27 jul 2011

SANTO TOMAS APOSTOL ( 3 DE JULIO )


Tomás significa "gemelo"

La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.

De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.

El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán. En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice "Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.
Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
La segunda intervención: sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le respondió: "Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.

Le dijo Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.

En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.

En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros... Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna".

El hecho más famoso de Tomás

Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Dice San Juan (Jn. 20, 24) "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". El les contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver".

Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.

Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está pero informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.

Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean sin ver".

SANTO TOMAS, APÓSTOL
Fiesta: Desde el siglo VI se celebra el día
3 de julio el traslado de su cuerpo a Edesa.

Patrono de jueces, constructores, arquitectos y teólogos. También de las ciudades: Prato, Parma, Urbino.

Sus huesos están en la Catedral de Ortona, Italia>>>

Simbología: espada, cinturón de la Virgen
Santo Tomás era judío, y probablemente galileo humilde pescador de oficio. Tuvo la felicidad de seguir a Cristo que lo hizo apóstol en el año 31.

Tomás es conocido entre los demás apóstoles por su incredulidad, que se desvaneció en presencia de Cristo resucitado; él proclamó la fe pascual de la Iglesia con estas palabras: «¡Señor mío y Dios mío!» Nada sabemos con certeza acerca de su vida, aparte de los indicios que nos suministra el Evangelio. Se dice que evangelizó la India.

No podemos olvidar que el respondió a favor de Jesús, dispuesto a ir a Jerusalén a pesar de saber que los Fariseos planeaban su muerte. Santo Tomás dijo: "Vamos también nosotros para morir con él". Así de ardiente era el amor de este discípulo por su maestro, aún antes del descenso del Espíritu Santo.

Siendo uno de los doce Apóstoles escogidos por Jesús (cf. Mt 3,10) es recordado por muchos porque no aceptó el testimonio de sus compañeros sobre la visita que recibieron de Jesús resucitado.

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» (Juan 20,24)

Tomás, como muchos hoy, pensó que lo que decían era producto de histeria. Ellos habían caído, pensaba, en creer a las mujeres. Y cuanto mas ellos insistían, más el lo negaba, haciéndose ver como el mas "equilibrado" y "sensato" entre ellos.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» (Juan 20,26-27)

La respuesta de Juan es una poderosa profesión de fe en la divinidad, la cual repetimos antes de comulgar:

Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» (Juan 20,28)

Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.» (Juan 20,29)
Debemos reconocer que, como Sto. Tomás, todos hemos pecado. Nos cuesta aceptar que Jesús es Dios que ha venido a la tierra. Pero Tomás se humilló y reconoció al Señor. Mas tarde dio su vida muriendo mártir por El. Por eso es tan buen ejemplo para nosotros.

Ya durante la vida terrena de Jesús, Sto. Tomás había dado ejemplo a los otros, haciéndose disponible y dándoles ánimos en momentos difíciles:

Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.» Juan 11:16

Recordamos también que fue una pregunta de Sto. Tomás la que dio lugar a que Jesús se revelase como Camino, Verdad y Vida:

Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. (Juan 14,5-6)
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.» Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» (Juan 20,26-27)

La respuesta de Juan es una poderosa profesión de fe en la divinidad, la cual repetimos antes de comulgar:

Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» (Juan 20,28)

Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.» (Juan 20,29)
Debemos reconocer que, como Sto. Tomás, todos hemos pecado. Nos cuesta aceptar que Jesús es Dios que ha venido a la tierra. Pero Tomás se humilló y reconoció al Señor. Mas tarde dio su vida muriendo mártir por El. Por eso es tan buen ejemplo para nosotros.

Ya durante la vida terrena de Jesús, Sto. Tomás había dado ejemplo a los otros, haciéndose disponible y dándoles ánimos en momentos difíciles:

Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.» Juan 11:16

Recordamos también que fue una pregunta de Sto. Tomás la que dio lugar a que Jesús se revelase como Camino, Verdad y Vida:

Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. (Juan 14,5-6)
Después de la venida del Espíritu Santo, San Tomás comisionó a Tadeo para que bautizara e instruyese a Abgar, rey de Edessa. Según Eusebio este rey escribió a Jesús invitándolo a visitar su reino y ser curado de una enfermedad que le afligía. Cristo en respuesta le dijo que debía cumplir con la tarea para la que fue enviado y después regresar a Aquel que lo había enviado , pero que después de su ascensión el enviaría a uno de sus discípulos a sanarlo y dar vida a el y su familia. Esta promesa de nuestro Señor fue cumplida por Santo Tomás, quien envió a Tadeo, no solamente a sanar a este rey sino también para plantar la semilla de la fe en esta nación.

Se sabe que en su labor apostólica, Santo Tomás, predicó en Persia y sus alrededores, se menciona también India y Etiopía.

Se cree que Santo Tomás sufrió el martirio en la costa de Coromandel, India, donde su cuerpo fue descubierto, con ciertas marcas de que fue muerto con lanzas y ese tipo de muerte es tradición en los países del Este. Se sabe que su cuerpo fue trasladado a Edessa, donde fue enterrado en los grandes sepulcros donde también se hallaban San Pedro, San Pablo y San Juan.

Los apóstoles eran malos y condenado a los ojos del mundo, ninguno recomendable por su nacimiento, riqueza, amigos o habilidades. Y aunque estaban completamente destituídos de cualquier virtud por la que los hombres pagan altos precios, fueron escogidos por Cristo, hechos sus amigos, alcanzando la plenitud con sus gracias y santa caridad, y exaltados en su dignidad espiritual de príncipes de su reino y jueces de este mundo.


El Martirologio Romano, que combina varias leyendas, afirma que Santo Tomás predicó el Evangelio a los partos, medos, persas e hircanios, y que después pasó a la India y fue martirizado en "Calamina". Conmemora el 3 de julio la traslación de las reliquias de Santo Tomás a Edesa. En el Malabar y en todas las iglesias sirias dicha fecha es la de la fiesta principal, pues el martirio tuvo lugar el 3 de julio del año 72.




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