19 abr 2011

LA ENTRADA TRIUNFAL DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A JERUSALEN ( DOMINGO DE RAMOS )


Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes.

Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:
"¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"

Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.

Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte.

Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.

¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas?

Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.

Explicación de la Misa del Domingo de Ramos

La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo.

Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.

Oración para poner las palmas benditas en el hogar:

Bendice Señor nuestro hogar.
Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Por tu intercesión danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
Sé tú, el Rey en nuestro hogar.
Amén.

Sugerencias para vivir la fiesta:

Hacer nuestras propias palmas y llevarlas a bendecir a la Iglesia.


Cantar las canciones de “Tú reinarás” o “Que viva mi Cristo, que viva mi Rey”.

El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.

Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. .

Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.

San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".

Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.

Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos.

Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.

"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.

Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.

La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.

Con el Domingo de Ramos empieza la Semana Santa. En este día recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Este domingo resume los dos puntos fundamentales de la Pascua: La Pasión y Muerte de Cristo y su Resurrección gloriosa.

La Biblia menciona que cuando Jesús llegó a Jerusalén, la ciudad más importante, para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó.

Había mucha gente (niños y adultos), algunos habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas, lo esperaban para recibirlo como un rey, le cantaban cánticos y salmos, y lo alababan con palmas en las manos.

La gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso. Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”. (Hosanna significa “¡viva!”).

El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.

Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. .

Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.

San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".

Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.

Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos.

Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.

"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.

Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.

La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.

3 abr 2011

LA SAMARITANA ( CUARTO VIERNES DE CUARESMA )



Llegó, pues, a una ciudad de Samaría, llamada Sicar, junto al campo que dio Jacob a su hijo José. Estaba allí el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Vino una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dijo: Dame de beber. Sus discípulos se habían marchado a la ciudad a comprar alimentos. Entonces le dijo la mujer samaritana: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? Pues no se tratan los judíos con los samaritanos. Jesús le respondió: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice dame de beber, tú le habrías pedido y él te habría dado agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes ni con qué sacar agua y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas, pues, el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús: Todo el que bebe de esta agua tendrá sed de nuevo, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed nunca más, sino que el agua que yo le daré se hará en él fuente de agua que salta hasta la vida eterna. … Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer que atestiguaba: Me ha dicho todo cuanto hice. (Juan 4, 1-45)



Fatigado del camino (Jn 4, 6).— El pozo en persona, o sea Cristo, sale en busca de sus sedientos. En su paladar trae el polvo de los caminos, en sus pies, la dureza de las piedras. Es el roce áspero de lo humano lo que le provoca esta sed divina.



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El camino cualifica la sed: cada camino provoca la suya propia. Amasada de esperanza y tesón, la del caminante es sed que viene de lejos. Más que de beber es sed de llegar.



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El cansancio, sea cual sea su motivo, es camino que conduce a alguien. Siguiendo por él se llega, tarde o temprano, al pozo de la amistad.



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¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? (Jn 4, 9).— Ella exhibe su doble condición, de mujer y samaritana; feminidad y linaje. Ante Cristo, lo que parecían motivos de menosprecio se truecan en títulos de gloria. Junto a él ella se siente más samaritana y sobre todo más mujer que nunca.



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Delante de Cristo cada cual se siente uno mismo, y el deber de serlo aún más.



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¿Cómo tú … a mí? (Jn 4, 9).— ¿Cómo es que tú me tratas como un tú, me dejes ser yo misma con toda libertad, sin pedirme nada a cambio? ¿Cómo es que tú, siendo varón, me dejas ser plenamente mujer sin avasallarme con tu masculinidad?



La Samaritana entrevió que aquí se inauguraba un nuevo modo de tratarse varón y mujer, superando la antigua maldición del Génesis : Hacia el hombre irá tu apetencia, y él te dominará (3, 16) .



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No tienes ni con qué sacar agua y el pozo es hondo (Jn 4, 11).— Desafías la hondura de mi alma sondeándola sin este tosco balde que yo empleo: la memoria, el examen, la introspección. Si no tienes con qué sacar el agua es porque la conoces en su fuente.



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No tienes ni con qué (Jn 4, 11).— Déjame sacarte de tu fondo oscuro —nos dice el Señor.



—¿Cómo? ¿Con qué? ¿Para qué?—, respondemos.



—Contigo, de ti, para ti. Pues todos los hombres sois mi vaso, mi recipiente, mi sed.



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Señor, no tienes nada con qué sacar el agua; ¿de dónde sacas, pues, agua viva? (Jn 4, 11).— La Samaritana ignora que ese cántaro que apoya graciosamente en la cadera, es su propio símbolo.



Si el agua es viva, el recipiente ha de serlo también. La gracia divina se saca, se contiene y se trasiega en vasijas de carne y hueso.



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El pozo es hondo.— ¿Cómo no va a serlo si es tu propia alma? Y es pozo porque en ella puedes beber, pero también caer. Sin Cristo la intimidad es resbaladiza y traicionera.



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Si supieras … quién es el que te dice “dame de beber” (Jn 4,10).— Te encomiendo mi sed: tómala, es tuya. Mi modo de aplacarla es confiarla a ti. Hablando contigo bebo confianza. Tengo más sed de tu dar que de aquello que me das. Al darme tu agua, dáteme tú.



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¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo? (Jn 4, 12).— Jacob cava un pozo en vuestra tierra pero yo abro una fuente en vuestro pecho. Y mi fuente es tanto más mía cuanto más de tus adentros brota. Tú eres la tierra de cuyas profundidades mi Espíritu pugna por salir.



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Anda, llama a tu marido y vuelve (Jn 4, 16).— Ven con tu marido, tráemelo —esto dice Cristo a las esposas—. Tú eres mi encargada, mi mediadora; cuento contigo para llegar a él.



Llama a tu marido. Tú misma eres la llamada de carne y hueso que le dirijo.



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Se admiraron de que hablara con una mujer (Jn 4, 27).— ¿De qué hablarán? —nos preguntamos los varones—. ¿Qué puede Jesucristo decirle a una mujer? ¿Qué mensaje particular, específico, tiene para ella? ¿Cómo encarna la Redención el corazón femenino?



Los apóstoles, y con ellos todos los varones, pasamos respetuosamente de puntillas ante este misterio. Si la mujer aplastará la cabeza del dragón (Gén 15, 3), entonces dejemos que hable con Cristo, por la cuenta que nos trae…



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En esta conversación Cristo nos parece más misterioso y fascinante que nunca, más aún que cuando hace milagros, pues entrevemos a Dios dialogando con la Humanidad.



Y así ocurre con cada mujer. Cuando ella ora, estamos a salvo.



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He conocido a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho (Jn 4, 29).— Sólo sabes lo que haces cuando sabes quién eres. Mientras no descubras tu identidad, hasta que no te mires en Cristo, Espejo de las almas, tu pasado no será más que un baile de sombras.



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Me ha dicho todo lo que he hecho (Jn 4, 29).— Sólo en Cristo es posible reconocer los propios pecados sin desesperarse ni engañarse. Sólo si él te sujeta puedes asomarte a tu pozo sin padecer vértigo.

Jess comienza su ministerio a la sombra de Juan Bautista, bautizando. En realidad, Jess tiene la delicadeza de no bautizar, sino que lo encomienda a sus discpulos. Surge una polmica en torno a quin bautiza ms: l o Juan. Cuando Jess se entera de eso, decide irse y regresar a Galilea con sus discpulos. l ha tenido la intencin de ayudar a Juan, pero ve que esa ayuda puede ser malinterpretada por rivalidad, chismes, etc., as que en vista de que esto puede perjudicar a su primo Juan, deja de hacerlo y escoge afrontar un largo camino de bsqueda: al menos 150 km, en direccin a su casa y a sus discpulos.

Ms adelante se encuentra un pozo, el pozo de Jacob, donde l encontr a Raquel (Gn 29,1), donde Elicer encuentra tambin una mujer para Isaac (Gn 24,10). El pozo es el lugar donde las personas pueden encontrarse. Un punto de encuentro, porque todos necesitan el agua. La necesidad empuja a las personas a encontrarse y el pozo es un lugar donde las personas pueden satisfacer esta necesidad de encuentro.

Ya que el pozo es un hueco que penetra la tierra, es el smbolo de todo lo que el hombre debe hacer para ir ms all de lo superficial. Nos afirma que ms all de la banalidad de la existencia existe la posibilidad de satisfacer la necesidad del hombre, simboliza una relacin que va en profundidad, que no se queda en la superficie, en la epidermis.

Cuando llegan al pozo, hacia el medioda, estn al menos en el segundo da de camino. Jess est tan cansado de haber caminado, pero quizs tambin lo est por la experiencia que acaba de vivir. De pronto ve venir a lo lejos para sacar agua del pozo. Habitualmente las mujeres se dirigan al pozo en la maana y quizs en la tarde para lavar los platos y preparar la cena, pero no a la hora de almuerzo; y mucho menos a pleno sol. El pozo de ordinario quedaba en un lugar solitario para no contaminarlo con los desechos del centro habitado. El agua era preciosa y haba que cuidarla.

Por qu t, samaritana, vas al pozo a esta hora sola?

—No quiero encontrarme con las otras mujeres del pas, porque son malas conmigo, me consideran una mujer de mala vida, mientras en realidad ellas son peores que yo, pero quieren hacerse las buenas. Las odio. Y tambin porque me hacen sufrir con sus miradas y con sus bromas. son todas unas envidiosas. Y adems porque me gusta estar sola.

— Pero, no ser que tienes algn otro fin, quizs el de encontrar una caravana de extranjeros?

— Pues s, prefiero a los extranjeros a la gente de esta estpida regin donde me toca vivir.

Tras el primer fin de ir a buscar agua, su corazn persigue otro fin: seducir. Qu hace Jess? Huye porque una mujer quiere abordarlo? Las normas no permiten hablar con una mujer, y ni siquiera a ella le est permitido hablarle. Jess tiene sed y no tiene con qu sacar el agua y esto lo obliga a pedir: era normal pedir de beber, lo anormal era pedirlo a una samaritana. Jess se expone al rechazo al hacer tal cosa en pblico. Ms all de las que podran ser las intenciones de la otra, Jess expresa su deseo: dame de beber. El tono de Jess expresa simplemente su deseo de beber y la capacidad de entrar en relacin con la mujer de manera total y profunda como el pozo, sin fines dobles. Jess no tiene miedo y no se deja llenar de temores.

Sigue siendo l mismo y expresa su necesidad. Cuntos rodeos damos para lograr establecer una relacin antes de manifestar nuestra verdadera necesidad? Jess no dice siquiera por favor: sino que por lo que hemos odo, por su tono de voz y por su mirada sabemos que no se trata de un imperativo violento. La actitud de Jess es de transparencia. La persona que trata con l puede constatar las intenciones del corazn de Jess. Ser transparente quiere decir ponerse en las manos de otra persona, jugar con las cartas destapadas, quiere decir morir al orgullo y a la soberbia. Jess es capaz de excavar el pozo del amor autntico. Esta mujer tiene el balde para llegar al pozo del amor carnal, afectivo, pero no tiene el balde para alcanzar al pozo del amor autntico; es ms, ni siquiera sabe que existe el pozo del amor verdadero.

Acercndose a Jess, se da cuenta de que es un judo. Aunque haya ido para remediar su necesidad, permanece, se siente confusa por la frase directa de Jess y se refugia en un comportamiento formal, que le permita estudiar al que tiene al frente y ver el juego que se trae: “cmo es que t siendo judo...?” Ella al parecer no rechaza darle de beber sino que se pone a jugar con la necesidad de Jess. Ella habra podido negrsela o drsela y retirarse sin ms, pero ella prefiere “soltarle el rollo”. Y lo hace sacando una vieja polmica sobre las relaciones de judos y samaritanos. Es una provocacin. Un modo de romper el hielo, una frase mediante la cual la samaritana obliga a Jess a descubrirse: Si t, judo, tienes tan poco respeto de tus costumbres, significa que no slo tienes la intencin de beber. La samaritana usa la necesidad de Jess. Ve que tiene sed y que ella tiene la respuesta a su necesidad. Juega con esta necesidad ejercitando poder sobre l. Esta es la tcnica de poder que usamos a menudo en nuestras relaciones: una vez identificada la necesidad del otro y apoderndonos de todo aquello que pueda saciarlo, ejercitamos poder bien satisfacindolo o bien dejndolo con su necesidad. Las relaciones de nuestro amor son de compraventa, en ellas cada uno vende algo a cambio de algo. Jess en cambio juega a las de perder: no tiene miedo de entrar en relacin con alguien que es considerado impuro y que, segn la religin juda, es causa de prohibicin para acudir a las prcticas cultuales, y por tanto para la misma relacin con Dios. Jess con tal de entrar en relacin con esta mujer hace algo que contradice principios y convicciones que considera importantes y que ha practicado toda la vida. Y esto Jess lo hace incluso para un encuentro ocasional, que durar poco tiempo, que quizs no tendr continuacin, porque para l cada persona es importantsima, como si fuera la ltima con la cual entrar en relacin antes de morir. Ante la reaccin de la mujer, cmo habramos reaccionado nosotros? Habramos entrado en polmica? nos habramos retirado con el rabo entre las piernas?

Per Jess, introduciendo elementos nuevos en el dilogo, comienza a jugar con el doble sentido: habla de agua, pero se refiere a otra agua, que es su amor. Un agua desconocida pero viva. Jess comprende que esta mujer est manifestando su necesidad de relaciones nuevas. No se escandaliza, no se hace el moralista, prefiere acoger su necesidad sin jugar con ella, sino yendo a la raz de esa necesidad.

Para hacerlo introduce inmediatamente a Dios en el centro del discurso: Si conocieras el don de Dios... Jess quiere llevarla a ver su verdadera necesidad, aquel del que tiene miedo y no quiere afrontar sino de manera superficial. Jess tiene claro que Dios puede, a travs de l, responder a su necesidad. Le propone agua viva, agua que corre como la del Jordn, que no se pudre, que lava, que apaga la sed y da alivio.

Esta tambin es una tcnica de aproximacin: las frases de doble sentido llevan a moverse en una determinada direccin, para ver si la otra lo sigue. Slo que los dobles sentidos de Jess se mueven en una direccin desconocida. Si conocieras el don de Dios. Jess se propone como algo especial, como alguien que puede satisfacer la sed de ella, con un agua particular, como si hubiera sido enviado por Dios como un don. Parece casi decir: T no sabes quin soy yo. Es la conciencia de Jess se ser lo que es, sin falsa modestia, no con el fin de obtener un reconocimiento de este mundo, sino en funcin de dar gloria a Dios. Jess es consciente de lo que ha recibido y de lo que puede dar. Jess quiere ayudar a esta mujer a descubrir cul es su verdadera necesidad, qu es lo que en el fondo busca en verdad, pero no sabe que tiene necesidad de ello. Para eso, Jess pone a Dios en el centro. Lo que dice Jess es misterioso: cul ser esa agua viva, y qu personalidad ser aquel que hasta se presenta como un don de Dios, un enviado de Dios?

Estamos frente a un loco, un fanfarrn que ostenta descaradamente su capacidad de seducir o de veras este hombre tiene algo diverso de los otros? La mujer se pregunta quin ser este hombre: el nico a quien se puede comparar, por sus palabras, es el patriarca Jacob. Ella lo ataca por donde es, para hacerse acoger. Es una tcnica de poder con la cual trata de manifestar veladamente su deseo. Todos necesitamos entrar en relacin con todos, pero ninguno de nosotros lo hace correctamente: o huimos por miedo, o tratamos de conquistar con instrumentos de poder. No somos capaces sino de excavar pozos de agua que no calman la sed sino por un instante: una vez que hemos exprimido a una persona, comenzamos a enamorarnos de otra. El nico que puede salvar a la humanidad de esta incapacidad, es aquel que sabe amar de verdad con un amor cualitativamente diverso, un amor que busca el bien del otro, de la otra.

El nico es Jess. No te desanimes, por tanto, ante la falsedad de tus relaciones: es posible an hoy construir relaciones autnticas, acercndonos a esta fuente de amor que es Jess. No encontrars fuera de l la posibilidad de ser plenamente t mismo, slo falta que t lo quieras. El amor de Dios es el que te est amando. Yo finjo dar para tomar, Dios en cambio pide para dar.

Como dir Jess, esta mujer ha tenido cinco maridos: la suya es una conciencia inquieta, en bsqueda continua de algo que la apague, pero nada la apaga hasta el fondo. Dnde estn aquellos hombres? Las relaciones que se establecen sobre el ejercicio de poder estn destinadas a terminar muy pronto. Esta bsqueda de la mujer la lleva a tener una actitud agresiva, la manifestacin de su necesidad est cargada de deseo de ejercicio de poder: una conciencia habituada a la discusin. Si t conocieras... Jess en cambio la acoge con suavidad, no se aprovecha, no finge estar calmado para luego, en el momento oportuno, seducirla. No tiene dobles intenciones. Esta mujer no est habituada a ser tratada as: no ha conocido a uno que se comporte correctamente con ella. Jess se abre a la violencia del corazn de esta mujer, quiere hacerle sentir que hay alguien en este mundo que no se aprovecha de ella, y que no juega con las cartas tapadas. La mujer durante toda su vida no ha hecho ms que probar todas las fuentes, para quitarse esta sed que la devora. Pero han sido siempre fuentes que no le han quitado la sed: ha sido siempre como una camella errante que vaga siempre en busca... Pero ahora siente que la relacin con Jess es un agua distinta: se siente tranquilizada, se siente comprendida, no se siente juzgada. A medida que habla con Jess siente acogida, tranquilidad, siente que esta agua que le propone Jess, la est bebiendo, aunque todava no entiende de qu se trata. Jess no pretende ms y contina con la pregunta: Ve a llamar a tu marido...

Jess usa una palabra muy delicada que habra que reinventar hoy: una palabra que indica ya sea al marido, ya sea a un hombre cualquiera, de modo que la mujer puede responder o eludir la pregunta claramente por cualquiera de los sentidos. Jess no le hace violencia, pero le ha puesto el dedo en la llaga. Jess debi haberla amado mucho para que ella hubiera acogido esta pregunta permaneciendo calmada y reflexiva. Finalmente ha encontrado a alguien con quien puede hablar a carta abierta, con el cual puede hablar libremente, siente liberacin, curacin. Jess no le pide a esta mujer que deje a ese hombre, Jess es fraternal en su actitud. Aunque es un amor vivido de modo desordenado, basado en juegos de poder y explotacin, Jess no quiere sepultarlo... es ms: con su agua Jess viene a salvarlo, a hacer que no se quede en el estadio del amor que luego termina, como han terminado los otros matrimonios en la vida de esta mujer. La condicin esencial para calmar la sed de alguien es tener claro cul es su sed. Por eso Jess la lleva a una actitud de confesin. No es fcil, porque brotan del interior los miedos y los celos. Esta mujer respondiendo a la peticin de Jess se abre a compartir su vida. Jess le hace sentir que ella es importante para l pero que no quiere aprovecharse de ella. quiere hacerle ver que tiene claro qu tipo de mujer es ella, pero acogindola.

Decir: no tengo marido es tambin decir: soy pobre, necesito de ti, es una confesin. Jess viene para ordenar el amor humano ofreciendo su agua. Ella no entiende pero experimenta que la acogida de este hombre la hace sentir bien, su sed se est apagando. Se siente acogida, iluminada y tranquilizada. Es el compartir su vida lo que le hace experimentar el agua viva. Descubre que es importante para l, que est dispuesto a sacrificarse por ella, a exponerse a las crticas. La mujer reconoce que Jess es un profeta, es decir, que ha sido enviado por Dios a ella. Sin embargo empieza a sacar cuestiones teolgicas... la adoracin, Samara, Jerusaln Ciertamente son problemticas autnticas, y que resueltas pueden dar una mejor comprensin, pero, qu necesidad haba de sacarlas fuera precisamente mientras la relacin ha llegado a ser tan ntima?

La samaritana hace una pregunta: Quin tiene razn? Nosotros o ustedes? Es mejor nuestra religin o la de ustedes?... Por qu una mujer que est acostumbrada a calmar su sed en el pozo en lugar de hacerlo en la Iglesia hace preguntas de carcter religioso? Quizs busca un argumento religioso para hacer ver que est en grado de sostener el careo con el personaje que tiene delante y que pone siempre a Dios en el primer lugar. Manifiesta un deseo de continuar hablando con este hombre, pero por favor, cambiemos el argumento. Es como decir: me gusta charlar contigo, pero no hablemos de mis maridos, de mis problemas afectivos. Eso me hace sufrir demasiado. La mujer en realidad no logra sostener la relacin con Jess, a pesar de sentir la necesidad de continuarla, cambia el discurso. Qu ha sucedido? No logra vivir su verdad, ha cado aquella pantalla, aquella mscara con la cual se pona en relacin con los dems, y no es capaz de vivir sin ella, no est habituada a verse ni a dejarse ver tan a la luz del sol. En nuestras relaciones nos presentamos ante los dems con una imagen que nos sirve de pantalla entre lo que presentamos y lo que somos en realidad, Jess entra en relacin sin necesidad de mscaras. Muestra lo que es, ms an, es capaz de acoger al otro por lo que es y no por lo que muestra. Pero esta mujer no est habituada a estar en esta verdad: tiene miedo de s misma, de Jess... Y Jess parece que se somete a esta peticin. Comienza a hablar de la controversia judeo-samaritana, pero con gran habilidad regresa al problema central de esta seora: el problema del Padre, y le presenta a un Dios Padre que se hace mendicante de adoradores en espritu y verdad.

La invita a tener con Dios la misma relacin que est instaurando con l, una relacin de autenticidad, una relacin de verdad. Ella escapa de nuevo: S que debe venir el Mesas... Es casi ofensiva, es como si dijera: Qu sabes t? Quin eres t para venir a removerme estos problemas?

Pero Jess insiste: El Mesas soy yo, no escapes, confa en m. Veo que ests espantada. No ves que le estoy prestando un servicio a tu vida? Ella querra estar con Jess, pero no consigo misma. Hablar siempre de otras cosas, de los otros, pero no de s misma. Jess es muy delicado, est en la jugada, como siempre, comprende la necesidad de la conciencia de la mujer respeta sus tiempos, pero al mismo tiempo, busca llevar el discurso al punto principal: Dios! El Padre... Jess habla del Padre, hace entender que ella tiene necesidad del Padre, de la paternidad, ella necesita entrar en esta relacin autntica con Dios, y conocer que l es Padre. No obstante toda esta actitud de acogida de Jess, la mujer saca a lucir la historia del mesas. Podemos imaginar que sea lcito indagar la identidad de una persona antes de darle confianza, sin embargo da precisamente la impresin de que intenta escabullirse una vez ms. En el fondo le pide a Jess decir explcitamente que es el Mesas, o que Jess, reconociendo que no lo es entre en relacin con ella sin pretensiones de involucrarse, porque la persona que verdaderamente podr dar una respuesta al corazn del hombre todava est por llegar. Una vez ms, precisamente detrs de una pregunta justificada, busca una actitud de resistir hasta el final antes de dar verdaderamente confianza a una persona; el corazn no se rinde, dentro se ha desatado una batalla terrible: este hombre se ha puesto completamente al servicio de mi persona, este hombre me est abriendo perspectivas infinitas para mi vida de mujer, para mi relacin con Dios, estoy haciendo una experiencia como nunca antes en mi vida, y precisamente por eso te meto el bastn entre las ruedas, te pongo a prueba, te estrujo hasta el final, hasta hacerte salir el alma, porque no me fo, y me fiar solamente cuando vea correr tu sangre, cuando te vea aplastado bajo mis golpes, bajo mi insistencia, mi reprobacin. En este punto, Jess, en un ltimo vaciado de s mismo, debe decir lo que es el secreto ntimo, ms ntimo de su vida, debe manifestarse a s mismo hasta el fondo, y correr el riesgo de ser rechazado, all donde despus no es posible hacer nada ms. En efecto, despus de estas ltimas palabras de Jess, no hay nada ms que decir: si la samaritana lo rechaza, Jess no tiene ms cartas para jugar, y esto sera desastroso para la samaritana misma. Tambin esta afirmacin de Jess, la ms grande que se pueda pensar, podra ser entendida como una afirmacin poderosa y que sobrepasa, como conviene a un hijo de Dios, en cambio debe ser leda precisamente en esta clave pasiolgica (de la pasin), en esta actitud de vaciarse de s mismo. Ella quisiera estar con Jess, pero no consigo misma. Hablar siempre de otra cosa, de los otros, pero no de s misma. En este momento sucede un hecho decisivo: regresan los doce.

Para la mujer es un momento decisivo. Ahora sabr si Jess est hablando en serio con ella. Podra esperarse que Jess le volteara la espalda, como quizs hara ella si llegase gente del pas.

Ahora ve que Jess est dispuesto a comprometerse con ella incluso pblicamente: este hombre est dispuesto a pagar por ella. Tema que terminase el encantamiento de la relacin con ella, pero Jess no la abandona, no se preocupa de salvar las apariencias. En aquel momento regresan los discpulos, y ste es un acontecimiento que pone a Jess todava en la condicin de perder an su vida. Ellos se dan cuenta de que Jess est hablando solo con una mujer, est haciendo algo que va contra la ley, esto es causa de escndalo en ellos.

Adems saben que Jess tiene hambre, pero no le manifiestan nada a Jess: no estn presurosos, no le preguntan siquiera si tiene necesidad de algo. Los doce, en el intento de reiniciar un dilogo con Jess, sacan el tema del comer, algo as como cuando nosotros queremos estar con alguien y lo invitamos a cenar. Ms all de las situaciones de dificultad, debe haber en cualquier caso un respeto por las necesidades fundamentales de las personas, los conflictos suceden para ser resueltos, para ser momentos de crecimiento. Las clarificaciones sucedern, pero no es justo tratar al otro de este modo, ignorando sus necesidades fundamentales, sin embargo, eso es lo que hacen los apstoles; y adems no le manifiestan sus perplejidades respecto de su comportamiento, sino que permanecen callados. Cmo hace de mal este silencio hostil, es mejor cuando te dicen las cosas en la cara: sta es guerra fra.

Jess no ha cambiado de actitud con ella, a pesar de esta presencia de los doce que lo siguen mirando con mala cara. En este momento la samaritana est tan contenta que siente la necesidad de ir a comunicar su alegra a todo el pas; precisamente a aquellos paisanos a quienes antes evitaba, y va a contarles aquello que haba prometido nunca contar a nadie: todo lo que he hecho. Antes de partir lanza a Jess otro mensaje transversal: dejo aqu mi cntaro, porque regreso inmediatamente y s que t me esperars y que me puedo fiar de ti.

Es probable que maana esta mujer regrese al pozo con las otras mujeres y ya no ms sola porque se siente reconciliada consigo misma, con Dios y con su gente. Ella que es una aventurera solitaria ahora se da cuenta de que Jess la hace sentir bien incluso en pblico. Su estar bien se vuelve reconciliacin con su gente, va a las personas con las que estaba de pelea toda una vida, y ya no tiene ms miedo de ser ella misma, de reconocer el mal que ha hecho, de anunciar aquello que le ha sucedido, y ha dejado su cntaro all, para decir que regresara, porque no ha encontrado antes a nadie como Jess y con l quiere seguir caminando.

Rab, come. Cul es el sentimiento interior de los apstoles? Estn todava maravillados por la actitud, el comportamiento de Jess, estn perplejos. Hay que restablecer la relacin, pero de dnde partir? La situacin de haber regresado con la comida para Jess se convierte en la ocasin para recomenzar el discurso: ellos le ofrecen de comer, le cuentan la visita a la ciudad y luego enfrentan la cuestin de la samaritana.

Tengo para comer un alimento que ustedes no conocen. Jess se est nutriendo interiormente de aquello que acaba de suceder entre l y la samaritana. Est absorto. Est contento de aquello que ha sucedido, contento de que esta mujer haya acogido su palabra, lo haya acogido a l, haya acogido la verdad de Dios. Esto le da una gran alegra a Jess: precisamente para eso ha venido al mundo, esa es la razn de su existir, es la razn por la cual se ha sentido enviado por el Padre. Esto es un alimento para Jess. Jess para los discpulos se sostiene de otra parte. Se sostiene de una parte ms autntica, que ni siquiera las necesidades materiales logran poner en un segundo plano. Sin embargo, lo que dice Jess es enigmtico: para quien no se pone en actitud de escucha, su afirmacin se queda en un plano estrictamente material. Pero Jess responde que ya ha comido.

Los discpulos no entienden que Jess est absorto, que est viviendo un momento de intensa oracin de agradecimiento al Padre, porque la conversin de esta mujer da significado a toda su encarnacin, a sus fatigas y sufrimientos.

Jess sabe que ha podido obrar este milagro gracias a su comunin con el Padre y a su interaccin. Jess disfruta de esta colaboracin con el Padre y recoge el fruto del haberse expuesto, de haber amado primero.

Jess quiere preservar este momento que lo est nutriendo profundamente, pero los doce no entienden su necesidad. Jess dice Yo tengo un alimento que ustedes no conocen, que es hacer la voluntad de mi Padre. Aquello que acabo de hacer con esta mujer y lo que me dispongo a hacer con todos los samaritanos que vendrn ac, acoger, hablar del amor de Dios por el hombre, del hecho de que no hace distincin de personas, que su reino viene.

Alguno quizs le ha llevado de comer? La consideracin parece pertinente, circunstancial. Sin embargo deberan estar acostumbrados a ver a Jess absorto, a su maestro dirigido a algn propsito que todava es oscuro para ellos. En cambio, como casi siempre, sus conciencias son sordas, estn endurecidas. Los malentendidos se originan siempre de una falta de escucha de la propia conciencia y de la conciencia de los otros.

Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y realizar su obra. Ahora Jess clarifica su actitud: todas las cosas que ha hecho son obra de Dios; siempre ha sido as, y lo ha sido tambin en este momento. Esto es alimento, porque viene al encuentro de la necesidad ms profunda del hombre: la comunicacin con la vida y de la vida. Comunicacin con la vida: Jess est profundamente atento a lo que el Padre quiere, y en actitud de escucha: esto es fundamental para el hebreo, y en la tradicin bblica escuchar la palabra es lo mismo que alimentarse de la palabra. Comunicacin de la vida: porque precisamente escuchando, Jess llega a sentir que la misma palabra quiere comunicarse a aquella persona que ha pasado delante de l.

No dicen ustedes: todava faltan cuatro meses y luego viene la cosecha? He aqu que yo les digo: levanten sus ojos y miren los campos que estn ya maduros para la cosecha. Hay algo ilgico: si faltan an cuatro meses, Cmo es posible que los campos ya estn listos para la cosecha? Entendamos que Jess tiene una visin proftica para comunicar a sus discpulos. El pequeo episodio de la samaritana y de sus paisanos, se ha convertido en una pequea puerta desde donde mirar hacia el futuro, y Jess ve el fruto de su misin, a la cual quiere asociar a sus discpulos.

En esto tiene razn el refrn: “uno es el que siembra y otro es el que cosecha”. Yo los he enviado a ustedes a cosechar un campo que ustedes no cultivaron, otros lo han cultivado y ustedes recogen el fruto del trabajo de ellos. Jess es profundamente consciente de que la inmensa obra del Padre puede ser llevada a cabo slo mediante una estrecha colaboracin con l. Esto se debe decir de Jess, que ha sido dcil a todo lo que el Espritu del Padre ha hecho en el corazn de la samaritana, y debe decirse an ms de los discpulos que podrn realizar esto slo en colaboracin con los otros. La obra grandiosa del Padre nos encuentra ya insertados en un flujo de vida que no podemos nunca dominar totalmente.

Yo los he enviado a ustedes a cosechar un campo que ustedes no sembraron. Sabemos que muchos han sembrado antes que nosotros, los discpulos saben que Jess ha sembrado antes que ellos, pero quin ha sembrado para Jess en el corazn de la samaritana de modo que permite esta conversin aparentemente tan imprevista?

Desde cundo trabaja el Espritu en el corazn de esta mujer? Quizs desde hace muchos aos siente esta voz dentro de ella: Dnde est tu marido? De quin me puedo fiar? Quin ser fiel a mi vida? Jess ha cosechado la obra de Dios en ella y se la ha revelado. Por eso Jess se siente colaborador del Padre y se alegra de eso. Esta es un duro golpe para el orgullo humano que quiere ser el protagonista nico y absoluto. Pero es una buena noticia para quien se siente sobrecargado de una responsabilidad que supera sus propias fuerzas. Adems es una visin, la de la direccin general del Padre, que suscita sentimientos de gratitud y de glorificacin. l es el verdadero artfice de esta obra, l se inclina misericordiosamente hacia sus creaturas.

Los samaritanos creyeron en Jess, porque haban podido constatar que aquello que haba hecho en la samaritana era una obra de Dios. Haba logrado llevarla a un arrepentimiento, a una escucha de s misma y de aquello que haba hecho. Y Jess es invitado por los samaritanos a quedarse. En ellos hay ganas de compartir, de conocer mejor a este maestro. Tambin los samaritanos, conociendo a Jess, tienen una visin proftica: su encuentro con l es una pequea puerta desde la cual dan un vistazo al futuro y a la eternidad, y se dan cuenta de que sta obra de Jess es algo destinado a crecer sin medida hasta abrazar al mundo entero. l que ha sido capaz de superar las barreras entre los judos y los samaritanos es uno que tiene dentro de s una semilla de una universalidad sin lmites: es verdaderamente el salvador del mundo.

Qu imagen de Jess obtenemos al final de este trabajo sobre Juan 4? Un Jess que tiene una gran capacidad de relacin, porque no tiene miedo de ser rechazado: ya sea cuando la samaritana pudo haberse valido del hecho de que no se poda dirigir la palabra a una mujer sola y que no haba buenas relaciones entre judos y samaritanos, ya sea cuando los discpulos que regresan, no comprenden por qu estaba hablando con ella. un Jess que es paciente, y sabe conducir la necesidad de la samaritana a dirigirse hacia Dios. Un Jess que puede dar algo que nadie en el mundo puede dar, algo como un agua viva que sacia la necesidad del corazn del hombre, algo que da la posibilidad de dar un culto autntico a Dios: en Espritu y en verdad; un alimento verdadero, que es la voluntad de Dios, la cual es la tarea que Dios confa a cada uno para realizar en este mundo. Un Jess que no conoce barreras culturales ni religiosas, sino que quiere entrar en relacin con todos y que por esto es definido por los mismos samaritanos como Salvador del mundo. Qu nos dice el Seor a travs de este cuadro sobre la persona de Jess? Que existe un hombre que es capaz de entrar en una relacin tan ntima con los otros, como para saciar aquella sed de amor que hay en el corazn de cada uno. Esta es una palabra que invita a no desesperar: es posible para ti, para nosotros esperar, creer que es posible todava tener esta respuesta a nuestra necesidad de tener relaciones autnticas en nuestra vida. Esta palabra nos dice tambin que ahora, en este momento el Seor te da la posibilidad de tener esta nueva relacin, esta relacin autntica con los otros. Esta relacin autntica comienza aqu, a travs de la Iglesia. La Iglesia es la que se comunica contigo y te dice una palabra verdadera, una palabra autntica, y que puede salvar tu vida, de modo que t tambin, como estos samaritanos, puedas decir que este Jess es verdaderamente el salvador del mundo.

Tambin hoy Dios sigue creando, produciendo alguna cosa en la vida de cada uno de nosotros. No es un creador pensionado.

Acrcate a Jess como la samaritana y deja que l te revele la obra que Dios desde hace muchos aos est realizando en ti y te lleve a descubrir que esa sed de relaciones autnticas y profundas es tambin sed de Dios, sed de Jess que te de el agua viva que salta hasta la vida eterna.

A los israelitas, el Señor les da agua de la roca.

El agua viva es Cristo, quien ofrece tambien a la samaritana agua viva.

Para evangelizar Galilea y Judea Jesús ha elegido a hombres, para Samaria a una mujer. ¿hemos advertido cómo promociona la mujer?

1. El libro del Éxodo nos anuncia el agua viva por contraste, ya que Rafidim, en plena estepa del Sinaí, es un sequedal donde no hay ni pizca de agua, y como el agua es elemento de primera necesidad, es natural que el pueblo de Israel, después de su liberación de Egipto y devorado por la sed, acuda a Moisés protestando, como casi siempre, por las carencias del desierto: "¿Nos has hecho salir de Egipto para matarnos de sed?" Éxodo 17,3.

Los hombres normalmente queremos ver satisfechas nuestras necesidades en cuanto aparecen. Aquella necesidad era de “primera”, pero la confianza en el Señor debe prevalecer sobre ella. Vemos lo de la tierra como prioritario y único. El Señor y sus planes quedan lejos, y nos dejamos ganar por la inmediatez. Basta hacer un recuento de nuestras vicisitudes vitales para que nos demos cuenta de que a todas ha subvenido el Señor, no siempre a nuestro gusto, pero siempre ajustado a su línea programática, que nosotros desconocemos y por eso nos rebelamos, a menos que estemos superdotados de fe y de espìritu de sacrificio.

Aquellos caminos sinuosos que considerábamos absurdos e injustos, tenían sentido y, aunque aún no los sepamos descifrar, no habrán quedado al margen de la providencia de Dios. Tienen sed los israelitas en el desierto y es natural. Tienen sed de trascendencia sobrenatural, ellos y todos los hombres, que sólo Dios puede saciar, porque El nos ha hecho para El. Preguntaba el pueblo: "Está o no está con nosotros el Señor?". Llegó Moisés, y ante la expectación de todo el pueblo, golpeó la roca, y brotó un chorro caudaloso de agua. Y San Pablo dice "y la roca era Cristo" (1 Cor 10,4).

El agua de la roca era la respuesta al pueblo que dudaba desconfiado y por eso preguntaba por la presencia de Dios en el desierto con ellos: El chorro generoso de agua era la respuesta a su interrogación: Sí que está, y sigue estando y estará Dios con el pueblo, saciando su sed, de una manera total e integral, individual y social. Jesús es la fuente de agua viva, que va a ofrecer a la samaritana.

2.”He sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 15,24). Galilea es evangelizada. Lo es también Judea. ¿Qué pasa con Samaría? ¿No recibirá la Buena Noticia?. Sabemos que una vez quisieron apedrear a Jesús y a sus discípulos, por lo que Juan y Santiago pidieron a Jesús que hiciera bajar fuego del cielo (Lc 9,54). Nos es conocido que por cismáticos, siendo parte de Israel, odian ferozamente a los judíos. ¿No habrá manera de que puedan recibir el influjo de la Palabra de Jesús?. Para Galilea y Judea Jesús ha elegido hombres. Para Samaría va a elegir a una mujer.

Por tanto, Jesús en la samaritana no va a convertir a una pecadora, va a elegir una evangelizadora. Jesús va de Judea a Galilea. Pudo haber hecho el viaje por el valle del Jordán, aunque esta ruta, sobre todo en mayo, era más incómoda por el calor sofocante y agotador de la orilla del río, que discurre bajo el nivel del mar. Por eso, como la mayoría de los que hacían este recorrido, Jesús con su grupo, se decidió por la montaña, y porque esperaba manifestarse a una persona, que sería la semilla de la predicación para toda una comarca, de otro modo inaccesible.

2. Nos conviene, ante la nueva evangelización, observar el procedimiento de Jesús en el trato con las personas y en su apertura a la buena noticia. ¿Cómo va a abordar a esa persona? Jesús está cansado por la fatiga del camino y se ha sentado junto al pozo de Jacob, no sólo pozo, sino manantial, en Siquem, hoy Nablus, cerca de la tumba de José, por donde Abraham hizo su entrada en la tierra prometida, en la región palestinense de Samaría. Es mediodía y llega una mujer a sacar agua.

Los judíos son enemigos de los samaritanos. Se detestan brutalmente. Pero Jesús, no sólo no es enemigo de nadie, sino que está sediento del amor de todos: “Que soy Dios y no hombre, enemigo a la puerta”. Jesús abre el diálogo. Comienza humillándose. ¡Que me pida él a mí!. Yo me mantego en mi sitio! ¡Que me busquen ellos!. Sin embargo, pedir algo, es un resorte psicológico para simpatizar con cualquiera y romper la barrera de la distancia: "Mujer, dame de beber". Hoy diríamos: “dame fuego”. La mujer se extraña y lo manifiesta: "¿Como siendo judío?"... -"Si tú conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tu y él te daría agua viva".

La samaritana entiende las palabras en sentido literal, ¡cómo va a entenderlas! Jesús, que es maestro en el arte de elevarse de lo terreno a lo celestial, ofrece un agua de otra naturaleza, trascendente. Agua que puede satisfacer las necesidades más profundas del corazón humano. Le habla de la vida eterna. Le habla de la eternidad, de esa realidad desconocida y hoy, desgraciadamente, tan silenciada, porque los hombres se están tratando de engañarse contentándose con esta vida hermosa, sí, pero tan pobre y limitada, que sólo se la puede tolerar con la esperanza de la eterna. Callar sobre la vida eterna es dejar vía libre a los pretendidos intelectuales para que se proclamen modernos, terrenales y progresistas, siguiendo a Nietzsche, que en su Prólogo a Zaratustra, 3, clama: "¡permaneced fieles a la tierra!".

Los teólogos "fieles a la tierra" dejan sin alimento y sin dirección a las fuerzas más intensas y generosas del corazón humano, con lo que no se consigue mayor compromiso social, mayor promoción del hombre, mayor solidaridad en una economía más justa; el resultado es egoísmo y narcisismo espirituales; veleidad esotérica pululante; multiplicación de métodos mentales y de meditación. Una teología desequilibrada nunca será una teología profética, sino sólo... una teología desequilibrada.

La vida eterna no es una válvula de escape ni una disculpa; no es una justificación ni del mal social ni de la ignorancia o pereza de nuestras mentes; no es el patrimonio de los más poderosos, ni de los más cobardes, ni de los más inteligentes. Jesucristo predica a la Samaritana que el agua que él le dará salta hasta la vida eterna.

Unamuno decía: «Yo no digo que merezcamos un más allá, ni que la lógica nos lo demuestre, digo que tenemos necesidad, lo merezcamos o no, y basta. Digo que lo que pasa no me satisface, que tengo sed de eternidad y que sin ésta todo me es indiferente. Sin ella no hay ya gusto de vivir... Es demasiado fácil afirmar: «Es necesario vivir, es necesario contentarse con esta vida». ¿Y los que no se contentan?» Con la esperanza de la vida eterna: «La leve tribulación de un momento nos procura, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna» (2 Cor 4,17). «Pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas» (2 Cor 4,18).

4. "Señor, dame esa agua". Sólo quien ha experimentado la sed del desierto, como los israelitas en Rafidim, está capacitado para entender el valor del agua, que se convierte en el símbolo de lo único que puede satisfacer profunda y plenamente al hombre. Sólo quien ha experimentado la sed ardiente de Dios, sabe valorar el precio del Agua Viva de la gracia.

5. Un fariseo ni siquiera hubiera dirigido la palabra a una mujer, ni menos la hubiera estado esperando, ni menos hubiera recorrido tan largo camino, hasta cansarse, pues ni los rabinos ni ningún hombre podía hablar en la calle con una mujer. El escándalo pues, estaba servido. Como sucede a menudo, en un primer encuentro después de haber hablado de cosas triviales e intrascedentes, aflora el problema verdadero. No perdamos de vista que esta mujer es elegida para evangelizar aquella comarca.

Por otra parte, conviene saber que Cristo no podía acceder a Samaría, como lo hacía sin dificultad en las sinagogas de Galilea y en Judea, y en Jerusalén en el templo. De ahí que tenga que hacer su catequesis a campo libre, junto a un pozo. Está en Israel y ha sido enviado a predicar en Israel. Samaría es una región cismática. Tienen su templo, rival del de Jerusalén, en el monte Garizim, y de los libros revelados, sólo aceptan el Pentateuco. ¿Dónde predicará Cristo? A la intemperie. Se pone de manifiesto el sentido de adaptación de Jesús para cumplir “la obra” que le ha encomendado el Padre. ¿Quién proclamará la buena noticia en Samaría?

Los judíos son mal recibidos. Se lo encargará a una mujer samaritana Pero no se puede recibir tal encargo sin haber sido curada antes. La samaritana tiene un problema personal, que le preocupa poco, dado el ambiente social sincretista del país en el que vive. A muchísimas personas de nuestra sociedad les trae también sin cuidado el mismo problema. Por eso Jesús le va a ofrecer la vida, sin que ella ni se arrepienta, ni él le ofrezca el perdón, como hará con la adúltera.

En Judea se tiene una conciencia más estricta que en Samaría. Sobre todo los que la acusaban y acosaban. ¡Cuántas mujeres viven aquí tan campantes en situación semejante o peor que la samaritana! "Bien dices: no tengo marido; porque cinco tuviste, y el que ahora tienes no es tu marido". El sexto marido no es obstáculo para que Jesús le ofrezca la vida y ella pueda recibir esa agua. Jesús le va a dar el agua de su revelación de Mesías, aún sin romper con ese marido. ¿Acaso le preguntó a Simón Pedro, o a Andrés o a los otros apóstoles por su vida privada?

La va a evangelizar y la dejará con su responsabilidad y su conciencia, al igual que al recaudador y a Zaqueo. La buena noticia es por sí misma vivificante y exigente. Anunciada por Cristo, debió de ser irresistible, atrayente, positiva, luminosa y deslumbrante, con sabor a Dios y a felicidad. La felicidad que ella andaba buscando inútilmente. Entonces, ¿por qué Jesús le desvela su situación personal? Para darle a la mujer una prueba de que él no es uno de tantos, para que acepte el evangelio. De hecho ella decidirá que es un profeta, porque “me ha dicho todo lo que he hecho”: "Anda, trae a tu marido". -"No tengo marido".

6. Ni un reproche, ni las preguntas de dónde y de cuándo y cuántas veces. Nada de hurgar la herida, que es ignorancia y un poco de rencor o una especie de resentimiento. Se remonta y en vez de ponderarle el mal que ella ha hecho le habla de la riqueza que él le quiere dar. Basta que la desee. El que ha visto a Dios, o sabe ver y decir a qué sabe Dios, no necesita magnificar el pecado, que es contraproducente e indica falta de sensibilidad y delicadeza. ¡Bastante humillado está ya el pecador!

Así obra Jesús también con la adúltera, con Zaqueo, con Leví el publicano y con el hijo pródigo. Su padre no le pregunta: ¿De dónde vienes? ¿Dónde has gastado el dinero? Jesús mira al pecador para que se entregue. "Mirar Dios es amar" dice San Juan de la Cruz. Lo otro es mirarse a sí. A Dios le duele el mal que le hacemos al pecar, porque nos lo hacemos nosotros por ignorancia: "Perdónalos, no saben lo que hacen". Nos quiere felices y ve que nos hacemos desgraciados cuando nos alejamos.

7. Ella intenta escabullirse con preguntas curiosas que desvíen la conversación, echa balones fuera. Es igual, ya está cazada. Y, como ha hecho oración: "dame esa agua", aunque ha sido de manera interesada, "para no tener que venir aquí a sacarla", Jesús que ha dicho: "Pedid y recibiréis", se la da, y se revela, por primera vez, como Mesías: "Yo soy el Mesías: el que habla contigo".

La samaritana al contacto con Jesús, ha ido descubriendo gradualmente primero a un judío, después a un señor. Si se le notaba la clase de lejos y al instante, ¿qué sería de cerca y oyéndole hablar, y, sobre todo una mujer, que tienen una intuición singular?. Reconoce también en él a un profeta. Por fin, al Mesías. Y los samaritanos, han terminado conociendo: "al Salvador del mundo" Juan 4,5. Es la única vez que en el Evangelio se le llama así.

8. Cuando se tiene un conflicto interior, queda bloqueada la Palabra. La samaritana comienza a entender. Los cinco maridos que ha tenido no han llenado su sed de infinito. Cada uno de ellos comenzó gustándole y terminó encontrándole fallos y aburriéndole, hastiándole. Ahora vive con el sexto. ¿Cuánto le durará? Durante la decadencia del Imperio romano, había llegado la corrupción a tal extremo, que las matronas no contaban los años por los cónsules sucesivos, sino por sus maridos sustituidos. En nuestra sociedad los divorcios han dejado de ser malvistos. ¿Están satisfechos?

El epicureismo de antes de Cristo, el hedonismo, el materialismo, domina entre gran parte de nuestros conciudadanos. Comenzamos a zapear en la televisión y en todas las cadenas nos sirven lo mismo, pues por lo visto hay demanda, porque la publicidad mide el índice de audiencia. Como si los 2000 años de cristianismo se hubieran esfumado.

9. "Señor, veo que tú eres un profeta". El profeta ha descubierto su vida. Ella se siente desnuda, como Eva en el paraiso, experimenta su debilidad, se siente criatura. Comienza a darse cuenta de sus pecados. Ante Jesús ya no valen las caretas. Todos andamos por el mundo disfrazados e infelices por dentro. Ante Dios no valen ni palabras, ni excusas, ni disimulos. Sólo cuenta la verdad ante él y la humildad y la confianza en su misericordia.

La confesión nos humilla y por eso la dejamos, y cada día somos más infelices, aunque tengamos todos los cargos, honores y prestigio que hayamos buscado o cultivado. Los ataques a la Religión y concretamente al cristianismo, son como una protesta interior de no querer ver en el espejo nuestra pobreza, miseria y debilidad. Y, como niños, rompemos el espejo. Si conocíeramos el Don de Dios y quién es el que nos está pidiendo de beber y ofreciéndonos agua viva, caeríamos en sus brazos como pequeños desamparados y pobres.
10. A nosotros, y a todos, como a la samaritana, Cristo nos dice que el que bebe de esa agua vuelve a tener sed. Alcohol, droga, sensualidad, euros, poder, éxito, fama. Siempre exigen más, más, más, hasta la extenuación destructiva. ¿Qué remedio, pues? "El que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: porque esa agua se le convertirá dentro de él en un manantial que salta dando una vida sin térmimo".

La mujer, evangelizada por Jesús, comienza a pedir: "Señor, dame de esa agua para que no tenga que venir a sacarla de aquí". Quiere traducir las palabras de Jesús en eficacia material. Como pidieron los judíos cuando multiplicó los panes: "Danos siempre de este pan".

11. Cuando se escucha la palabra pensando en su utilidad, no se aprecia el don de la Palabra y sus exigencias, sino que se lee o por curiosidad, o para poder hablar, o para conseguir salir airosos en nuestro cometido; se intenta hacer que todo converja en el éxito apostólico y ascético, pastoral y personal: se cifra el objetivo en adquirir claridad de ideas, en que nos broten intuiciones nuevas, ideas originales para sí y para los demás, pero afecta poco o nada nuestra vida, y no se obra nuestra conversión, que es el objetivo principal a estas alturas de la Cuaresma.

12. "Dame de esa agua". A Santa Teresa le encantaba esta oración y tenía pintada en su celda la escena de la samaritana. Para ella esa agua viva era la contemplación infusa, el don de Dios, todos los bienes mesiánicos, la paz, la alegría, la plenitud.

13. Pero conviene no polarizar el mensaje de esta lectura en el personaje de la Samaritana, tan insinuante y atractiva, en perjuicio de otras dimensiones de la perícopa. Pretende toda ella valorizar el Don de Dios, simbolizado en el agua, que es Cristo, su amistad, su seguimiento, nuestra divinización y plenitud. Es la perla preciosa el tesoro escondido en el campo (Mt 13,44). El que lo encuentra se hace rico. Es lo mejor que le puede pasar.

El testimonio de la mujer samaritana fué convincente. Hablaba de su propia vida y contagiaba la sed que el Maestro le había puesto en el corazón. La había sembrado Cristo, y la cosecharán después los discípulos, cuando ya resucitado y subido al cielo, tengan que venir, anunciada a Jerusalén la cosecha por el diácono Felipe, Pedro y Juan (He 8,14) para imponerles las manos y confirmarlos. “Vosotros recogéis lo que otros han sembrado”. “Uno es el que siembra y otro el que recoge”. La seguridad de la cosecha es estímulo para seguir sembrando, aunque no la veamos, ni la cosechemos nosotros.

El encuentro vivo con Cristo, como el de la samaritana, es el que hace al cristiano convincente y persuasivo, y ese encuentro sólo lo conseguiremos en la oración. Sin oración, los sembradores siembran granos vacíos, sin germen de vida, consiguientemente estériles. “Qué piensas tú que es predicar? ¿Estar hablando una hora de Dios? No. Que venga a tí un demonio y salga hecho un ángel”, escribió San Juan de Avila. Decía un obispo americano a un célebre actor de muchas tablas: usted dice las mentiras como si fueran verdades. Y el actor le contestó: Al revés que ustedes, que dicen las verdades como si fueran mentiras.

14. Hagamos nuestro acto de fe como los samaritanos, y prometamos con el salmo, que enlaza la primera con la tercera lectura: "Escucharemos tu voz, Señor. Demos vítores a la Roca que nos salva; démosle gracias al son de instrumentos. Que somos su pueblo y el rebaño que él guía. No endurezcamos el corazón, como nuestros padres en Masá y Meribá" Salmo 94.

Ablandemos el corazón roto por la contrición, rechazando las tentaciones actuales de nuestro actual desierto, contra la actitud de nuestros padres en el suyo, donde recharon a Dios y rompieron su Alianza, para recibir con fruto la sagrada eucaristía, Agua Viva, Sacramento Nupcial de la Nueva Alianza en la Sangre de Cristo, Viviente y gloriosa.

El cuarto viernes de Cuaresma se dedica a la Samaritana en Oaxaca

En Oaxaca, la costumbre data de finales del siglo XIX cuando comenzó la celebración en los atrios de las iglesias y se cree que lo más probable es que hayan empezado en los templos de San Francisco y la Merced.

Es una fiesta en la que las mujeres de las iglesias, edificios públicos y hasta oficinas de la iniciativa privada y todos los niveles de educación preparan agua de diversos sabores que ofrecen de manera gratuita.

Es tradicional que las 11 horas de cada Cuarto Viernes de Cuaresma la actividad se suspenda, las marimbas y conjuntos musicales toquen todo tipo de música y los transeúntes pasen de uno en uno para saborear las tradicionales aguas frescas de horchata con tuna, chía, chilacayota, limón raspado, melón, sandía, mango, tamarindo y más recientemente se incluye el tejate (una bebida tradicional a base de maíz y cacao) y hasta nieve... en fin, de todas las frutas.

Según el historiador Andrés Portillo en su obra “Oaxaca en el Centenario de la Independencia Nacional, 1910” esta tradición de los Viernes de Cuaresma --que no del Llano, aclara-- inició en el templo de San Matías Jalatlaco, donde se da culto a Jesús Nazareno, un edificio que data del siglo XVI.

“Desde tiempo inmemorial, los devotos solían reunirse cada Viernes de Cuaresma para practicar el Vía Crusis, la ceremonia que tenía lugar muy de mañana, para contar con una mayor asistencia de los vecinos trabajadores que en dicho barrio se han dedicado a la curtiduría”, actividad que por cierto ha desaparecido.

Después del Vía Crusis, los circunstantes iban a saborear los antojitos que se vendían en torno al templo, donde también se ofrecían claveles, rosas, alhelíes y otros aromas cortadas de madrugada en los jardines de Xochimilco, de la Trinidad y de Cuatro Caminos.

En la actualidad esa convivencia matinal de los Viernes de Cuaresma, reúne a las estudiantes de preparatoria y carreras profesionales en el Paseo Juárez, quienes reciben flores que ahora se compran y se elige a una reina.

Pero el Cuarto Viernes de Cuaresma, según los historiadores, recuerda el pasaje bíblico de San Juan, en el que Jesús cansado del camino pidió a una mujer samaritana que le diera agua del pozo. Pero la mujer Samaritana respondió: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy Samaritana?... Y más adelante, Jesús le dijo: Cualquiera que bebe de esta agua, tendrá otra vez sed; pero quien bebiera del agua que yo le daré jamás volverá a tener sed.

Ese pasaje originó lo que hoy se conoce como La Samaritana, donde las mujeres, principalmente, preparan al filo de las doce del día y hasta con representaciones religiosas o con vistosos vestidos típicos, como la China Oaxaqueña o las Tehuanas, los “puestos” que son adornados con flores de gubambilia, cañas verdes en forma de arcos, para ofrecer las aguas frescas en ollas de barro.

La fiesta de la Samaritana es hoy también pretexto para recordar a la horchatera oaxaqueña Casilda Flores y su hija “La Chatita”, quienes dieron fama internacional a la horchata oaxaqueña desde su modesto puesto en el mercado.

y se revive el pasaje bíblico que relata San Juan, el encuentro que tuvo Jesús en el pozo de Jacob en la ciudad de Sicar o Siquem.

Una de las tradiciones en Oaxaca es la festividad del día de la Samaritana, en este día se regala agua al samaritano. Los atrios de las iglesias se llenan de puestos de agua de diferentes sabores, horchata, tamarindo, jamaica; entre otros.

Se dice en un pasaje bíblico, que una mujer de Samaria, calmó la sed a Jesús regalándole agua de un pozo, se cree que esta costumbre data de finales del siglo XIX, cuando comenzó esta costumbre.

Estas celebraciones se han llevado a cabo tras varias generaciones, y para regalar agua, ponen sus mesas adornadas tradicionalmente con un arco de carrizo adornado con flores de Bugambilia.

En los pueblos se suspende todo tipo de actividades, para dar inicio a la música de banda y así saborear las tradicionales aguas frescas.


En la cuaresma se puede observar gente que regala aguas frescas en iglesias, escuelas, negocios, parques y calles de Oaxaca. El cuarto viernes de cuaresma, tres semanas antes del viernes Santo, se celebra La Samaritana en Oaxaca. Se colocan y adornan grandes ollas como pozos, algunas con ladrillos, la mayoría forradas con papel que simula ladrillos, y arcos de palma decorados con flores de bugamvilia.

La tradición de La Samaritana se basa en el pasaje bíblico cuando una mujer ofreció agua a Jesús. El pasaje, descrito por Juan, relata el encuentro de Jesús con una mujer en el pozo de Jacob en la ciudad de Sicar o Siquem. En Oaxaca se regala agua fresca a los visitantes y a cualquier persona que pase por uno de los pozos.

La gente que visita Oaxaca en cuaresma disfruta de ricas aguas de sabores y también de nieves típicas de la región. La tradición inició en iglesias y atrios pero se volvió muy popular cuando escuelas y establecimientos se unieron a la festividad. Se cree que la tradición inició a finales del siglo 19, probablemente en las iglesias de San Francisco y La Merced en la ciudad de Oaxaca.

Los sabores más típicos de La Samaritana son La Horchata de arroz, la Jamaica, Tuna, entre otras. También se preparan aguas frescas con Chilacayota, un tipo de calabaza muy fibrosa que se cultiva en Oaxaca.

Las mujeres visten sus trajes regionales en esta bella tradición que representa lo mejor de la hospitalidad Oaxaqueña, gente cortés y gentil que gusta de compartir con los visitantes.

2 abr 2011

LA ANUNCIACION DEL SEÑOR BAJO LA ADVOCACION DE NUESTRA SEÑORA DE LA ENCARNACION ( 25 DE MARZO )



Nazaret es uno de los lugares de Tierra Santa que se visita con más emoción. Concretamente, la gruta de la Anunciación. Aquí el Verbo se hizo carne, reza una inscripción de la Gruta, con la importancia que el adverbio aquí tiene en Tierra Santa. En el Antiguo Testamento se dan muchos encuentros de Dios con el hombre. En Nazaret se realiza el primer encuentro de Dios con el hombre en el Nuevo Testamento.

Y se realizará en María, la dulce doncella de Nazaret. Para redimir al hombre, va a tener lugar la Encarnación del Verbo. Para ello se pedirá a María su colaboración. Y María prestará su asentimiento, ofrecerá su carne y su sangre generosamente. Y nacerá Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.

El Gran Mensajero, Excelentísimo Embajador San Gabriel, Patrono de los Diplomáticos y Embajadores, es él encargado de trasladar el Mensaje más trascendental de la historia. El Mensaje lo recibe María: «Dios te salve, llena de gracia... Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. María dijo al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues no conozco varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será Santo, y será llamado Hijo de Dios».

Se percibe en el diálogo serenidad y tensión. Silencio y reflexión de parte de la Virgen. Respeto y espera de parte del ángel. La propuesta está hecha. Pero Dios no quiere forzar la voluntad de María, que pudo haber rechazado lo que se le proponía. «No pudo ser negado a la segunda Eva lo que a la primera fue concedido: la posibilidad de decir sí o no» (Cabodevilla).

María sigue en silencio. El ángel sigue esperando. Y con él, todo el mundo. «Todo el mundo está esperando, Virgen Santa, vuestro sí. No detengáis más ahí al mensajero dudando. Dad presto consentimiento. Sabed que está tan contento de vuestra persona Dios, que no demanda de Vos sino vuestro asentimiento» (Cristóbal de Castillejo).

La actitud de María es activa y reflexiva. No se precipita. Pero cuando comprende que es la voluntad de Dios, se entrega sin reservas. «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra... Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». Estamos aquí, más aún que en Belén, en el punto cero de la historia nueva. Por el Sí de María se ha realizado el Gran Encuentro, el mayor prodigio de la historia de todos los tiempos.

En la Biblia hay cuatro Fiat o Hágase que son las cuatro columnas del universo. Cuatro misterios en una palabra: Fiat. En los labios de la Trinidad, Creación. En los labios de María, Encarnación. En los labios de Cristo - en Getsemaní - Redención. En nuestros labios - en el Hágase del Padrenuestro - Salvación a través de la santificación. Son necesarios los tres primeros Fiat. Necesario también el cuarto: sólo mi Fiat completa la redención, como dice San Pablo. ¡Gracias, Madre, por haber dicho que sí!

La Encarnación es un misterio dinámico. Cristo desea vivirla otra vez en nosotros. La Beata Isabel de la Trinidad deseaba ser para el Señor como una humanidad complementaria, en la que se realizara de nuevo la Encarnación del Verbo. Cuando un alma responde Sí a Dios, Él baja al mundo.

El Evangelio debe repetirse en nosotros. También en nuestra vida hay ángeles, apariciones, mensajes, que podemos captar o se nos pueden escapar. Este es el dilema: conectar o no conectar. Cooperar o no cooperar. ¡Cuántas anunciaciones en nuestra vida, si supiéramos conectar con la onda de Dios!

En el primer capítulo del Evangelio de San Lucas leemos:


« Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel
a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José,
de la casa de David; el nombre de la virgen era María. »



La palabra "ángel" significa: Un mensajero, un mensajero de Dios.

Gabriel: El que trae buenas noticias, de parte de Dios.

Una virgen es en la Santa Biblia una mujer que no ha cometido impurezas. En el mundo hay muchas mujeres vírgenes, pero una es más pura y más santa que las demás y la llamamos "Santísima Virgen". Es la madre de Jesús.

Comprometida en matrimonio (Desposada): Unos meses antes de casarse, los novios firmaban un compromiso de matrimonio, para que el esposo pudiera dedicarse tranquilamente a preparar todo lo necesario para su próximo hogar, sin peligro de que después la prometida ya no se casara con él.

Desposada a un hombre llamado José.

En Israel era muy estimado el nombre de María. Así se llamaba la hermana de Moisés, y en tiempos de Jesús este nombre era tan popular, que las tres mujeres que estuvieron presentes en el Calvario, todas tenían el nombre de María. Las tres Marías.

María es un nombre que significaba "Señora" o "Princesa", pero varios autores dicen que en Egipto el nombre de María proviene de dos palabras: "Mar": la hija preferida, e "ia": abreviatura de IAVEH: Dios. Por lo cual el nombre de María significa: La hija preferida de Dios. Y en verdad que sí corresponde muy bien este significado a lo que en realidad ha llegado a ser la Madre de Jesús: la hija que más quiere Dios.

« Y entrando, le dijo: «Salve, llena de gracia,
el Señor está contigo.»

Salve: En hebreo, Shalon Jalai, o sea: ¡Yo te saludo. Te felicito. Alégrate! Cada vez que rezamos el Avemaría saludamos a la Virgen con el mismo saludo con el que la saludó el ángel en el día más feliz de su vida, en el día de la Anunciación, cuando ella empezó a ser Madre de Dios. Podremos decir que no hemos saludado al Presidente o al Papa, pero sí hemos saludado muchas veces a la Virgen Santa con el saludo que a Ella más le agrada, el que le compuso el mismo Dios en persona.

Llena de gracia: La mujer que más gracias o favores ha recibido de Dios. Llena de gracia quiere decir: la muy simpática para Dios. Si Ella hubiera tenido algún pecado, ya no habría sido totalmente simpática para Nuestro Señor. Pero Ella no tuvo ni la más mínima mancha de pecado.

El Señor está contigo: Los israelitas cuando querían animar a una persona y asegurarle que le iban a suceder cosas maravillosas le decían: "El Señor está contigo". Es que "si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?". Cada vez que rezamos el Avemaría felicitamos a la Virgen por esta bella noticia: ¡El Señor está siempre contigo! ¡Y ojalá que esté siempre también con cada uno de nosotros!

« Ella se conturbó por estas palabras, y preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas,
María, porque has hallado gracia delante de Dios ».

No temas: Es una frase que en la Santa Biblia se repite muchas veces, dirigida hacia las personas que Dios elige para sus grandes obras. ¡No temas, porque Dios va contigo y te ayudará en todo. ¡No temas!

«has hallado gracia delante de Dios»

Maravilloso elogio. Ojalá se pudiera decir también de cada uno de nosotros.

«vas a concebir en el seno y vas a dar a luz
un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.»

El nombre Jesús significa: el que salva de los pecados. Porque El ha venido a salvarnos a los pecadores y a pagar nuestras deudas ante Dios.

« Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo,
y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino
no tendrá fin. »

Bellísimas noticias acerca de Jesús, que conviene recordar y no olvidar jamás.

« María respondió al ángel: '¿Cómo será esto, puesto que
no conozco varón? El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será
llamado Hijo de Dios... Dijo María: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.' Y el ángel dejándola se fue. »

Y en aquel momento el Hijo de Dios se encarnó y se hizo hombre en el vientre Santísimo de la Virgen María. Día grande y mil veces bendito en el que Dios se vino a vivir entre nosotros.

En 9 meses será Navidad, el día del Nacimiento de Jesús.

¡Gracias Señor te damos por haber
asumir nuestra humanidad para salvarnos!

Tanto amó Dios al mundo que le dió a su propio Hijo
para que el mundo se salve por medio de Él.
(Evangelio de San Juan).

Relato de la Anunciación
Evangelio según San Lucas (Lc 1,26-38)

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.




La fe de la Virgen María
Catequesis de Juan Pablo II (3-VII-96)

1. En la narración evangélica de la Visitación, Isabel, «llena de Espíritu Santo», acogiendo a María en su casa, exclama: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Esta bienaventuranza, la primera que refiere el evangelio de san Lucas, presenta a María como la mujer que con su fe precede a la Iglesia en la realización del espíritu de las bienaventuranzas.

El elogio que Isabel hace de la fe de María se refuerza comparándolo con el anuncio del ángel a Zacarías. Una lectura superficial de las dos anunciaciones podría considerar semejantes las respuestas de Zacarías y de María al mensajero divino: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad», dice Zacarías; y María: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» (Lc 1,18.34). Pero la profunda diferencia entre las disposiciones íntimas de los protagonistas de los dos relatos se manifiesta en las palabras del ángel, que reprocha a Zacarías su incredulidad, mientras que da inmediatamente una respuesta a la pregunta de María. A diferencia del esposo de Isabel, María se adhiere plenamente al proyecto divino, sin subordinar su consentimiento a la concesión de un signo visible.

Al ángel que le propone ser madre, María le hace presente su propósito de virginidad. Ella, creyendo en la posibilidad del cumplimiento del anuncio, interpela al mensajero divino sólo sobre la modalidad de su realización, para corresponder mejor a la voluntad de Dios, a la que quiere adherirse y entregarse con total disponibilidad. «Buscó el modo; no dudó de la omnipotencia de Dios», comenta san Agustín (Sermo 291).

2. También el contexto en el que se realizan las dos anunciaciones contribuye a exaltar la excelencia de la fe de María. En la narración de san Lucas captamos la situación más favorable de Zacarías y lo inadecuado de su respuesta. Recibe el anuncio del ángel en el templo de Jerusalén, en el altar delante del «Santo de los Santos» (cf. Ex 30,6-8); el ángel se dirige a él mientras ofrece el incienso; por tanto, durante el cumplimiento de su función sacerdotal, en un momento importante de su vida; se le comunica la decisión divina durante una visión. Estas circunstancias particulares favorecen una comprensión más fácil de la autenticidad divina del mensaje y son un motivo de aliento para aceptarlo prontamente.

Por el contrario, el anuncio a María tiene lugar en un contexto más simple y ordinario, sin los elementos externos de carácter sagrado que están presentes en el anuncio a Zacarías. San Lucas no indica el lugar preciso en el que se realiza la anunciación del nacimiento del Señor; refiere, solamente, que María se hallaba en Nazaret, aldea poco importante, que no parece predestinada a ese acontecimiento. Además, el evangelista no atribuye especial importancia al momento en que el ángel se presenta, dado que no precisa las circunstancias históricas. En el contacto con el mensajero celestial, la atención se centra en el contenido de sus palabras, que exigen a María una escucha intensa y una fe pura.

Esta última consideración nos permite apreciar la grandeza de la fe de María, sobre todo si la comparamos con la tendencia a pedir con insistencia, tanto ayer como hoy, signos sensibles para creer. Al contrario, la aceptación de la voluntad divina por parte de la Virgen está motivada sólo por su amor a Dios.

3. A María se le propone que acepte una verdad mucho más alta que la anunciada a Zacarías. Éste fue invitado a creer en un nacimiento maravilloso que se iba a realizar dentro de una unión matrimonial estéril, que Dios quería fecundar. Se trata de una intervención divina análoga a otras que habían recibido algunas mujeres del Antiguo Testamento: Sara (Gn 17,15-21; 18,10-14), Raquel (Gn 30,22), la madre de Sansón (Jc 13,1-7) y Ana, la madre de Samuel (1 S 1,11-20). En estos episodios se subraya, sobre todo, la gratuidad del don de Dios.

María es invitada a creer en una maternidad virginal, de la que el Antiguo Testamento no recuerda ningún precedente. En realidad, el conocido oráculo de Isaías: «He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Is 7,14), aunque no excluye esta perspectiva, ha sido interpretado explícitamente en este sentido sólo después de la venida de Cristo, y a la luz de la revelación evangélica.

A María se le pide que acepte una verdad jamás enunciada antes. Ella la acoge con sencillez y audacia. Con la pregunta: «¿Cómo será esto?», expresa su fe en el poder divino de conciliar la virginidad con su maternidad única y excepcional.

Respondiendo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,35), el ángel da la inefable solución de Dios a la pregunta formulada por María. La virginidad, que parecía un obstáculo, resulta ser el contexto concreto en que el Espíritu Santo realizará en ella la concepción del Hijo de Dios encarnado. La respuesta del ángel abre el camino a la cooperación de la Virgen con el Espíritu Santo en la generación de Jesús.

4. En la realización del designio divino se da la libre colaboración de la persona humana. María, creyendo en la palabra del Señor, coopera en el cumplimiento de la maternidad anunciada.

Los Padres de la Iglesia subrayan a menudo este aspecto de la concepción virginal de Jesús. Sobre todo san Agustín, comentando el evangelio de la Anunciación, afirma: «El ángel anuncia, la Virgen escucha, cree y concibe» (Sermo 13 in Nat. Dom.). Y añade: «Cree la Virgen en el Cristo que se le anuncia, y la fe le trae a su seno; desciende la fe a su corazón virginal antes que a sus entrañas la fecundidad maternal» (Sermo 293).

El acto de fe de María nos recuerda la fe de Abraham, que al comienzo de la antigua alianza creyó en Dios, y se convirtió así en padre de una descendencia numerosa (cf. Gn 15,6; Redemptoris Mater, 14). Al comienzo de la nueva alianza también María, con su fe, ejerce un influjo decisivo en la realización del misterio de la Encarnación, inicio y síntesis de toda la misión redentora de Jesús.

La estrecha relación entre fe y salvación, que Jesús puso de relieve durante su vida pública (cf. Mc 5,34; 10,52; etc.), nos ayuda a comprender también el papel fundamental que la fe de María ha desempeñado y sigue desempeñando en la salvación del género humano.

La esclava obediente del Señor
Catequesis de Juan Pablo II (4-IX-96)

1. Las palabras de María en la Anunciación: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), ponen de manifiesto una actitud característica de la religiosidad hebrea. Moisés, al comienzo de la antigua alianza, como respuesta a la llamada del Señor, se había declarado su siervo (cf. Ex 4,10; 14,31). Al llegar la nueva alianza, también María responde a Dios con un acto de libre sumisión y de consciente abandono a su voluntad, manifestando plena disponibilidad a ser «la esclava del Señor».

La expresión «siervo» de Dios se aplica en el Antiguo Testamento a todos los que son llamados a ejercer una misión en favor del pueblo elegido: Abraham (Gn 26,24), Isaac (Gn 24,14) Jacob (Ex 32,13; Ez 37,25), Josué (Jos 24,29), David (2 Sm 7,8) etc. Son siervos también los profetas y los sacerdotes, a quienes se encomienda la misión de formar al pueblo para el servicio fiel del Señor. El libro del profeta Isaías exalta en la docilidad del «Siervo sufriente» un modelo de fidelidad a Dios con la esperanza de rescate por los pecados del pueblo (cf, Is 42-53). También algunas mujeres brindan ejemplos de fidelidad, como la reina Ester, que, antes de interceder por la salvación de los hebreos, dirige una oración a Dios, llamándose varias veces «tu sierva» (Est 4,17).

2. María, la «llena de gracia», al proclamarse «esclava del Señor», desea comprometerse a realizar personalmente de modo perfecto el servicio que Dios espera de todo su pueblo. Las palabras: «He aquí la esclava del Señor» anuncian a Aquel que dirá de sí mismo: «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45; cf. Mt 20,28). Así, el Espíritu Santo realiza entre la Madre y el Hijo una armonía de disposiciones íntimas, que permitirá a María asumir plenamente su función materna con respecto a Jesús, acompañándolo en su misión de Siervo.

En la vida de Jesús, la voluntad de servir es constante y sorprendente. En efecto, como Hijo de Dios, hubiera podido con razón hacer que le sirvieran. Al atribuirse el título de «Hijo del hombre», a propósito del cual el libro de Daniel afirma: «Todos los pueblos, naciones y lenguas le servirán» (Dn 7,14), hubiera podido exigir el dominio sobre los demás. Por el contrario, al rechazar la mentalidad de su tiempo manifestada mediante la aspiración de los discípulos a ocupar los primeros lugares (cf. Mc 9,34) y mediante la protesta de Pedro durante el lavatorio de los pies (cf. Jn 13,6), Jesús no quiere ser servido, sino que desea servir hasta el punto de entregar totalmente su vida en la obra de la redención.

3. También María, aun teniendo conciencia de la altísima dignidad que se le había concedido, ante el anuncio del ángel se declara de forma espontánea «esclava del Señor». En este compromiso de servicio ella incluye también su propósito de servir al prójimo, como lo demuestra la relación que guardan el episodio de la Anunciación y el de la Visitación: cuando el ángel le informa de que Isabel espera el nacimiento de un hijo, María se pone en camino y «de prisa» (Lc 1,39) acude a Galilea para ayudar a su prima en los preparativos del nacimiento del niño, con plena disponibilidad. Así brinda a los cristianos de todos los tiempos un modelo sublime de servicio.

Las palabras «Hágase en mi según tu palabra» (Lc 1,38), manifiestan en María, que se declara esclava del Señor, una obediencia total a la voluntad de Dios. El optativo «hágase» (génoito), que usa san Lucas, no sólo expresa aceptación, sino también acogida convencida del proyecto divino, hecho propio con el compromiso de todos sus recursos personales.

4. María, acogiendo plenamente la voluntad divina, anticipa y hace suya la actitud de Cristo que, según la carta a los Hebreos, al entrar en el mundo, dice: «Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo (...). Entonces dije: ¡He aquí que vengo (...) a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (Hb 10,5-7; Sal 40,7-9).

Además, la docilidad de María anuncia y prefigura la que manifestará Jesús durante su vida pública hasta el Calvario. Cristo dirá: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra» (Jn 4,34). En esta misma línea, María hace de la voluntad del Padre el principio inspirador de toda su vida, buscando en ella la fuerza necesaria para el cumplimiento de la misión que se le confió.

Aunque en el momento de la Anunciación María no conoce aún el sacrificio que caracterizará la misión de Cristo, la profecía de Simeón le hará vislumbrar el trágico destino de su Hijo (cf. Lc 2,34-35). La Virgen se asociará a él con íntima participación. Con su obediencia plena a la voluntad de Dios, María está dispuesta a vivir todo lo que el amor divino tiene previsto para su vida, hasta la «espada» que atravesará su alma.

María, nueva Eva
Catequesis de Juan Pablo II (18-IX-96)

1. El concilio Vaticano II, comentando el episodio de la Anunciación, subraya de modo especial el valor del consentimiento de María a las palabras del mensajero divino. A diferencia de cuanto sucede en otras narraciones bíblicas semejantes, el ángel lo espera expresamente: «El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida» (Lumen gentium, 56).

La Lumen gentium recuerda el contraste entre el modo de actuar de Eva y el de María, que san Ireneo ilustra así: «De la misma manera que aquella -es decir, Eva- había sido seducida por el discurso de un ángel, hasta el punto de alejarse de Dios desobedeciendo a su palabra, así ésta -es decir, María- recibió la buena nueva por el discurso de un ángel, para llevar en su seno a Dios, obedeciendo a su palabra; y como aquélla había sido seducida para desobedecer a Dios, ésta se dejó convencer a obedecer a Dios; por ello, la Virgen María se convirtió en abogada de la virgen Eva. Y de la misma forma que el género humano había quedado sujeto a la muerte a causa de una virgen, fue librado de ella por una Virgen; así la desobediencia de una virgen fue contrarrestada por la obediencia de una Virgen...» (Adv. Haer., 5, 19, 1).

2. Al pronunciar su «sí» total al proyecto divino, María es plenamente libre ante Dios. Al mismo tiempo, se siente personalmente responsable ante la humanidad, cuyo futuro está vinculado a su respuesta.

Dios pone el destino de todos en las manos de una joven. El «sí» de María es la premisa para que se realice el designio que Dios, en su amor, trazó para la salvación del mundo.

El Catecismo de la Iglesia católica resume de modo sintético y eficaz el valor decisivo para toda la humanidad del consentimiento libre de María al plan divino de la salvación: «La Virgen María colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres. Ella pronunció su "fiat" "ocupando el lugar de toda la naturaleza humana". Por su obediencia, ella se convirtió en la nueva Eva, madre de los vivientes» (n. 511).

3. Así pues, María, con su modo de actuar, nos recuerda la grave responsabilidad que cada uno tiene de acoger el plan divino sobre la propia vida. Obedeciendo sin reservas a la voluntad salvífica de Dios que se le manifestó a través de las palabras del ángel, se presenta como modelo para aquellos a quienes el Señor proclama bienaventurados, porque «oyen la palabra de Dios y la guardan» (Lc 11,28). Jesús, respondiendo a la mujer que, en medio de la multitud, proclama bienaventurada a su madre, muestra la verdadera razón de ser de la bienaventuranza de María: su adhesión a la voluntad de Dios, que la llevó a aceptar la maternidad divina.

En la encíclica Redemptoris Mater puse de relieve que la nueva maternidad espiritual, de la que habla Jesús, se refiere ante todo precisamente a ella. En efecto, «¿no es tal vez María la primera entre "aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen"? Y por consiguiente, ¿no se refiere sobre todo a ella aquella bendición pronunciada por Jesús en respuesta a las palabras de la mujer anónima?» (n. 20). Así, en cierto sentido, a María se la proclama la primera discípula de su Hijo (cf. ib.) y, con su ejemplo, invita a todos los creyentes a responder generosamente a la gracia del Señor.

4. El concilio Vaticano II destaca la entrega total de María a la persona y a la obra de Cristo: «Se entregó totalmente a sí misma, como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo. Con él y en dependencia de él, se puso, por la gracia de Dios todopoderoso, al servicio del misterio de la redención» (Lumen gentium, 56).

Para María, la entrega a la persona y a la obra de Jesús significa la unión íntima con su Hijo, el compromiso materno de cuidar de su crecimiento humano y la cooperación en su obra de salvación.

María realiza este último aspecto de su entrega a Jesús en dependencia de él, es decir, en una condición de subordinación, que es fruto de la gracia. Pero se trata de una verdadera cooperación, porque se realiza con él e implica, a partir de la anunciación, una participación activa en la obra redentora. «Con razón, pues, -afirma el concilio Vaticano II- creen los santos Padres que Dios no utilizó a María como un instrumento puramente pasivo, sino que ella colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres. Ella, en efecto, como dice san Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano" (Adv. Haer., 3, 22, 4)» (ib.)

María, asociada a la victoria de Cristo sobre el pecado de nuestros primeros padres, aparece como la verdadera «madre de los vivientes» (ib.). Su maternidad, aceptada libremente por obediencia al designio divino, se convierte en fuente de vida para la humanidad entera.

Cuenta la historia de esta región que a mediados del siglo XVIII habitaba en las mezquiteras un ermitaño que nunca dio a conocer su nombre, este ermitaño portaba al cuello una pequeña caja de madera, en su contenido se encontraba una pequeña imagen de la Virgen María en su advocación de la Concepción.

Después no se supo nada del ermitaño que seguramente era un misionero franciscano y ocasionalmente un vaquero encontró la caja donde se encontraba la imagen de la Virgen colgada a un huizache, este hombre fue con el administrador de una de las haciendas cercanas al lugar donde descubrió la imagen, don Cristóbal Villaseñor de la hacienda de San Miguel de los Albas acudió a lugar, descolgó la cajita con la imagen y se la llevó a su casa.

Estando la imagen en poder de Don Cristóbal, al no encontrar al dueño de la misma, acudió al alcalde de la jurisdicción de Santa María de los Lagos (Lagos de Moreno) y le presentó la imagen, el alcalde le dijo que se quedara con ella y a sí fue.

En septiembre de 1753 estando ya construida una capilla en la hacienda de San Miguel de los Albas, el primer capellán, D. Isidro Rafael de Espino se hizo cargo de la pequeña imagen para exponerla al culto público, el capellán de coloco una peaña, corona, media luna y un vestido nuevo para mayor presentación.

Esta imagen aún se venera en la capilla de la hacienda y aunque no es la titular de la Parroquia de Encarnación de Díaz, tiene la gracia de ser la imagen original de donde se mando elaborar una peregrina que es la patrona de la ciudad.

La imagen peregrina que en su momento lo fue y que ahora es la titular de la Parroquia de Encarnación de Díaz, sirvió para colectar limosna para la imagen original, tiempo después esta imagen se quedo en el poblado de Encarnación, de ahí el titulo de la gran Señora.

Es pequeña, oscila entre los 40 y 50 centímetros de altura y fue elaborada a fines del Siglo XVIII, su rostro es de facciones delicadas, se encuentra sonriente, su vestido y manto se encuentran en forma triangular como la mayoría de estas imágenes marinas, sus manos están juntas por lo que representa a la Inmaculada Concepción aunque su título sea el de la Encarnación.
La imagen comenzó a tener devoción en la ciudad hasta que siendo párroco el Sr. Cura D. Justino Ojona se dirigió al Arzobispo de Guadalajara en aquel entonces D. Francisco Orozco y Jiménez, con una petición firmada el 10 de febrero de 1916, solicitando que la imagen de la Virgen de la Encarnación fuera declarada Patrona de la Parroquia, después por un decreto el 18 de febrero del mismo año se declaró Titular y Patrona de la ciudad a Nuestra Señora de la Encarnación, celebrándose el 25 de marzo, festividad de la Encarnación del Señor esta declaración de parte del Arzobispo de Guadalajara.

Posteriormente el Sr. Cura Plutarco Contreras el 6 de junio de 1918 acudió de nueva cuenta a Mons. Francisco Orozco y Jiménez, pero ahora con la petición de la Coronación Diocesana para la imagen, alo que el Arzobispado accedió gratamente.

Las fiestas de Coronación comenzaron con un quincenario en enero de 1922, y la coronación tuvo lugar hasta el día 25 de enero, El Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez fue el encargado de llevar a cabo la celebración frente a una multitud que aclamaba a la madre de Dios.

Para enero de 1972 se celebró con gran solemnidad el 50 aniversario de la Coronación Diocesana, terminando las celebraciones el 25 de enero, día en que se llevo a cabo el acto.

Aunque la fiesta de la Encarnación del Señor se celebra el 25 de marzo, a esta venerada imagen la celebran el 2 de febrero con mañanitas, misas, ejercicios vespertinos, peregrinaciones, etc.

DEVOCIÓN DE LA IMAGEN

La imagen no comenzó a tener devoción en la ciudad hasta que, siendo párroco el Sr. Cura D. Justino Ojona se dirigió al Arzobispo de Guadalajara, en aquel entonces D. Francisco Orozco y Jiménez, con una petición firmada el 10 de febrero de 1916, solicitando que la imagen de la "Virgen de la Encarnación" fuera declarada Patrona de la Parroquia. Después, por un decreto el 18 de febrero del mismo año, se declaró Titular y Patrona de la ciudad a "Nuestra Señora de la Encarnación", celebrándose el 25 de marzo, festividad de la Encarnación del Señor.

Posteriormente, el Sr. Cura Plutarco Contreras, el 6 de junio de 1918, acudió de nuevo a Mons. Francisco Orozco y Jiménez, pero ahora, con la petición de la Coronación Diocesana para la imagen, a lo que el Arzobispado accedió gratamente.

Las fiestas de Coronación comenzaron con un quincenario en enero de 1922, y la coronación tuvo lugar el día 25 de enero. El Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez fue el encargado de llevar a cabo la celebración frente a una multitud que aclamaba a la Madre de Dios.

Para enero de 1972, se celebró con gran solemnidad el 50 aniversario de la Coronación Diocesana, terminando las celebraciones el 25 de enero, día en que se llevo a cabo el acto.

Aunque la fiesta de la Encarnación del Señor se celebra el 25 de marzo, a esta venerada imagen la celebran el 2 de febrero con mañanitas, misas, ejercicios vespertinos, peregrinaciones, fuegos de artificio, etc.

En lo que hoy es la ciudad de Encarnación, existió un lugar de descanso para los viajeros que transitaban por el camino que venía de Michoacán para Zacatecas, propiciando, como mencionáramos más arriba, la fundación del poblado.

La situación de bienestar económico durante el porfiriato, impulsó a los hacendados y terratenientes hacia un auge constructivo que constituyó el perfil urbano de la ciudad en el eclecticismo imperante durante el romanticismo del siglo XIX. Para fortuna, se conservan 180 construcciones civiles y religiosas del Centro Histórico de la ciudad.

La "Iglesia Parroquial de la Encarnación" fue construída en estilo neoclásico, en mampostería y cantera. Se inició el 3 de octubre del año de 1791, por mandato del señor cura Gutiérrez Coronado.

La fachada tiene dos torres de tres cuerpos que ostentan columnas toscanas de media muestra y entablamentos movidos con dentículos triglifos y relieves vegetales rematando las torres en capulín.

Su portada principal tiene dos cuerpos y remate; en el primer cuerpo, se encuentra el acceso principal con clave, con querubín labrado; el segundo cuerpo, ostenta la ventana mixtilínea del coro, el imafronte es mixtilíneo con un nicho central con la escultura de la "Virgen de la Encarnación" como advocación de este templo. El imafronte remató con un enorme globo terráqueo labrado en cantera.