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20 jun 2012
SAN BERNABE APOSTOL ( 11 DE JUNIO )
A pesar de que San Bernabé no fue uno de los doce elegidos por Jesucristo, es considerado Apóstol por los primeros padres de la Iglesia, aún por San Lucas, a causa de la misión especial que le confió el Espíritu Santo y de su activa tarea apostólica.
Bernabé era un judío de la tribu de Levi, había nacido en Chipre; su nombre original era el de José, pero los Apóstoles lo cambiaron al de Bernabé que significa ‘hombre esforzado’. Se le menciona en las Sagradas Escrituras, en el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles; se menciona la venta de sus propiedades.
El Santo fue elegido para llevar el Evangelio a Antioquía, instruir y guiar a los neófitos. Para esta misión obtuvo la cooperación de San Pablo. Los dos predicadores obtuvieron gran éxito; Antioquía se convirtió en el gran centro de evangelización y fue ahí donde, por primera vez, se dio el nombre de Cristianos, a los fieles seguidores de Cristo. Tiempo más tarde, se les encomendó una nueva misión y partieron a cumplirla, acompañados por Juan Marcos. Primero se trasladaron a Seleucia y después a Salamina, en Chipre. Luego llegaron a Pafos, donde convirtieron al procónsul romano Sergio Paulo, navegaron hasta Perga en Pamfilia, donde Juan Marcos los abandonó. En Iconium, en Licaonia, estuvieron a punto de morir apedrados. En Listra, San Pablo curó milagrosamente a un paralítico y los habitantes paganos los confundieron con dioses. De regreso a Antioquía pasaron por todas las ciudades que habían visitado para confirmar y ordenar presbíteros. Surgieron ciertas diferencias entre San Pablo y San Bernabé, por lo que decidieron separarse. San Bernabé partió entonces hacia Chipre, acompañado de Juan Marcos, para visitar las iglesias que ahí se habían fundado.
Alrededor del año 60 ó 61, San Bernabé ya había muerto. Se dice que fue apedrado hasta morir en Salamina.Otra tradición nos lo presenta como predicador en Alejandría y en Roma y además como primer obispo de Milán.
Nació en la Isla de Chipre, era Judío de la tribu de Leví.
Su nombre original era José. Los apóstoles le cambiaron por el de Bernabé, que según San Lucas significa "el esforzado", "el que anima y entusiasma".
Los Hechos de los Apóstoles nos narra que Bernabé vendió su finca y entregó todo el dinero a los Apóstoles para distribuir entre los pobres. (Hch,4)
Fue un gran colaborador de San Pablo quién a su regresó a Jerusalén, tres años después de su conversión, recibió de Bernabé el apoyo ante los demás Apóstoles que sospechaban de él.
No cuenta entre los doce elegidos por Nuestro Señor Jesucristo, pero probablemente fue uno de los setenta discípulos mencionados en el Evangelio. Bernabé es considerado Apóstol por los primeros Padres de la Iglesia y también por San Lucas, por la misión especial que le confió el Espíritu Santo.
Los Apóstoles lo apreciaban mucho por ser "un buen hombre, lleno de fe y del Espíritu Santo" (Hechos 11,24), por eso lo eligieron para la evangelización de Antioquía.
Con sus prédicas aumentaron los convertidos.
Se fue a Tarso, y se asoció con Pablo, Juntos obtuvieron un éxito extraordinario. Regresaron a Antioquía, donde permanecieron por un año. Antioquía se convirtió en el gran centro de evangelización y donde por primera vez se le llamó Cristianos a los seguidores de la doctrina de Cristo.
Volvieron a Jerusalén enviados por los Cristianos de la floreciente iglesia de Antioquía, con una colecta para los que estaban pasando hambre en Judea.
El Espíritu habló por medio de los maestros y profetas que adoraban a Dios: "Separad a Pablo y Bernabé, para una tarea que les tengo asignada".
Después de ayuno y oración Pablo y Bernabé recibieron la misión y la imposición de manos. Partieron acompañados de Juan Marcos, primo de Bernabé, futuro evangelista, a predicar a otros lugares, entre estos Chipre, la patria de Bernabé. Allí convirtieron al procónsul romano Sergio Paulo, de quien Saulo tomó el nombre para predicar entre los gentiles.
Fueron luego a Perga en Pamfilia, donde se inició el mas peligroso viaje misionero. Juan Marcos no estaba muy decidido y les abandonó, regresando solo a Jerusalén
Luego prosiguieron su viaje misionero por las ciudades y naciones del Asia Menor.
En Iconium, capital de Licaonia, estuvieron a punto de morir apedreados por la multitud. Se refugiaron en Listra, donde el Señor por medio de San Pablo curó milagrosamente a un paralítico y por esa razón los habitantes paganos dijeron que los dioses los habían visitado, haciendo lo imposible evitaron que la población ofreciera sacrificios en honor a ellos y por eso se pasaron al otro extremo y lanzaron piedras contra San Pablo y lo dejaron maltrecho.
Tras una breve estancia en Derne, donde muchos se convirtieron, los dos Apóstoles volvieron a las ciudades que habían visitado previamente, para confirmar a los convertidos y para ordenar presbíteros. Recordaban que "es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios" (Hch 14, 22). Después de completar la primera misión regresaron a Antioquía de Siria.
Poco después, algunos de los Judíos Cristianos, contrarios a las opiniones de Pablo y Bernabé, exigían que los nuevos cristianos, a parte de ser bautizados sean circuncidados. A raíz de eso, se convocó al Concilio de Jerusalén. Se declaró entonces que los gentiles convertidos estaban exentos del deber de la circuncisión.
Ante el segundo viaje misionero surgió un conflicto entre Pablo y Bernabé. Bernabé quería llevar a su primo Juan Marcos y Pablo se oponía por haberles abandonado en la mitad del primer viaje (por miedo a tantas dificultades). Decidieron separarse. San Pablo se fue a su proyectado viaje con Silas y Bernabé partió a Chipre con Juan Marcos.
Mas tarde se volvieron a encontrar como amigos misionando en Corinto (1 Co. 9, 5-6), por lo que se deduce que Bernabé aún vivía y trabajaba en los años 56 o 57 P.C. Posteriormente San Pablo invita a Juan Marcos a unirse a él, cuando estaba preso en Roma, cosa que nos indica que Bernabé ya había muerto alrededor del año 60 o 61. Otros dicen que era predicador en Alejandría y Roma y primer obispo de Milán.
Escritos apócrifos hablan de un viaje a Roma y de su martirio, hacia el año 70, en Salamina, por mano de los Judíos de la diáspora que lo lapidaron. Tertuliano afirma que Bernabé escribió la Epístola a los Hebreos, otros creen que escribió en Alejandría la Epístola de Bernabé. En realidad, lo que se sabe de el es lo que aparece en el Nuevo Testamento.
Un mérito formidable de San Bernabé es el haber descubierto el gran valor que había en aquel recién convertido que se llamaba Saulo y que más tarde se llamaría San Pablo. Cuando después de su conversión Saulo llegó a Jerusalén, los cristianos sospechaban de él y se le alejaban, pero entonces Bernabé lo tomó de la mano y lo presentó a los apóstoles y se los recomendó. Y el será el que lo encaminará después a emprender sus primeras grandes labores apostólicas.
La S. Biblia, en el libro de los Hechos de los Apóstoles, hace de Bernabé unos elogios que es difícil encontrarlos respecto de otros personajes. Dice así: "Bernabé era un hombre bueno, lleno de fe y de Espíritu Santo" (Hechos 11, 24).
Cuando Saulo o San Pablo tuvo que salir huyendo de Jerusalén porque los judíos trataban de asesinarlo, se fue a su ciudad de Tarso, y allá se quedó un tiempo. Mientras tanto en la ciudad de Antioquía había sucedido algo muy especial. Al principio los discípulos de Jesús solamente predicaban el Evangelio a los israelitas, pero de pronto algunos empezaron a enseñar las doctrinas cristianas a los paganos en Antioquía, y resultó que aquellas gentes respondieron de una manera admirable y se convirtieron por centenares. Al saber esta noticia, los apóstoles lo enviaron desde Jerusalén a que se informara de lo que allí estaba sucediendo y les llevara noticias. Bernabé se quedó encantado del fervor de aquellos paganos convertidos y estuvo con ellos por un buen tiempo animándolos y acabando de instruirlos. En aquella ciudad fue donde por primera vez se llamó "cristianos" a los seguidores de Cristo.
Entonces se le ocurrió a Bernabé la feliz idea de dirigirse a Tarso a invitar a Saulo a que se le uniera en el apostolado en Antioquía y éste aceptó con gusto.
Desde entonces Bernabé y Saulo trabajaban asociados ayudándose en todo el uno al otro, y obteniendo resonantes triunfos. Por todo un año predicaron en Antioquía, cuidad que se convirtió en el gran centro de evangelización, del cual fueron saliendo misioneros a evangelizar a diversos lugares.
Por aquel tiempo hubo una gran hambre en Jerusalén y sus alrededores y los cristianos de Antioquía hicieron una colecta y la enviaron a los apóstoles por medio de Bernabé y Saulo. Ellos al volver a Jerusalén se trajeron a Marcos (el futuro San Marcos evangelista) que era familiar de Bernabé. Venía a ayudarles en la evangelización.
Un día mientras los cristianos de Antioquía estaban en oración, el Espíritu Santo habló por medio de algunos de ellos que eran profetas y dijo: "Separen a Bernabé y Saulo, que los tengo destinados a una misión especial". Los cristianos rezaron por ellos, les impusieron las manos, y los dos, acompañados de Marcos, después de orar y ayunar, partieron para su primer viaje misionero.
En Chipre, la isla donde había nacido San Bernabé, encontraron muy buena aceptación a su predicación, y lograron convertir al cristianismo nada menos que al mismo gobernador, que se llamaba Sergio Pablo. En honor a esta notable conversión, Saulo se cambió su nombre por el de Pablo. Y Bernabé tuvo la gran alegría de que su tierra natal aceptara la religión de Jesucristo.
Luego emprendieron su primer viaje misionero por las ciudades y naciones del Asia Menor. En la otra ciudad de Antioquía (de Pisidia) al ver que los judíos no querían atender su predicación, Bernabé y Pablo declararon que de ahora en adelante les predicarían a los paganos, a los no israelitas, con lo cual los paganos sintieron una inmensa alegría al saber que la nueva religión no los despreciaba a ellos sino que más bien los prefería. Allí en Iconio estuvieron a punto de ser apedreados por una revolución tramada por los judíos y tuvieron que salir huyendo. Pero dejaron una buena cantidad de convertidos y confirmaron sus enseñanzas con formidables señales y prodigios que Dios obraba por medio de estos dos santos apóstoles.
En la ciudad de Listra, al llegar curaron milagrosamente a un paralítico y entonces la gente creyó que ellos eran dos dioses. A Bernabé por ser alto y majestuoso le decían que era el dios Zeus y a Pablo por la facilidad con la que hablaba lo llamaban el dios Mercurio. Y ya les iban a ofrecer un toro en sacrificio, cuando ellos les declararon que no eran tales dioses, sino unos simples mortales. Luego llegaron unos judíos de Iconio y promovieron un tumulto y apedrearon a Pablo y cuando lo creyeron muerto se fueron, pero él se levantó luego y curado instantáneamente entró otra vez en la ciudad.
Después de todo esto Bernabé y Pablo se devolvieron ciudad por ciudad donde habían estado evangelizando y se dedicaron a animar a los nuevos cristianos y les recordaban que "es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios" (Hechos 14, 22).
Al llegar a Antioquía se encontraron con que los cristianos estaban divididos en dos partidos: unos (dirigidos por los antiguos judíos) decían que para salvarse había que circuncidarse y cumplir todos los detalles de las leyes de Moisés. Otros decían que no, que basta cumplir las leyes principales. Bernabé y Pablo se pusieron del lado de los que decían que no había que circuncidarse, y como la discusión se ponía acalorada, los de Antioquía enviaron a Jerusalén una embajada para que consultara con los apóstoles. La embajada estaba presidida por Bernabé y Pablo. Los apóstoles reunieron un concilio y le dieron la razón a Bernabé y Pablo y luego pasaron horas muy emocionantes oyéndoles contar las formidables aventuras de sus viajes misioneros.
Volvieron a Antioquía y dispusieron organizar un segundo viaje misionero. Pero Bernabé quería llevar como ayudante a su primo Marcos, y Pablo se oponía, porque Marcos les había abandonado en la mitad del viaje anterior (por miedo a tantas dificultades). Y así fue que se separaron y Bernabé se fue a acabar de evangelizar en su isla de Chipre y San Pablo se fue a su segundo viaje. Más tarde se encontraron otra vez como amigos misionando en Corinto (1 Cor. 9,6).
NACIMIENTO DE FRANF DUFF ( 7 DE JUNIO )
Frank Duff nació en Dublín, Irlanda el 7 de junio de 1889, a la edad de 27 años escribió su primer libro titulado “¿Podemos ser santos?” y en 1921 fundó la Legión de María... Frank era una persona muy moderna y creativa para su época y organizaba contactos con los marginados de la sociedad...
Él amaba la vida, la luz, el brillar del sol, había mucha alegría en el alma de este apóstol de María. Vivió una verdadera y total entrega a Jesús por medio de María... En los principios de la Legión de María, Frank Duff tuvo un contacto personal con las chicas de la calle a quienes ofreció cuidados y rehabilitación. Su camino no fue juzgar los actos, sino que su camino fue el del amor...
Frank Duff vivió y prometió un simple mensaje Dios es amor. Y este mensaje fue la fuerza que impulsó su apostolado sin que haga falta nada más, y con esto enfrentaba a la vulnerabilidad y marginación de las personas... Encontrando en las palabras de María la dedicación de su apostolado: “hagan todo lo que Él les diga” y nos decía “ámense los unos a los otros”, “no juzguen” y “no condenen a sus hermanos”. Él no consideraba a las personas por categorías, sino como personas y él ha sido amigo de un deficiente intelectual... interesado en él como en una persona, y no como un problema...
El 7 de noviembre de 1980, Frank se sentía muy agotado y fallece con sus manos en posición de oración y los ojos fijos en una imagen de la Virgen María...
Su causa de beatificación está en curso...
Frank Duff fue tal vez la figura laica que mejor encarnó los ideales marianos y los inyectó en la Iglesia pre y post conciliar: llamó a su obra "Legión de María".
Nació el 7 de junio de 1889 en Irlanda, un país inmerso en gran crisis donde los católicos eran despreciados y relegados al máximo. Allí Frank avanzaba con firmeza en la vida profesional y espiritual: su gran talento lo llevó a ocupar un puesto en el Ministerio de Finanzas y mucho antes de encontrar su propia vocación de laico comprometido, escribió un folleto titulado: "¿Santo, yo, por qué no?" en el que daba algunas directivas y consejos a los laicos para alcanzar la santidad.
De su participación en la Asociación de San Vicente de Paul tomó pautas y costumbres que luego aplicó en la Legión de María. La miseria que había en su país abrió las puertas a los protestantes para hacer proselitismo ofreciendo desayunos gratuitos a los pobres. Un intento similar por parte de Frank no dio los mismos resultados; entonces decidió rezar el rosario frente al local protestante y hacer labor de convencimiento. Los frutos se vieron después de dieciséis años, con el cierre de los locales protestantes. Todo un modelo de perseverancia.
Lector de Grignion de Montfort y devoto del Sagrado Corazón de Jesús, integró un grupo de personas autodenominadas "pioneras" que se abocaron al apostolado en la sala de mujeres del Hospital Unión. La Virgen los unía y ninguno de ellos siquiera se imaginaba que ése era el inicio de un gran movimiento de fuerza mundial. Era el 7 de septiembre de 1921, vísperas de la Natividad de Nuestra Señora.
Los grupos fueron creciendo en número y surgió la necesidad de buscar un nombre para el Movimiento.
Antes de la reunión programada para ese fin, Frank se detuvo frente a un cuadro de la Santísima Virgen y espontáneamente brotaron en su mente las palabras: Legión de María. No había duda, ése era el nombre: era símbolo de valor, disciplina, obediencia, y podía aplicarse a cada legionario de María que ahora conquistaría el mundo para Cristo.
Este nombre fue aceptado por unanimidad
en noviembre de 1925.
A imitación de la Legión Romana, Frank decidió conservar los términos en latín para uniformar el lenguaje de la Legión de María en todo el mundo.
En 1928 escribió el Manual de la Legión, una especie de fotografía del Movimiento en la que se expresa lo que se llevaba la práctica desde hacía ya mucho tiempo. Duff tenía la convicción de que la obra iba a extenderse por el mundo entero. Ya desde antes tenía un gran deseo de ayudar a las jóvenes de la calle. El primer gran apostolado de la Legión de María fue precisamente la conversión de treinta y una prostitutas al mismo tiempo.
Pero un día, dos de ellas huyeron al barrio "rojo" de Dublin, donde ni el ejército se atrevía a entrar. Sin embargo, el valor legionario alimentado con la oración, superó todo obstáculo y no solamente lograron entrar sino que acabaron con toda la perversión del lugar, al punto de demoler ese barrio y construir uno nuevo.
En 1927 Frank abrió el segundo albergue para hombres abandonados. Tres años más tarde nació un tercer albergue para mujeres solas: madres solteras sobre todo. El fundador dirigía los tres albergues y demás apostolados de la Legión de María, que era "la niña de sus ojos", según sus propias palabras.
Esta nueva organización encontró una fuerte oposición y rechazo, sobre todo por parte del clero. Duff afirmaba que cada seglar tiene su propia vocación y misión apostólica dentro de la Iglesia, aun a costa de tener que sufrir difamaciones y ataques. Esta situación tan difícil lo hizo buscar la manera de hablar personalmente con el Papa. "¡Esta cosa viene de Dios!", le dijo Su Santidad estrechándolo en un abrazo. Más tarde, una carta del Santo Padre en la que daba su bendición especial a la Legión de María y la reconocía como una obra magnífica y santa era una confirmación de aquella entrevista. La Legión de María se extendió por el mundo rápidamente. El número de enviados era cada vez mayor.
Duff pensaba en la Legión como modeladora de santos, una muestra de las grandes verdades de la fe católica, especialmente la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, el lugar de la Santísima Virgen en el Plan Divino de la Salvación y su unión íntima con el Espíritu Santo. Esta doctrina, dijo, es santa y santificadora, y produce santos a granel. Un ejemplo vivo de esto está en el mismo Frank, en Edel Mary Quinn -misionera enviada al África que consagró su vida a la Legión- y en Alfonso Lambe.
A pesar de los horrores de la guerra, la Legión de María permaneció intacta y nunca omitió sus reuniones ni su apostolado. Existen otros relatos sobre la fundación en situaciones igualmente adversas. La Legión de María llegó a ser declarada como "el enemigo público número uno".
Frank Duff no era un místico en el sentido de éxtasis y visiones extraordinarias, era simplemente un católico ejemplar; sin embargo, su vida estuvo frecuentemente acompañada de hechos milagrosos: en una ocasión, pasada la media noche, Frank seguía trabajando en su correspondencia cuando alguien llamó a la puerta. Era un chico de unos doce años, sucio, harapiento, piojoso, quien pidió permiso para pasar la noche en el albergue. Duff lo invitó a su casa y le ofreció algo de comer. El muchacho comió con verdadero apetito y como el anfitrión no quiso que durmiera en el suelo ni que se fuera, decidió compartir la cama con él, ya que sólo tenía una. A la mañana siguiente, el muchacho había desaparecido sin dejar traza de su presencia. Cuando el dueño de casa regresó de Misa, encontró a la persona que le preparaba todos los días el desayuno para que lo tomara al regreso de la iglesia. Esta joven, muy sorprendida, preguntó quién era ese muchacho encantador que ella había encontrado esa mañana temprano al entrar a su casa. Frank comentó más tarde que en aquella ocasión, albergó al Señor.
Entre los escritos de Frank Duff encontramos "El manual de la legión de Maria", El espíritu de la legión de María" y "nuestra señora en acción"
Duff mantuvo estrecha relación con todos los Papas, prueba de ello son las cartas pontificias que se encuentran en las primeras páginas del Manual de la Legión de María. Durante el Concilio Vaticano II fue uno de los pocos laicos invitados a presenciar las sesiones. Sufrió también persecución, lo que tornó en abundancia a la Legión. En 1979 Juan Pablo II invitó a su fundador y colaboradores a Roma. Después de la Misa en su capilla privada, el Papa los invitó a desayunar en su cocina privada y, como buen anfitrión, los atendió con toda sencillez.
El 7 de noviembre de 1980, el anciano fundador se sentía muy agotado y se recostó. La legionaria que lo atendía le llevó el té a la cama y lo encontró con las manos en posición de oración y los ojos fijos en una imagen de la Virgen que tenía frente a él. Su Madre del Cielo se lo había llevado con Ella.
Beatificación en marcha
Con fecha 18 de julio de 1996, el arzobispo de Dublin, capital de Irlanda, anunció que queda por más de setenta y cinco años, razón por la cual se inició allí el proceso que estudiará si el fundador de la Legión de María vivió según las virtudes de la santidad. El vice postulador de la causa es el religioso Bede McGregor, informó la curia de la capital irlandesa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Legión de María no sufrió ningún quebranto. Se cuenta como dos legionarias hicieron su Promesa durante un bombardeo; casi en cada versículo, todo se grupo de arrojaba bajo la mesa buscando una débil protección contra las bombas que caían cerca de ahí. A veces las juntas se hicieron en los refugios antiaéreos, donde el apostolado de los legionarios era rezar el rosario con los presentes sin importar su religión.
En Francia, a una joven legionaria, Véronique O´Brien, se le pidió que regresara a Irlanda a causa de la guerra. Ella contestó desde París: "Yo regresaré cuando haya fundado la Legión de María aquí". Fueron las últimas noticias que tuvieron de ella. Después de la invasión alemana, Véronique decidió unirse a los refugiados que huían frente a las tropas en marcha. Constantemente, al paso tan bajo de los aviones alemanes, había que arrojarse al suelo. Hambrienta y pálida, con los pies sangrando, sin nada más que lo que llevaba puesto, llegó finalmente a Nevers, al convento de San Gildard, el convento de Santa Bernardita, donde fue acogida y ayudó a atender a los peregrinos. La primera carta de ella que llegó a Dublín, anunciaba la fundación de siete Praesidia.
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