dios vivir en obediencia, sin cosa alguna propia y en castidad, vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, guardando la Regla de los frailes menores».
Y un fraile firma por él, pues es analfabeto.
Por aquel convento pasó otro santo franciscano llamado por Dios a ser mártir en Japón:
San Felipe de JesúsLimosneroEl anciano fraile va a su primer destino caminando 30 km hacia el este de Puebla. Es el convento de Santiago de Tecali. Allí es el único hermano lego y sirve en los trabajos mas humildes. Pronto lo llaman de regreso a Puebla donde la intensa labor de los frailes requiere de un buen limosnero. Su fórmula era: «Guardeos Dios, hermano, ¿hay algo que dar, por Dios, a San Francisco?». Mientras tanto daba a los pobres muchas veces su propia ropa o les repartía de los bienes que había recogido para el convento.
Dice a su superior ya de anciano: «Piensa, padre Guardián, que el dormir yo en el campo y fuera de techado es por mi gusto; no, sino porque este bellaco gusanillo del cuerpo padezca, porque si no hacemos penitencia, no iremos al cielo» (Calvo 108).
Devoto de la Virgen MaríaRecorría la región con su hábito franciscano, rosario en mano, el cual siempre andaba rezando. En una fiesta de la Virgen, llega fray Sebastián al convento de Cholula en el momento de la comunión y se acerca a comulgar. Cuando después está dando gracias, se le aparece la Virgen. Cuando el padre Sancho de Landa se le interpone, le dice el hermano Aparicio: «Quitáos, quitáos, ¿no veis aquella gran Señora, que baja por las escaleras? ¡Miradla! ¿No es muy hermosa?». Pero el padre Sancho no ve nada: «¿Estás loco, Sebastián?... ¿Dónde hay mujer?»... Luego comprendió que se trataba de una visión del santo Hermano (Compazas 89).Impugnado por los demoniosSebastián sufrió muchas impugnaciones del demonio. En las clarisas de México los combates contra el maligno era tan fuertes que la abadesa le puso dos hombres para su defensa, pero salieron tan molidos y aterrados por dos leones que por nada del mundo aceptaron volver a cumplir tal oficio.
Ya de fraile, según cuenta el doctor Pareja, el demonio «le quitaba de su pobre cama la poca ropa con que se cubría y abrigaba y, echándosela por la ventana del dormitorio, lo dejaba yerto de frío y en punto de acabársele la vida. Otras veces, dándole grandes golpazos, lo atormentaba y molía; otras lo cogía en alto y, dejándolo caer como quien juega a la pelota, lo atormentaba, inquietándolo; de manera que muchas veces se vio desconsoladísimo y afligido» (Campazas 31).Los ataques continuaron en muchas ocasiones. En una de ellas los demonios le dijeron que iban a despeñarlo porque Dios les había dado orden de hacerlo. A lo que respondió fray Sebastián muy tranquilo: «Pues si Dios os lo mandó ¿qué aguardáis? Haced lo que Él os manda, que yo estoy muy contento de hacer lo que a Dios le agrada»...
Consolado por los ángelesTambién recibió consolaciones del cielo. Tiene visiones de San Francisco y del apóstol Santiago que le confirman en su vocación. Tuvo gran devoción a los ángeles, especialmente al de su guarda y experimentó muchas veces sus favores.Una vez se le atascó la carreta en el barro y se le presenta un joven vestido de blanco para ofrecerle su ayuda. «¡Qué ayuda me podéis dar vos, le dice, cuando ocho bueyes no pueden sacarla!». Pero cuando ve que el joven sacaba el carro con toda facilidad, comenta en voz alta: «¡A fe que no sois vos de acá!» (Campazas 71).
Regresaba fray Sebastián con su carro bien cargado de Tlaxcala a Puebla, cuando se le rompió un eje. No habiendo en el momento remedio humano posible, invoca a San Francisco, y el carro sigue rodando como antes. Y a uno que le dice asombrado al ver la escena: «Padre Aparicio, ¿qué diremos de esto?», le contesta simplemente: «Qué hemos de decir, sino que mi Padre San Francisco va teniendo la rueda para que no se caiga» (Campazas 53-4).
Sus últimos 20 años los vivió como hermano encargado de pedir limosna por las casas, de cuidar el huerto y hacer las compras y los mandados. A pesar de sus muchos trabajos, parecía casi no sentir cansancio. Los ofrecía para salvar almas.Su relación con las criaturas era maravillosa.A un hermano le confesaba: «Muchas veces me coge la noche en la sabana y, sin otra ayuda que la misericordia de Dios, como me veo solo y tan enfermo, vuelvo los ojos al cielo, al Padre universal de la clemencia, y dígole: «Ya sabe que esto que llevo en esta carreta es para el sustento de vuestros siervos y que estos bueyes que me ayudan a jalar la carreta son de San Francisco; también sabéis mi imposibilidad para poderlos guardar y recoger esta noche, y así los pongo en vuestras manos y dejo en vuestra guardia para que me los guardéis y traigáis en pastos cercanos, donde con facilidad los halle». Con esto me acuesto debajo de la carreta y paso la noche; y a la mañana, cuando me levanto con el cuidado de buscarlos, los veo tan cerca de mí que, llamándolos, se vienen al yugo y los unzo, y sigo mi jornada» (Calvo 146).En una ocasión, acarreando piedras para la construcción del convento de Puebla, a un buey exhausto hubo que desuncirlo. Fray Sebastián, por seguir con el trabajo, tomó con su cordón franciscano a una una vaca que estaba por allí con su ternero y, sin que ella se resistiera, le puso el yugo de la carreta. Al ternerillo que protestaba sin cesar con grandes mugidos le manda callar y calla. Regresando una vez de Atlixco con unas carretas bien cargadas de trigo, se detiene Fray Aparicio a descansar, momento que las hormigas aprovechan para hacer su trabajo. «Padre, le dice un indio, las hormigas están hurtando el trigo a toda prisa, y si no lo remedia, tienen traza de llevárselo todo». Fray Sebastián se acerca allí muy serio y les dice: «De San Francisco es el trigo que habéis hurtado; ahora mirad lo que hacéis». Fue suficiente para que lo devolvieran todo. Durante un viaje se acostó sobre un hormiguero de hormigas bravas. Cuando se despertó vio que estas habían hecho un gran círculo a su alrededor.Un caballo derribaba a todo quien se atreviese a montarlo, pero a Fray Sebastián lo llevaba mansamente. Final de su vidaA los 98 años se sintió morir por causa de una hernia. Llega al convento y queda postrado en el suelo al modo de San Francisco. Pidió a los franciscanos que rezaran el credo y cuando decían: "Creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna"... se quedó muerto.Muchísimos habitantes de Puebla asistieron a su entierro. Dos veces fue desenterrado su cadáver y las dos apareció incorrupto. Al morir quedó su rostro como de un hombre de 60 años pacíficamente dormido, como si estuviera vivo. 968 milagros fueron documentados en su proceso de beatificación. Beatificado en 1789.
En la actualidad descansa en una urna de cristal en el convento franciscano de Puebla de los Angeles de México.

MIERCOLES DE CENIZA ( PRIMER DIA DE LA CUARESMA )


La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
“Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Origen de la costumbre Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse. En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno. La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos. El ayuno y la abstinencia El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.La oración La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad. Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior. La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios. La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar. El sacrificio Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)” ConclusiónComo vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección. Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás. Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.Sugerencias para vivir la fiesta
Asistir a la iglesia a ponerse ceniza con la actitud de conversión que debemos tener.
Leer la parábola del hijo pródigo,
San Lucas 15, 11-32 o el texto evangélico de San Mateo 6, 1-8.

NUESTRA SEÑORA DE LOURDES ( 11 DE FEBRERO )


El 11 de febrero de 1858 la niña Bernardita Soubirous, de 14 años, pobre y humilde, que todavía no sabía leer ni escribir, fue con dos compañeras en busca de leña junto a la Roca de Masabielle, en las cercanías del pueblo llamado Lourdes, en Francia. Tenían que atravesar un pequeño río, pero como Bernardita sufría de asma, el médico le había prohibido que metiera los pies en agua fría, y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó al lado de acá del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña.
La niña Bernardita narró así lo que vio aquel 11 de febrero: "Sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima señora, tan hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno querría morirse con tal de lograr volverla a ver. Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza. Yo, creyendo que estaba soñando, me restregué los ojos. pero levantando la vista vi de nuevo a la hermosa señora que me sonreía y me hacía señas de que me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera miedo, porque cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí mirándola toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la señora se santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía. Mientras iba pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, me sonrió otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta, desapareció". Esta aparición se repetirá 18 veces de la misma manera, hasta el 16 de julio.
Las otras dos niñas regresaron con la leña y se extrañaron de ver a Bernardita arrodillada allí frente a la roca. Le gritaron y hasta le lanzaron una pequeña piedrecita. Ella, como volviendo de una visión, se refregó los ojos y pareció despertar de un sueño. Las compañeras le preguntaron qué le había sucedido y les narró la visión que había tenido, pero pidiéndoles que no le fueran a contar a nadie. Sin embargo lo primero que hicieron las jovencitas al llegar a su casa fue contar lo que Bernardita les había narrado.
La mamá se disgustó mucho creyendo que su hija estaba inventando cuentos (aunque la verdad es que jamás a Bernardita le oían decir mentiras). Algunos dijeron que seguramente se trataba de un alma del purgatorio, y a Bernardita le fue prohibido volver a la roca y a la gruta de Masabielle.
Los chiquillos del barrio empezaron a importunar a la niña para que volviera a la gruta, pero la mamá se oponía. Al fin, ante tantos ruegos, le dijo a su hija que consultara el caso con el papacito. El señor Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de febrero.
La acompañaban varias personas y llevaban una botella de agua bendita y se imaginaban que era un alma del purgatorio la que se aparecía allí. Se arrodillaron y empezaron a rezar el rosario. Bernardita narra así esta aparición: "Cuando estábamos rezando el tercer misterio, la misma señora vestida de blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo exclamé: ‘Ahí está’. Pero los demás no la veían. Entonces una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé unas gotas de dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la señal de la cruz. Yo le dije: ‘Si vienes de parte de Dios, acércate’. Ella dio un paso hacia adelante. Entonces una niña le lanzó una piedrecita que cayó junto a mis pies, y la señora desapareció".
En la tercera aparición la Virgen le dijo: ¿Quieres venir aquí durante 15 días? La niña le prometió que sí lo haría. Entonces Nuestra Señora le añadió: "No te prometo hacerte feliz en esta vida, pero sí en la otra", y elevándose hacia el techo de la gruta, desapareció.
El domingo 21 de febrero, la Sma. Vigen lanzando una mirada de tristeza hacia la multitud, le dijo: "Es necesario rezar por los pecadores".
Le prohibieron ir a la gruta y la niña fue el 22. Pero ese día no se le apareció la Virgen. Le quitaron la prohibición, y al día siguiente se le volvió a aparecer Nuestra Señora.
El 25 de febrero es una fecha muy importante para Lourdes, porque ese día nace la fuente milagrosa en cuyas aguas han obtenido la curación tantos miles de enfermos. La Virgen le dijo a la vidente: "Vete a tomar agua de la fuente". Ella creyó que había que ir a tomar agua del río Gave, allí cercano y hacia allá se dirigió, pero la Madre Santa le enseñó con el dedo que escarbara en el suelo. Había allí un pequeño charco. La niña empezó a escarbar y la tierra se abrió y empezó a brotar agua, muy turbia. Bernardita trató de beber por tres veces pero tenía que arrojarla, hasta que al fin ya pudo tomar de esa agua. Desde entonces aquel manantial ha manado agua sin cesar, un agua prodigiosa donde se han conseguido milagrosas curaciones de miles y miles de enfermos. El manantial que brotó aquel 25 de febrero produce cien mil litros de agua al día continuamente desde aquella fecha hasta hoy.
El 26 de febrero le dijo Nuestra Señora: "Es necesario hacer penitencia". La niña empezó a andar de rodillas por entre ese pedregal y a comer yerbas muy amargas y a restregarse hojas espinosas por la cara y a besar el suelo, y la Virgen le demostró sonriendo que le agradaban las penitencias.
El 28 de febrero una mujer tiene a su hijito agonizando con una fiebre altísima por una pulmonía. Corre hacia el manantial que ha brotado junto a la gruta, y aunque el médico le ha prohibido que exponga al niño al frío, lo sumerge entre esas aguas supremamente frías. Y el niño queda curado instantáneamente.
Un hombre ha quedado ciego por un estallido. Los médicos han declarado que ya nunca volverá a ver. Se hace llevar a la fuente milagrosa. Se echa un puñado de esa agua a sus ojos y recobre misteriosamente la vista. La gente se entusiasma ante estos hechos prodigiosos.
El 2 de marzo la Virgen le dice a Bernardita que les diga a los sacerdotes que Ella desea que construyan allí un templo y que vayan allá en procesión. Pero no le hacen caso.
El 25 de marzo, al verla más amable que nunca, Bernardita le pregunta varias veces: ¿Señora, quiere decirme su nombre? La Virgen sonríe y al fin, ante la continua insistencia de la niña, eleva sus manos y sus ojos hacia el cielo y exclama: "Yo soy la Inmaculada Concepción".
El 16 de Julio, fiesta de la Virgen del Carmen, Nuestra Señora se apareció más hermosa y más sonriente que nunca e inclinado la cabeza en señal de despedida, desapareció. Ya nunca más la volvió a ver Bernardita en esta tierra. Se le había aparecido 18 veces, desde el 11 de febrero.
El señor obispo nombró una comisión de expertos que examinaron todos estos hechos y los milagros que se iban produciendo, y la vida y las palabras de Bernardita y terminaron por declarar que no se puede negar que en todo esto hay una intervención de los sobrenatural.
En Lourdes se hicieron tres grandes templos y una inmensa plaza para los peregrinos. El Sumo Pontífice declaró fiesta de Nuestra Señora de Lourdes el día de su primera aparición, el 11 de febrero. Los últimos cinco Papas han publicado hermosos documentos en favor de estas apariciones.
Todos los días llegan a Lourdes trenes, aviones y muchísimos buses pullman repletos de peregrinos de todos los países del mundo. Miles y miles de enfermos son llevados allí. El tren que los lleva se llama "el tren de la esperanza", y el tren de regreso se llama "el tren de la alegría", porque muchísimos enfermos no son curados de sus enfermedades, pero reciben del cielo gran alegría y un increíble valor para soportar sus enfermedades y ganarse con ellas un premio para el cielo.
Cada tarde se hace en Lourdes una inmensa procesión con antorchas cantando el "Ave, ave, ave María" y rezando el rosario, y la procesión con el Santísimo Sacramento bendiciendo a los enfermos. En esta procesión se obran milagros portentosos. Pero el más grande milagro que sigue obteniendo la Sma. Virgen en Lourdes es el convertir pecadores, el de cambiar gente fría en religión, en gente fervorosa y entusiasta por salvar su alma y amar a Dios. Que la Virgencita que se apareció en Lourdes nos alcance del buen Dios la gracia de nuestra conversión y de nuestra eterna salvación.
Haced penitencia y rezad por los pecadores.

LA PRESENTACION DEL SEÑOR BAJO LA ADVOCACION DE NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA ( 2 DE FEBRERO )



Forma con la Purificación de María uno de los episodios del Evangelio de la infancia en San Lucas (2, 22-38). Se trata de dos prescripciones de la Ley mosaica que solían cumplirse simultáneamente y que José y María también observaban (Lev 12,1-4 ; 8). El evangelista refiere que dos ancianos presentes en la ceremonia, Simeón y Ana, intervinieron para dar testimonio de la mesianidad del Niño y de la suerte futura que le esperaba a su Madre.
El acontecimiento se celebra en la liturgia el día 2 de febrero, con una fiesta que es al mismo tiempo de María y del Señor; durante mucho años se ha llamado Fiesta de la Purificación de la Virgen, y en el calendario litúrgico publicado en 1969 recibe el nombre de Presentación del Señor.
La Presentación del Señor es la fiesta de Cristo, luz de los pueblos y del encuentro del Mesías con su pueblo en el Templo de Jerusalén.
El gesto de obediencia a la ley de ofrenda, realizado por María y José que llevan al niño Jesús para presentarlo en el Templo debe inspirarnos a vivir plenamente la unión con Dios bajo el ejemplo de la Sagrada Familia comprometida y consagrada a vivir la misión específica dentro de los designios que Dios les propone.
En este día al igual que el viejo Simeón y la profetiza Ana, contemplamos al Niño Divino, el Verbo Encarnado que es presentado en el templo de Jerusalén que representa el templo de nuestro corazón.
"Corramos todos al encuentro del Señor los que con fe celebramos y veneramos su misterio. Nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz. Del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por Él apresurémonos a salir al encuentro de Aquel que es la luz verdadera.
Ha llegado ya aquella luz que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre. Dejemos que esta luz nos penetre y nos transforme, ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz y se resigne a permanecer en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor, todos juntos iluminados salgamos a su encuentro y cantemos un himno de acción de gracias al engendrador y Padre de la luz que ha arrojado de nosotros las tinieblas y nos ha hecho participes de la luz verdadera."
NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA
HistoriaNo hay acuerdo sobre el año de la aparición, pero la mayor opinión es que apareció en la desembocadura del barranco de Chimisay, parroquia de Güimar, 95 años antes de la conquista de Tenerife, es decir aparecería del 1400 al 1401. Fray Alonso de Espinosa escribió la historia en 1594.
Sobre la aparición:Iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la embocadura del barranco y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la santa imagen la cual creyeron estar animada. Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo. Pero en vez quedó herido el mismo. Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguano, a la cueva-palacio del rey Acaymo, para referirle lo acontecido. El rey fue a ver con sus consejeros. Ella nada respondía pero nadie se atrevía a tocarla. El rey decidió que fuesen los mismos dos pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron sanados. El rey comprendió que aquella mujer con el niño en brazos era cosa sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una gran cruz y en el lugar donde el rey pidió socorro, un santuario a Nra. Señora del Socorro.
La llevaron a una cueva cerca del palacio del rey hoy convertida en capilla. Mas tarde un joven llamado Antón, que había sido tomado como esclavo por los españoles y había logrado escapar y regresar a su isla, reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María. El, habiendo sido bautizado le relató al rey y a su corte la fe cristiana que el sostenía. Así llegaron a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y tierra" y la trasladaron a la cueva de Achbinico para veneración pública.
La imagen fue robada por los españoles pero devuelta tras una peste que ellos atribuyeron al robo sacrílego. Mas tarde, cuando los españoles conquistaron la isla, la devoción ya estaba allí arraigada. En 1526 se edificó el santuario por los muchos prodigios que Dios obraba por Nuestra Señora de la Candelaria.
De Las islas canarias la devoción se propagó a América. Hernán Cortés llevaba al cuello una medalla de esta imagen. En 1826 la imagen se perdió víctima de una inundación.
-Fue declarada Patrona Principal del Archipiélago Canario por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos el día 12 de diciembre de 1867. -Coronada canónicamente el 13 de octubre de 1889. -La basílica actual (1-2-1959)
NOVENA DE LA VIRGEN DE LA CANDELARIAOración preparatoriaQuerida Virgen de la Candelaria: nos reunimos junto a ti. Traemos nuestra devoción y nuestro cariño. Acéptalo, Madre nuestra. Déjanos contemplar tus virtudes y enséñanos a imitarlas. Que nos parezcamos a ti cada día más, para agradar al Señor como tú lo hiciste y vivamos así, en paz y alegría y lleguemos luego a compartir contigo la dicha eterna de la gloria. Amén. Letanías Oración del día Ahora pedimos a nuestra Virgen de la Candelaria la gracia de esta (1ª, 2ª,...) noche de la novena.Diálogo.- Oh, Virgen de la Candelaria, más que todas las criaturas bienaventurada: te rogamos que hoy tu alma esté con nosotros para tributar nuestra adoración a Dios.Pueblo: “Dios te salve, María”.- Exalta, tierra entera, a nuestra amadísima Señora.Pueblo: “Dios te salve, María”.Apiádate, Señora, porque de cuantos en ti confían, tú eres el puerto de salvación. Pueblo: “Dios te salve, María”.- Líbranos, Señora, de todos los peligros, sobre todo de los temporales de viento y granizo y de la condenación eterna. Pueblo: “Dios te salve, María”.- Oh, María, nuestra esperanza nuestro amparo y nuestro auxilio, muéstranos el camino a Jesús.Pueblo: “Dios te salve, María”.Oraciones de cada DíaDía primero.Virgen Inmaculada de la Candelaria: tú que siendo purísima a los ojos de Dios, quisisteis ser purificada como los pecadores para enseñarnos la importancia de vivir en gracia de Dios: haz que también nosotros, a imitación tuya, procuremos dar la debida importancia a vivir limpios a los ojos de Dios, aunque debamos humillarnos para reconocer nuestros pecados en la confesión. Amén.Día segundo.Virgen Inmaculada de Candelaria, que estando llena de santidad te has presentado lo mismo al templo para cumplir con la Ley de Dios: haz que también nosotros, a imitación tuya, lleguemos a querer nuestro templo y considerarlo cada día más como lugar de nuestro acercamiento a Dios. Amén.Día tercero.Virgen Inmaculada de Candelaria: tú que no dudaste de poner a tu hijo Jesús en las manos de Simeón, sabiendo como rogaba en el templo por la gracia de ver al Redentor: haz que también nosotros suspiremos por tener a Cristo en nuestro corazón y así tú puedas entregarlo a Dios. Así sea.Día cuarto.Virgen Inmaculada de la Candelaria: Tu que al presentar a tu hijo Jesús en el templo oíste el anuncio de tus dolores y lo aceptaste como la voluntad de Dios, haz, que no seamos nosotros aquella espada y nuestra maldad la causa de tus dolores. Así sea.Día quinto.Virgen Inmaculada de Candelaria: Tú que ni al presentarte en el templo ni nunca después pregonaste tu condición de Madre de Dios para demostrar la importancia y valor de la humildad, haz que deje de importarnos el sempiterno figurar y a ejemplo tuyo crezca en nosotros el aprecio de la humildad. Así sea.Día sexto.Oh Virgen Santísima de la Candelaria: te suplicamos que nos alcances de tu hijo amado Nuestro Señor Jesucristo la gracia de imitar tus virtudes, cumplir los mandamientos y tener horror al pecado mortal. Así un día gozaremos eternamente contigo en el cielo. Así sea.Día séptimo.Santísima Virgen de la Candelaria: conscientes de nuestras debilidades acudimos a ti, para que nos alcances la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, de poder llevar una vida digna de nuestra vocación cristiana, imitar tus virtudes y conseguir así el premio de la vida eterna. Así sea.Día octavo.Virgen Inmaculada de la Candelaria: por tu pureza virginal, tu inmaculada concepción y tu prerrogativa de Madre de Dios, alcánzame de tu amado hijo, la humildad, la serenidad, la pureza del corazón, de cuerpo y de espíritu, la santa perseverancia en el bien, el don de la oración, una santa vida y gloriosa eternidad. Así sea.Día noveno.Virgen Inmaculada de la Candelaria; por tu obediencia al Padre, concientes de nuestra soberbia y orgullo, te suplicamos nos ayudes a aceptar la voluntad de Dios, para que toda nuestra vida no sea otra cosa que un renovado Si, al querer del Padre Eterno.Así seaOración final.Te damos gracias, Madre y Señora nuestra. Somos tus hijos y nos ponemos en tus manos, para que nos eduques y logres hacer de nosotros verdaderos hijos de Dios, cristianos santos y alegres. Amén.Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.Santísima Virgen de la Candelaria.Ruega por nosotros. (3 veces)
A vestir de gala al Niño Dios
Una tradición que ha pasado de generación en generación es vestir de gala al Niño Dios en México. Todo con motivo del 2 de febrero, día de la candelaria.
El 2 de febrero de cada año, los hogares mexicanos se preparan para levantar al Niño Dios del pesebre, vestirlo y llevarlo a la iglesia para su bendición. Después de la celebración religiosa, el festejo continúa con una cena muy tradicional: tamales de mole, dulce y chile verde; chocolate, café, atole de piloncillo o champurrado y buñuelos. Es el Día de la
Candelaria y todo el país lo festeja.Según la tradición religiosa, el origen de esta celebración se remonta a la época del nacimiento de Jesús, cuando después de cuarenta días de que María dio a luz, llevó al Niño junto con José, al Templo de Jerusalén para presentarlo ante los sacerdotes y cumplir con un rito judaico que marcaba también la purificación de la madre.En nuestro país, esta tradición llega con los españoles como parte de la conquista espiritual y es en el virreinato cuando se empieza a celebrar el Día de la Candelaria como tal. Así poco a poco, el festejo se fue impregnando de los rasgos culturales y las tradiciones de cada región, hasta llegar a convertirse en una fiesta muy mexicana por los elementos que se le fueron agregando con el paso de los años.Esta fiesta marca el fin de la temporada navideña y hasta hace poco, los nacimientos permanecían hasta este día; tradición que se mantiene en algunos lugares de la República Mexicana. La celebración del Día de la Candelaria tiene una relación directa con la tradicional “rosca de reyes”, ya que a la persona que “le toca el muñeco”, tiene el compromiso de invitar los tamales y el atole, además de convertirse en el padrino del Niño de la casa anfitriona y tener la obligación de vestirlo por tres años consecutivos.De esta manera, el padrino se prepara para el festejo y prepara la vestimenta de su “ahijado”. El primer año se viste con un ropón blanco como símbolo de pureza para su presentación. Ya para el segundo y tercer año, los padrinos escogen la vestimenta de acuerdo con su gusto y posibilidades económicas, pero siempre con una gran devoción, dedicación y creatividad. De igual forma, es esencial el “trono” o silla donde se colocará al Niño después de la ceremonia religiosa y para eso se acondiciona un lugar especial de la casa para que todos los invitados lo puedan admirar durante todo el año.El 2 de febrero de cada año, los hogares mexicanos se preparan para levantar al Niño Dios del pesebre, vestirlo y llevarlo a la iglesia para su bendición. Después de la celebración religiosa, el festejo continúa con una cena muy tradicional: tamales de mole, dulce y chile verde; chocolate, café, atole de piloncillo o champurrado y buñuelos. Es el Día de la Candelaria y todo el país lo festeja.Según la tradición religiosa, el origen de esta celebración se remonta a la época del nacimiento de Jesús, cuando después de cuarenta días de que María dio a luz, llevó al Niño junto con José, al Templo de Jerusalén para presentarlo ante los sacerdotes y cumplir con un rito judaico que marcaba también la purificación de la madre.En nuestro país, esta tradición llega con los españoles como parte de la conquista espiritual y es en el virreinato cuando se empieza a celebrar el Día de la Candelaria como tal. Así poco a poco, el festejo se fue impregnando de los rasgos culturales y las tradiciones de cada región, hasta llegar a convertirse en una fiesta muy mexicana por los elementos que se le fueron agregando con el paso de los años.Esta fiesta marca el fin de la temporada navideña y hasta hace poco, los nacimientos permanecían hasta este día; tradición que se mantiene en algunos lugares de la República Mexicana. La celebración del Día de la Candelaria tiene una relación directa con la tradicional “rosca de reyes”, ya que a la persona que “le toca el muñeco”, tiene el compromiso de invitar los tamales y el atole, además de convertirse en el padrino del Niño de la casa anfitriona y tener la obligación de vestirlo por tres años consecutivos.De esta manera, el padrino se prepara para el festejo y prepara la vestimenta de su “ahijado”. El primer año se viste con un ropón blanco como símbolo de pureza para su presentación. Ya para el segundo y tercer año, los padrinos escogen la vestimenta de acuerdo con su gusto y posibilidades económicas, pero siempre con una gran devoción, dedicación y creatividad. De igual forma, es esencial el “trono” o silla donde se colocará al Niño después de la ceremonia religiosa y para eso se acondiciona un lugar especial de la casa para que todos los invitados lo puedan admirar durante todo el año.

LA CONVERSION DE SAN PABLO (25 DE ENERO)


La conversión de San Pablo es uno de los mayores acontecimientos del siglo apostólico. Así lo proclama la Iglesia al dedicar un día del ciclo litúrgico a la conmemoración de tan singular efemérides. "Era, se ha escrito, la muerte repentina, trágica, del judío, y el nacimiento esplendoroso, fulgurante, del cristiano y del apóstol". San Jerónimo lo comentaba así: "El mundo no verá jamás otro hombre de la talla de San Pablo".
Saulo, nacido en Tarso, hebreo, fariseo rigorista, bien formado a los pies de Gamaliel, muy apasionado, ya había tomado parte en la lapidación del diácono Esteban, guardando los vestidos de los verdugos "para tirar piedras con las manos de todos", como interpreta agudamente San Agustín.
De espíritu violento, se adiestraba como buen cazador para cazar su presa. Con ardor indomable perseguía a los discípulos de Jesús. Pero Saulo cree perseguir, y es él el perseguido. Thompson, en El mastín del cielo, nos presenta a Dios como infatigable cazador de almas. Y cazará a Saulo.
"Cuando Jesús se evade del grupo de sus discípulos, dice Mauriac, sube al cielo y se disuelve en la luz, no se trata de una partida definitiva. Ya se ha emboscado en el recodo del camino que va de Jerusalén a Damasco, y acecha a Saulo, su perseguidor bienamado. A partir de entonces, en el destino de todo hombre existirá ese mismo Dios al acecho".
Mientras Saulo iba a Damasco en persecución de los discípulos de Jesús, una voz le envolvió, cayó en tierra y oyó la voz de Jesús: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Saulo preguntó: ¿Quién eres tú, Señor? Jesús le respondió: Yo soy Jesús a quien tú persigues. ¿Y qué debo hacer, Señor?
Pocas veces un diálogo tan breve ha transformado tanto la vida de una persona. Cuando Saulo se levantó estaba ciego, pero en su alma brillaba ya la luz de Cristo. "El vaso de ignominia se había convertido en vaso de elección", el perseguidor en apóstol, el Apóstol por antonomasia.
Desde ahora "el camino de Damasco, la caída del caballo", quedarán como símbolo de toda conversión. Quizá nunca un suceso humano tuvo resultados tan fulgurantes. Quedaba el hombre con sus arrebatos, impetuoso y rápido, pero sus ideales estaban en el polo opuesto al de antes de su conversión. San Pablo será ahora como un fariseo al revés. Antes, sólo la Ley. En adelante únicamente Cristo será el centro de su vida.
La caída del caballo representa para Pablo un auténtico punto sin retorno. "Todo lo que para mí era ganancia, lo tengo por pérdida comparado con Cristo. Todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo. Sólo una cosa me interesa: olvidando lo que queda atrás y lanzándome a lo que está delante, corro hacia la meta, hacia el galardón de Dios, en Cristo Jesús". Pablo es llamado "el Primero después del único".
La vocación de Pablo es un caso singular. Es un llamamiento personal de Cristo. Pero no quita valor al seguimiento de Pablo. En el Evangelio hay otros llamamientos personales del Señor, como el del joven rico y el de Judas Iscariote, que no le siguieron o no perseveraron. "Dios es un gran cazador y quiere tener por presa a los más fuertes" (Holzner). Pablo se rindió: "He sido cazado por Cristo Jesús". Pero pudo haberse rebelado.
Normalmente los llamamientos del Señor son mucho más sencillos, menos espectaculares. No suelen llegar en medio del huracán y la tormenta, sino sostenidos por la suave brisa, por el aura tenue de los acontecimientos ordinarios de la vida, Todos tenemos nuestro camino de Damasco. A cada uno nos acecha el Señor en el recodo más inesperado del camino.

SAN SEBASTIÁN MÁRTIR (20 DE ENERO)


San Sebastián, á quien se dio renombre de defensor
de la Iglesia por las maravillas que obró en
defensa de la fe, nació en Milán, de padre
narbonés y de madre milanesa, aunque establecidos en
Narbona, ciudad de Langüedoc (Francia). Criáronle con
gran cuidado en la religión cristiana y en la piedad. Su
dulzura, su prudencia, su apacible genio, su generosidad
y otras cien bellas prendas que le adornaban, como dice
San Ambrosio, le dieron presto á conocer en la corte de
los emperadores. Hízose mucho lugar en ella, y en poco
tiempo fue uno de los favorecidos del emperador
Diocleciano, que le nombró por capitán de la primera
compañía de su guardia pretoriana.
Aunque Sebastián se abrasaba en un encendido
deseo del martirio, le pareció que debía de moderar su
ardor conservándole como escondido debajo del traje de
soldado; porque, al mismo tiempo que su empleo le hacía
tan distinguido en la corte, le ofrecía también muchas
ocasiones de hacer grandes servicios á la Iglesia,
socorriendo y alentando á los cristianos que eran
perseguidos. En esto empleaba su autoridad y sus bienes,
sin perdonar trabajos ni fatigas.
Animaba con sus exhortaciones y socorría con sus
limosnas á los gloriosos confesores de Cristo, de los
cuales estaban llenas las cárceles y calabozos. Mantuvo
á muchos que titubeaban en los tormentos, y fortaleció á
no pocos que desmayaban á vista de los suplicios.


Era el
apóstol de los confesores y de los mártires; y si parecía
que en cierta manera desperdiciaba las vidas de los
innumerables que envió al Cielo delante de sí,
seguramente no fue por perdonar á la suya. Tan lejos
estaba de pretender reservarla, que cada día la exponía.
La muerte de cada mártir de los que Sebastián alentaba,
acompañándolos hasta el cadalso, era un nuevo sacrificio
que hacía de su propia vida. Cada instante la
renunciaba, por que los demás no renunciasen la fe de
Jesucristo.
Fueron presos por la fe dos hermanos y caballeros
romanos, llamados Marco y Marceliano. Después de
haber vencido gloriosamente la tortura, iban á ser
degollados, cuando su padre Tranquilino y su madre
Marcia, ambos gentiles, acompañados de las mujeres y
de los hijos de los dos confesores de Cristo, se echaron á
los pies del juez Cromacio, y con sus ruegos y lágrimas
obtuvieron de él que se difiriese la ejecución de la
sentencia por espacio de treinta días.
En este intermedio no perdonaron á súplicas, á
caricias, á halagos, á gemidos, en fin, á todos los medios
que pueden inspirar el amor y la ternura para mover á un
corazón blando y generoso; haciendo tanta impresión en
los de Marco y Marceliano, que, casi vencidos con la
fuerza de tan continua y tan terrible batería, comenzaban
á mostrarse sensibles á las lágrimas. Lo advirtió San
Sebastián, que los visitaba con frecuencia, y llegó tan á
tiempo su socorro, bendiciendo Dios el gran talento de
persuadir de que le había dotado, que no sólo sostuvo los
ánimos que ya comenzaban á flaquear, sino que en
aquellos pocos días convirtió á la fe de Jesucristo á
Nicóstrato, oficial de Cromacio; á Claudio, alcaide de la
cárcel; á sesenta y cuatro presos, y, lo que es más
admirable, al padre, á la madre, á los hijos y á las
mujeres de Marceliano y de Marco.
A la verdad, tan asombrosas conversiones no se
podían hacer sin muchos y grandes milagros. Cuando San
Sebastián estaba animando á los dos santos confesores
en casa de Nicóstrato, donde los habían como
depositado con fianzas, se dejó ver en la sala una brillante
luz, que llenó á los circunstantes de admiración y de
alegría. En medio de ella se apareció el Señor,
acompañado de siete Ángeles, y acercándose á
Sebastián le dio ósculo de paz, prometiéndole que
siempre estaría con él. Así refiere San Ambrosio esta
maravilla.
Zoé, mujer de Nicóstrato, oficial de Cromacio, que
estaba muda mucho tiempo había, entró en la prisión y,
arrojándose á los pies de San Sebastián, le pidió por
señas que la curase. El santo capitán elevó su corazón á
Dios, y haciendo la señal de la cruz en la lengua, Zoé
recobró el uso de ésta, y sus primeras palabras fueron
una ferviente confesión de fe cristiana. Todos aquellos
neófitos que padecían alguna enfermedad ó indisposición
corporal, recibieron la salud del cuerpo al mismo tiempo
que por el bautismo recibían la del alma.
Pero el mayor de todos los prodigios fue la
conversión de Cromacio, vicario del prefecto. Mandó
llamar á Tranquilino para saber si sus hijos se habían
dejado persuadir de sus lágrimas; pero quedó admirado
cuando supo que el mismo Tranquilino se había hecho
cristiano. Mis hijos, respondió Tranquilino, son dichosos, y
yo también lo soy desde que Dios me abrió los ojos del
alma para conocer la verdad y la santidad de la religión
cristiana, fuera de la cual no hay salvación.—¿Conque tú
también, al cabo de tus años, le interrumpió Cromacio, te
has vuelto loco?—No, señor, le respondió el santo
anciano; antes bien nunca tuve entendimiento ni juicio
hasta que logré la dicha de ser cristiano. Porque no hay
mayor locura que preferir, como yo lo había hecho hasta

aquí, y como tú lo estás haciendo el día de hoy, el error á
la verdad y la muerte eterna á una vida de pocas horas.—
¿Y te atreverás, le preguntó Cromacio, á probarme
concluyentemente la verdad de la religión cristiana?—¡Y
cómo que me atreveré, respondió el nuevo apóstol, con
tal que quieras prestar oídos dóciles y humildes á lo que
Sebastián y yo te dijéremos!—No duró mucho la
conversación, porque con pocas palabras quedó
Cromacio convencido y convertido. Siguióse á la
conversión de Cromacio la de toda su familia, y
cuatrocientos esclavos recibieron el bautismo y fueron
puestos en libertad.
Pero, enfureciéndose cada día más en Roma la
persecución, se tuvo por conveniente que Cromacio,
después de haber renunciado el empleo que tenía, se
retirase á una casa de campo, que servía de asilo á los
fieles perseguidos. Todos los cristianos persuadían á San
Sebastián que también se retirase á ella. Pero este héroe
de la fe les pidió con tales instancias que le permitiesen
quedarse en Roma para animar y socorrer á los muchos
fieles que estaban en las cárceles, y supo proponer al
Santo Papa Cayo tales razones, que éste le dijo:
Quédate
en buen hora, hijo mío, en el campo de batalla, y en traje
de oficial del emperador sé glorioso defensor de la
Iglesia de Jesucristo.
Presto se conoció cuan necesaria era su presencia
para socorro y aliento de los santos mártires. La primera
que recibió la corona del martirio fue Zoé: siguióla poco
después Tranquilino, Nicóstrato, su hermano Castor;
Claudio, el alcaide de la cárcel; Sinforiano su hijo, y su
hermano Victorino, después de haber sufrido muchos
tormentos, fueron conducidos á Ostia y precipitados en el
mar. Tiburcio, hijo de Cromacio, fue degollado; Cástulo,
oficial del emperador y celosísimo cristiano, fue
enterrado vivo. Marco y Marceliano, amarrados á un

tronco, fueron cubiertos de saetas.
Después que estas gloriosas victimas, preciosos
frutos del celo de San Sebastián, fueron inmoladas á Dios
vivo, parecía tiempo que el héroe de Jesucristo
consumase en fin su sacrificio. Torcuato, infeliz apóstata
de la religión, fue el que dio parte á Fabián, sucesor de
Cromacio, que era Sebastián el que convertía á los
gentiles, y el que mantenía en la fe á los cristianos. No se
atrevía Fabián á mandarle arrestar, por el elevado
empleo que ocupaba en palacio, hasta dar parte al
emperador, informándole de la religión y del celo
ardiente del primer capitán de sus guardias.
Asombrado Diocleciano de lo que oía, mandó luego
llamar á Sebastián , y con las expresiones más sentidas
le acriminó su ingratitud, sobre todo por haber intentado
irritar la cólera de los dioses, contra el emperador y
contra el imperio, introduciendo hasta en su mismo
palacio una religión (como él decía) tan perniciosa al
Estado.
Respondió Sebastián con el mayor respeto, que, á su
modo de entender, no podía hacer servicio más
importante al emperador y al imperio que adorar á un
solo Dios verdadero; y que estaba tan distante de faltar á
su deber por el culto que rendía á Jesucristo, que antes
bien nada podía ser tan ventajoso al príncipe y al Estado
como tener vasallos fieles que, menospreciando á los
dioses falsos, hiciesen oración incesantemente al
Soberano Señor y Creador del Universo por la salud del
emperador y del imperio.
Irritado el emperador con esta generosa respuesta,
mandó al instante, sin esperar otra forma de proceso,
que Sebastián fuese llevado al centro de un campo y
amarrado á un tronco, y fuese asaeteado por los mismos

soldados de la guardia de arqueros númidas. Ejecutóse al
punto sin remisión esta cruel sentencia, y fue cubierto el
glorioso confesor de Cristo de una espesa lluvia de
saetas, dejándole por muerto sus verdugos. La noche
siguiente fue á buscar el santo cuerpo para darle
sepultura una devota mujer, llamada Irene, viuda del
santo mártir Cástulo, y quedó gozosamente admirada y
sorprendida hallándole todavía vivo. Hízole llevar
secretamente á su casa, donde dentro de poco tiempo
sanó perfectamente de todas sus heridas. Instábanle los
fieles para que se retirase; pero Sebastián, lejos de
rendirse á sus solicitudes, fue á buscar á Diocleciano, y
esperándole en una escalera, que llamaban el mirador
de Heliogábalo:
¿Es posible, señor, le dijo con valor y con
respeto,
que eternamente os habéis de dejar engañar de
los artificios y de las calumnias que perpetuamente se
están inventando contra los pobres cristianos? Tan lejos
están, gran príncipe, de ser enemigos del Estado, que no
tenéis otros vasallos más fieles, y que únicamente á sus
oraciones sois deudor de todas vuestras prosperidades.
Atónito el emperador al ver y al oír hablar á un
hombre que ya tenía por muerto:
¿Eres tú, le preguntó, el
mismo Sebastián á quien yo mandé quitar la vida
condenándole á que fuese asaeteado? Si, señor,
respondió el Santo,
el mismo Sebastián soy, y mi Señor
Jesucristo me conservó la misma vida para que en
presencia de todo este pueblo viniese ahora á dar
público testimonio de la impiedad y de la injusticia que
cometéis persiguiendo con tanto furor á los cristianos.
Enfurecido Diocleciano, mandó que le llevasen al
circo ó hipódromo de su palacio, y que allí fuese
públicamente apaleado hasta que expirase. Así se
ejecutó; y con este cruel suplicio pasó su alma á recibir
en el Cielo la corona del martirio el día 20 de Enero,
hacia el año 288.

Queriendo los paganos impedir que se diese
sepultura al cuerpo del Santo Mártir, le arrojaron en una
cloaca; pero no les valió su precaución, porque el santo
cuerpo quedó pendiente de un garfio, y el mismo San
Sebastián se apareció aquella noche á una señora de
mucha virtud, llamada Lucina ó Licinia, y la mandó que
sacase su cuerpo y le enterrase en el cementerio
subterráneo, llamado las catacumbas, al pie de los
sagrados cuerpos de los apóstoles San Pedro y San
Pablo.
Hoy elevase sobre su tumba una de las siete
basílicas de Roma, y sobre la cloaca donde quedó su
santo cuerpo abandonado existe la hermosísima iglesia
de San Andrés del Valle, notable, entre otras cosas, por
sus bellísimas pinturas. En una capilla lateral se conservan
sus restos en una urna. Parte de ellos están en
Francia en Nuestra Señora de Soissons y Nuestra Señora
de Moret, diócesis de Meaux.
Fue San Sebastián uno de los más ilustres mártires
que tuvo Roma en el siglo iii, después de nuestro español
San Lorenzo. Conocida es la obra del cardenal Wiseman,
Fabiola,
donde es celebrado el valor y triunfo de San
Sebastián.
Es invocado como abogado contra la peste, por la
experiencia que se ha tenido de su favor para con Dios
contra esta calamidad. Así lo experimentaron, Roma en
el año 680, Milán en 1575 y Lisboa en 1599.
También es
cosa muy antigua que la Iglesia romana invoque la protección
del Señor contra los enemigos de la fe por medio
de San Jorge, San Mauricio y San Sebastián.

LAS BODAS DE CANA Juan 2,1-11


"Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la Madre de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como faltase el vino, la Madre de Jesús le dijo: No tienen vino, Jesús le respondió: Mujer, ¿qué nos va a tí y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su Madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga. Había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los Judíos, cada una con capacidad de dos o tres metretas. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas: Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora y llevad al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía, aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían, llamó al esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú al contrario, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de sus milagros con el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él".
REFLEXION:
Las fiestas de boda tenían larga duración en Oriente (Génesis 29,27; Jueces 14,10.12.17; Tobías 9,12;10,1). Durante ellas parientes y amigos iban a felicitar a los esposos; en los banquetes podían participar hasta los transeuntes. El vino era considerado elemento indispensable en las comidas y servía además para crear un ambiente festivo. Las mujeres intervenían en las tareas de la casa; la Santísima Vírgen prestaría también su ayuda: por eso pudo darse cuenta de que iba a faltar vino.
Caná de Galilea parece que debe identificarse con la actual Kef Kenna, situada a 7 kilómetros al Noroeste de Nazareth. Entre los invitados no se cita a San José, cosa que no se puede atribuir a un olvido de San Juan: este silencio (y otros muchos del Evangelio) hace suponer que el Santo Patriarca había muerto ya. Para demostrar la bondad de todos los estados de vida...Jesús se dignó nacer de las entrañas purísimas de la Vírgen María; recién nacido recibió la alabanza que salió de los labios proféticos de la viuda Ana e, invitado en su juventud por los novios, honró las bodas con la presencia de su poder. Esta presencia de Cristo en las bodas de Caná es señal de que Jesús bendice el amor entre hombre y mujer, sellado con el matrimonio. Dios, en efecto, instituyó el matrimonio al principio de la creación (Génesis 1,27-28), y Jesucristo lo confirmó y lo elevó a la dignidad de Sacramento ( Mateo 19,6). En el cuarto Evangelio la Madre de Jesús (Éste es el título que le da San Juan) aparace solamente dos veces. Una en este episodio, la otra en el Calvario (Juan 19,25). Con ello se viene a insinuar el cometido de María Vírgen en la Redención. Entre los dos acontecimientos, Caná y el Calvario, hay varias analogías. Se sitúan uno al comienzo y el otro al final de la vida pública, como para indicar que toda la obra de Jesús está acompañada por la presencia de María Santísima. Su título de Madre adquiere resonancias especialísimas: María actúa como Verdadera Madre de Jesús en esos dos momentos en los que el Señor manifiesta su divinidad. Al mismo tiempo, ambos episodios señalan la especial solicitud de Santa María hacia los hombres: en un caso intercede cuando todavía no ha llegado "la hora"; en el otro ofrece al Padre la muerte redentora de su Hijo, y acepta la misión que Jesús le confiere de ser Madre de todos los creyentes, representados en el Calvario por el discípulo amado.
En la vida pública de Jesús aparece significativamente su Madre ya desde el principio, cuando, en las bodas de Caná de Galilea, movida por la misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús Mesías (Juan 2,1-11). A lo largo de la predicación acogió las palabras con que su Hijo, exaltando el Reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados (Marcos 3,25; Lucas 11,27-28) a los que escuchan y guardan la Palabra de Dios, cuando ella lo hacía fielmente (Lucas 2,19.51). "Mujer" es un título respetuoso, que venía a ser equivalente a "señora", una manera de hablar en tono solemne. Este nombre volvió a emplearlo Jesús en la Cruz, con gran afecto y veneración (Juan 19,26). La frase "¿qué nos va a tí y a mí? corresponde a una manera proverbial de hablar en Oriente, que puede ser empleada con diversos matices. La respuesta de Jesús parece indicar que si bien, en principio, no pertenecía al plan divino que Jesús interviniera con poder para resolver las dificultades surgidas en aquellas bodas, la petición de Santa María le mueve a atender esa necesidad. También se puede pensar que en ese plan divino estaba previsto que Jesús hiciera el milagro por intercesión de su Madre. En todo caso, ha sido Voluntad de Dios que la Revelación del Nuevo Testamento nos dejara esta enseñanza capital: la Vírgen Santísima es tan poderosa en su intercesión que Dios atenderá todas las peticiones por mediación de María. Por eso la piedad cristiana, con precisión teológica, ha llamado a Nuestra Señora "omnipotencia suplicante". "Todavía no ha llegado mi hora": El término "hora lo utiliza Jesucristo alguna vez para designar el momento de su venida gloriosa (Juan 5,28), aunque generalmente se refiere al tiempo de su Pasión, Muerte y Glorificación (Juan 7,30; 12,23; 13,1; 17,1). La Vírgen María como buena Madre, conoce perfectamente el valor de la respuesta de su Hijo, que para nosotros podría resultar ambigua ("qué nos va a tí y a mí"), y no duda que Jesús hará algo para resolver el apuro de aquella familia. Por eso indica de modo tan directo a los sirvientes que hagan lo que Jesús les diga. Podemos considerar las palabras de la Vírgen como una invitación permanente para cada uno de nosotros; "en eso consiste toda la santidad cristiana: pues la perfecta santidad es obedecer a Cristo en todas las cosas" (Santo Tomás de Aquino). La metreta correspondía a unos 40 litros. La capacidad de cada uno de estos cántaros era, por tanto, de 80 a 120 litros; en total 480-720 litros de vino de la mejor calidad. San Juan subraya la abundancia del don concedido por el milagro, como hará también cuando la multiplicación de los panes (Juan 6,12-13). Una de las señales de la llegada del Mesías era la abundancia, por eso en ella ve el Evangelista el cumplimiento de las antiguas profecías: "el mismo Yavhé dará la felicidad y la tierra dará sus frutos", anunciaba el Salmo 84,13; "las eras se llenarán de buen trigo, los lagares rebosarán de mosto y de aceite puro" (Joel 2,24; Amós 9,13-15). Esa abundancia de bienes materiales es un símbolo de los dones sobrenaturales que Cristo nos alcanza con la Redención: más adelante, San Juan destacará aquellas palabras del Señor: "Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Juan 10,10; Romanos 5,20). "Hasta arriba": El Evangelista vuelve a subrayar con detalle la sobreabundancia de los bienes de la Redención y, al mismo tiempo, indica con cuánta exactitud obedecieron los sirvientes, como insinuando la importancia de la docilidad en el cumplimiento de la Voluntad de Dios, aún en los pequeños detalles. Jesús hace los milagros sin tacañería, con magnanimidad; por ejemplo, en la multiplicación de los panes y los peces (Juan 6,10-13), donde sacia a unos cinco mil hombres y todavía sobran doce canastos. En este milagro de Caná no convirtió el agua en cualquier vino, sino en uno de excelente calidad. Antes del milagro los discípulos ya creían que Jesús era el Mesías; pero todavía tenían un concepto excesivamente terreno de su misión salvífica. San Juan atestigua aquí que este milagro fue el comienzo de una nueva dimensión de su fe, que hacía más profunda la que ya tenían. El milagro de Caná constituye un paso decisivo en la formación de la fe de los discípulos. ¿Por qué tendrán tanta eficacia los ruegos de María ante Dios? Las oraciones de los santos son oraciones de siervos, en tanto que las de María son oraciones de Madre, de donde procede su eficacia y carácter de autoridad; y como Jesús ama inmensamente a su Madre, no puede rogar sin ser atendida.

EL BAUTISMO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ( PRIMER DOMINGO ORDINARIO)


Andaba San Juan Bautista por las orillas del Jordán bautizando y exhortando a penitencia, cuando llegó a él el Salvador del mundo, de treinta anos de edad. Al acercarse al Bautista, conoció éste, por luz sobrenatural, que el que venia a pedirle el bautismo era el Mesías verdadero; y así, al ver al Salvador, exclamó: Pues qué, Senior, ¿Vos venís a mí a ser bautizado, cuando debo yo ser bautizado de Vos? EL Señor le contestó que convenía sujetarse a los decretos de la divina Sabiduría. Abrióse el Cielo y vio San Juan que el Espíritu Santo bajaba sobre Jesucristo en figura de paloma, y al mismo tiempo oyó una voz que decía: Este es mi Hijo querido, en el que tengo Yo todas mis complacencias.
Bautizándose Jesús, nos enseñó la necesidad del bautismo para todos, y además su humildad; autorizó el bautismo del Bautista; el Espíritu Santo declaró la divinidad del Salvador, y por último, santificó las aguas habilitándolas para redimir los pecados.

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR (SEGUNDO DOMINGO DESPUES DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR)



Es una tradición muy arraigada en nuestro país, sobre todo en los estados del centro y sur, celebrar el 6 de enero a los "Reyes Magos", recordando aquel episodio del Evangelio en el que unos Magos de Oriente llegaron a adorar y dar regalos a Jesús "Rey de los Judíos", según la manifestación de una gran estrella. (Cf. Mt 2, 1-12) Esta fiesta es una tradición cargada de significado. En realidad celebramos la Manifestación del Señor a todo el mundo, es decir la Epifanía. Dios se les revela, no sólo a los pastores, no sólo a los judíos, también a aquellos hombres de ciencia, ricos y poderosos que se ponen en camino desde tierras lejanas, en busca de la estrella que interpretan como una manifestación de la presencia de Dios; significa que el Hijo de Dios debe ser reconocido por todos los hombres, de todos los lugares, de todos los tiempos.
Los Magos de Oriente se postran ante Jesús Niño y lo adoran, con sus regalos hablan de lo que ellos encuentran en Él: El oro se le ofrece sólo a los reyes, por lo que reconocen en Jesús al Rey; el incienso se le ofrece sólo a Dios, por lo que revelan que Jesús es Dios; y la mirra es un perfume que reconoce en Jesús Rey, Hijo de Dios, también a un Hombre. Es una bella historia que merece nuestra reflexión. Además de que es una oportunidad para continuar meditando en el gran Misterio de la Encarnación, y para compartir en familia las bendiciones y gracias que este milagro nos trajo.
Tradición.La tradición mexicana nos invita a compartir la "Rosca de Reyes", costumbre también llena de significados importantes: el pan en forma de rosca evoca a Dios Eterno, que no tiene principio ni fin; las frutas dulces con que se decora nos recuerdan la gracia que Jesús nos trae; el muñequito escondido entre la masa representa al Niño Jesús que todos debemos buscar, quien lo encuentra se llena de tanto gozo que desea compartirlo con todos, por lo que promete una fiesta el próximo día dos de febrero, día de la "Candelaria" (luz) o Presentación del Señor. Jesús es la "Luz para iluminar a todos los pueblos" (Lc 2, 32). Y los bautizados hemos sido iluminados con esa Luz de Cristo. Los cristianos siempre tenemos el compromiso de buscar, encontrar y compartir a Jesús con los demás.

Historia. La fiesta de la Epifanía es de origen Oriental y surgió en forma similar a la Navidad de Occidente. Los paganos celebraban en Oriente, sobre todo en Egipto, la fiesta del solsticio invernal el 25 de diciembre y el 6 de enero el aumento de la luz. En este aumento de la luz los cristianos vieron un símbolo evangélico. Después de 13 días del 25 de diciembre, cuando el aumento de la luz era evidente, celebraban el nacimiento de Jesús, para presentarlo con mayor luz que el dios Sol. La palabra epifanía es de origen griego y quiere decir manifestación, revelación o aparición. Cuando la fiesta oriental llegó a Occidente, por celebrarse ya la fiesta de Navidad, se le dio un significado diferente del original: se solemnizó la revelación de Jesús al mundo pagano, significada en la adoración de los "magos de oriente" que menciona el Evangelio.

Significado. Hoy la Iglesia celebra la Epifanía para recordar la Manifestación del Señor a todos los hombres con el relato de los Magos de Oriente que nos narra el Evangelio (Mt 2, 1-12). Aquellos hombres que buscaban ansiosamente simbolizan la sed que tienen los pueblos que todavía no conocen a Jesús. La Epifanía, en este sentido, además de ser un recuerdo, es sobre todo un misterio actual, que viene a sacudir la conciencia de los cristianos dormidos. Para la Iglesia la Epifanía constituye un reto misional: o trabaja generosa e inteligentemente para manifestar a Cristo al mundo, o traiciona su misión. La tarea esencial e ineludible de la Iglesia es trabajar para llevar a Cristo a todos aquellos que no lo conocen. La llegada de los magos, que no pertenecen al pueblo elegido, nos revela la vocación universal de la fe. Todos los pueblos son llamados a reconocer al Señor para vivir conforme a su mensaje y alcanzar la salvación. La descripción que hace el Evangelio de la llegada de los magos a Jerusalén y luego a Belén, la reacción de Herodes y la actuación de los doctores de la ley, encierra una carga impresionante de enseñanza.
Unos hombres extranjeros que siguen el camino indicado por la estrella, para adorar al recién nacido Rey de los judíos.
Los conocedores de las Escrituras en Jerusalén que quedan indiferentes ante aquella luz del cielo, que anuncia el acontecimiento esperado por siglos.
La envidia del rey Herodes ante el temor de que surja un rey "mayor" que él.
Ante este relato tan cargado de significado, nos queda reflexionar seriamente:
¿Somos como aquella Jerusalén, "conocedora de las Escrituras", pero incapaz de reconocer y menos de seguir el camino de la Luz de Cristo?
O ¿somos como los magos de oriente, en búsqueda siempre de la verdad y dispuestos a ponerse en camino hacia Jesús, Rey y Señor de la historia?