ES UN BLOG CATOLICO DONDE SE APORTAN DATOS ACERCA DE NUESTRA FE REALIZANDO LA MISION ENCARGADA A TODOS LOS BAUTIZADOS DE PREDICAR EL EVANGELIO A TODAS LAS CREATURAS QUE DIOS Y LA SANTISIMA VIRGEN MARIA LOS BENDIGAN SIEMPRE Y LOS ACOMPAÑEN AMOROSAMENTE EN CADA INSTANTE DE SU VIDA A CRISTO, CAMINO A DIOS PADRE, VERDAD Y VIDA BAJO EL MANTO AMOROSO DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA Y CON LA FORTALEZA DEL ESPIRITU SANTO
30 abr 2012
SAN FELIPE APOSTOL ( 4 DE MAYO )
San Felipe Apóstol era originario de Betsaida de Gallilea. Según parece, formaba parte del reducido grupo de judíos piadosos que seguían a San Juan de los apóstoles, pero San Juan habla de él varias veces y narra, en particular, que el Señor llamó a Felipe al día siguiente de las vocaciones de San Pedro y San Andrés. Un siglo y medio más tarde, Clemente de Alejandría sostuve que Felipe fue el joven que respondió al llamado del Señor, con estas palabras: "Permite que vaya, primero, a enterra a mi padre". A lo cual contestó Cristo: :Deja que los muertos entierren a los muertos; tú ven a predicar el reino de Dios" (Luc. 9:50). Es probable que Clemente de Alejandría no tuviese más argumento que el hecho de que el Señor había dicho en ambos casos: "Sígueme". De todas maneras, tanto en el evangelio de San Lucas como en el de San Mateo, el incidente parece haber tenido lugar algún tiempo de que Cristo había empezado su vida pública, cuando ya los apóstoles estaban con él. Por otra parte, consta que San Felipefue llamado antes de las bodas de Caná, a pesar de que, como lo dijo el mismo Cristo, Suhora no había llegado aún, es decir, todavía no había empezado su vida pública.
Su primer encuentro con Jesús ocurrió al día siguiente del que tuvieron Juan, Andrés, Simón Pedro y Santiago. Sorprende la ausencia de preámbulos para el llamamiento que le hará Jesús: "Al día siguiente determinó (Jesús) encaminarse hacia Galilea y encontró a Felipe. Y le dijo Sígueme" . Y le siguió. No fue insensatez por parte suya, sino generosidad y quizá sentirse respaldado por el ejemplo de sus amigos y convecinos seguidores de aquel desconocido de Nazaret. Había escuchado las palabras del Bautista, junto a la voz del cielo que nombraba a Jesús como el Hijo amado, pero seguir a Jesús como discípulo no era fácil. Ya conocemos la exigencia de la llamada contenida en el consejo-mandato de seguir a Jesús que lleva a dejar todo y convertirse en discípulo de un maestro sin títulos y sin más autoridad que la recomendación del Bautista junto a su prestancia personal. No parece su caso como el de Juan y Andrés que buscan al "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo", ni recibe las explicaciones de Pedro y Santiago por parte de sus hermanos. Pero un leve dato ilumina lo que debió ocurrir para que Jesús le llamase sin excesiva preparación, y lógicamente sin imprudencia, lo dice el evangelio de Juan: "Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro" , y también de Juan y Santiago. Luego era amigo de los cuatro primeros.
Pero no queda aquí la cosa, pues el mismo Felipe es protagonista de un suceso que llenó de gozo a Jesús cuando ya estaba cercana la Pascua en que viviría su Pasión y muerte. Ya Lázaro había sido resucitado y el nombre de Jesús estaba en todas las bocas; muchos iban tras Jesús, la oposición de los importantes era más intensa. Muchos contaban los milagros del Señor, otros sus palabras y sus discusiones en el Templo y unos griegos que habían subido a adorar a Dios durante la fiesta desean ver y hablar con Jesús. No es fácil saber si eran judíos que vivían en Grecia o griegos que conocían y aceptaban la fe de los judíos, o si incluso eran prosélitos, pero no les resultaba fácil acercarse a Jesús para poder hablar en un aparte en confianza sin el tumulto de la muchedumbre, cuando se dan cuenta de que uno de los íntimos de Jesús es Felipe que les inspira confianza y, como es natural, acuden a él: "éstos se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea y le rogaban diciendo: Señor, queremos ver a Jesús. Fue Felipe y se lo dijo a Andrés, y Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús" . Es lógico que sea así, pues cuando hay lazos de lengua, de aficiones y de amistad las barreras son menores para todo, también para acercarse a Dios.
Fue invitado, junto al apóstol San Bartolomé a las bodas de Caná. El territorio de su apostolado fue Frigia y especialmente la ciudad de Hiesapólis, dondee sufrió el martirio. Sus restos fueron trasladados a Roma donde reposan, junto con los de Santiago el Menor, en la Iglesia de los Santos Apóstoles. Porta una cruz de plata, como símbolo de la Santa Madre Iglesia. Manto azul y en su credo se alude: "Creo que ha de venir a juzgar a vivos y muertos"
Al igual que la mayoría de los apóstoles poco se conoce con certeza sobre su vida con posteridad a Pentecostés. Los testigos de la tradición lo confunden a veces con Felipe el Diácono. Según el testimonio de Eusebio en su Historia eclesiástica habría muerto en Hierápolis al norte de la actual Asia Menor, lo mismo que dos de sus hijas vírgenes. Papías, obispo de Hierápolis, las había conocido y escuchado de ellas el relato de la resurrección de un muerto. Según otra tradición de la que se hace eco el Breviario romano, había predicado el evangelio primero en la Escitia y en Lidia, antes de pasar a Frigia, donde todos los documentos colocan su martirio en Hierápolis bajo Domiciano crucificado cabeza abajo y rematado luego a pedradas . Una inscripción
24 abr 2012
SAN MARCOS EVANGELISTA ( 25 DE ABRIL )
Según tradición eclesiástica, Marcos, llamado también Juan Marcos o simplemente Juan, es el autor de un evangelio y el intérprete que traducía a Pedro en sus predicaciones frente a auditorios de habla griega. Era hijo de una cierta María, cuya casa de Jerusalén estaba abierta a la primitiva comunidad Cristiana. Primo de Bernabé, probablemente fuera como él de estirpe sacerdotal. Afirma por una parte la tradición que Marcos nunca habría oído personalmente la predicación del Señor, pero por otra muchos han querido descubrirlo en aquel muchacho que huyó desnudo en el huerto de Getsemaní, episodio que sólo el evangelio a él atribuido refiere. Tal vez haya conocido al grupo de seguidores sin llegar a ser propiamente discípulo.
Al comenzar la expansión del evangelio, Pablo y Bernabé salieron de Jerusalén hacia Antioquía llevando con ellos a Marcos; éste los acompañó en sus primeras empresas misionales, a Chipre y Perges, de donde regresó por causas desconocidas.
Bernabé, deseoso de llevar nuevamente a Marcos con ellos cuando el apóstol planeaba su segundo viaje, encontró la oposición de Pablo, que partió solo. Marcos siguió, pues, a Bernabé una vez más hasta Chipre. Sin embargo, Marcos reaparece junto a Pablo en Roma, pero es creencia que fue más bien discípulo de Pedro, quien confirma esta suposición al llamarlo "hijo" suyo en su primera carta. El evangelio que se le atribuye, además, sigue muy de cerca el esquema de los discursos de Pedro que nos ha conservado el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Nada sabemos de su existencia posterior. La segunda carta a Timoteo lo señala entre los compañeros de este discípulo de Pablo; conforme a un dato que recoge el historiador Eusebio de Cesarea (a comienzos del siglo IV), la Iglesia de Alejandría lo habría tenido por fundador. Sus últimos años y el lugar de su muerte nos son desconocidos.
El breve relato que lleva su nombre descubre un espíritu observador y ágil. Sólo Marcos, por ejemplo, destaca el verdor de la hierba sobre la que Jesús hizo sentar a la muchedumbre hambrienta antes de multiplicar los panes y los pescados por primera vez.
Las grandes líneas de su evangelio, en tanto, trasuntan una profunda credibilidad histórica y demuestran singular valor teológico. Marcos comienza por presentar a Jesús bien recibido por la gente, pero pronto su humilde mesianismo, tan alejado de las reivindicatorias expectativas populares de los judíos, ocasiona la decepción de la masa; apagado el entusiasmo primerizo, el Señor se retira de Galilea para dedicarse de lleno a la instrucción de los discípulos, quienes por boca de Pedro confiesan la divinidad de su Maestro. A partir de este reconocimiento de Cesarea, todo el relato se orienta a Jerusalén; en la ciudad santa, finalmente, la oposición crece y culmina en el juicio inicuo y la pasión, que alcanza su victoriosa respuesta cuando Cristo abandona su tumba, de acuerdo con lo que había profetizado de si mismo.
El secreto mesiánico, del que Marcos hace un tema central, da así todo su fruto: Jesús, siervo humillado por la maldad y la ignorancia de los hombres que él había venido a rescatar, es exaltado por Dios, como ha de serlo todo el que a él se una de corazón y lo siga en el camino, el único que permite comprender esa "Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios" que Marcos nos ha trasmitido en un lenguaje popular, muchas veces incorrecto en la forma, pero vivaz y lleno de encanto.
Parece que su familia era la dueña de la casa donde Jesús celebró la Ultima Cena, donde estaban los apóstoles reunidos el día de Pentecostés cuando recibieron al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Era un niño cuando Jesús predicaba y, probablemente fue uno de los primeros bautizados por San Pedro el día de Pentecostés.
Era primo de San Bernabé y acompañó a este y a San Pablo en el primer viaje misionero que hicieron estos dos apóstoles. Pero al llegar a regiones donde había muchos guerrilleros y atracadores, donde según palabras de San Pablo: "había peligro de ladrones, peligro de asaltos en los caminos, peligro de asaltos en la soledad" (2 Cor.), Marcos se atemorizó y se apartó de los dos misioneros y se volvió otra vez a su patria.
En el segundo viaje Bernabé quiso llevar consigo otra vez a su primo Marcos, pero San Pablo se opuso, diciendo que no ofrecía garantías de perseverancia para resistir los peligros y las dificultades del viaje. Esto hizo que los dos apóstoles se separaran y se fueran cada uno por su lado a misionar. Después volverá a ser otra vez muy amigo de San Pablo.
San Marcos llegó a ser el secretario y hombre de confianza de San Pedro. Como le escuchaba siempre sus sermones que no eran sino el recordar los hechos y las palabras de Jesús, Marcos fue aprendiéndolos muy bien. Y dicen que a pedido de los cristianos de Roma escribió lo que acerca de Jesucristo había oído predicar al apóstol. Esto es lo que se llama "Evangelio según San Marcos".
El evangelio de San Marcos es como una repetición de lo que el Apóstol Pedro predicaba. Es el más corto de los 4 evangelios. El de San Lucas tiene 1,140 frases. El de Mateo 1,068. El de San Juan 879 y el de San Marcos solamente tiene 746 frases. Son 16 capítulos llenos de narraciones muy vivas, gráficas, salpicadas de detalles interesantes. Se propone no dejar de narrar lo que contribuya a hacer más llamativa la narración. Allí parece estar hablando un testigo ocular que se ha fijado en todo y lo repite con agrado. Es el reflejo de lo que San Pedro presenció y que se le ha quedado grabado en su memoria. Se fija más en los hechos de Jesús que en sus discursos. Sus narraciones son agradables por lo frescas y espontáneas. Parece un reportero gráfico narrando lo que sus ojos vieron y sus oídos escucharon. Presenta atractivos cuadros: gestos, miradas, sentimientos de Jesús. Dicen los especialistas que el evangelio de San Marcos mientras más se le estudia, más se convence uno de que el que lo escribió era un verdadero artista de la narración y que con este escrito contribuyó a que muchos millones de lectores se entusiasmen por la persona de nuestro amable Salvador. Un sabio afirmó que "el evangelio de San Marcos es el libro más importante que se ha escrito", pues parece que fue el primer evangelio que se escribió y que de él sacaron mucho material los otros tres evangelistas.
San Marcos tiene 105 paisajes y de ellos aparecen 93 en Mateo y 85 en Lucas. De las 746 frases de Marcos, San Mateo reproduce 606 y copia el 51% de las palabras que emplea Marcos. San Lucas reproduce en su evangelio 320 de las 746 frases de San Marcos. Solamente hay 24 frases de San Marcos que no se encuentran ni en Mateo ni en Lucas. Por eso es que el Evangelio de San Marcos es un libro verdaderamente importante.
San Pedro llama a Marcos en sus cartas: "Hijo mío". Y San Pablo cuando escribe a Timoteo desde su prisión en Roma le dice: "Tráigame a Marcos, porque necesito de su colaboración". Dicen los antiguos historiadores que fue un compañero muy apreciado por los dos apóstoles.
Dicen que San Marcos fue nombrado obispo de Alejandría en Egipto, y que allá en esa ciudad fue martirizado por los enemigos de la religión un 25 de abril.
La ciudad de Venecia (Italia) lo eligió como patrono y construyó en su honor la bellísima Catedral de San Marcos.
Autor del segundo Evangelio
Fiesta: 25 de abril
Su símbolo es el león a lado.
San Marcos era judío de Jerusalén, acompañó a San Pablo y a Bernabé, su primo, a Antioquia en el primer viaje misionero (Hechos 12, 25); también acompañó a Pablo a Roma. Se separó de ellos en Perga y regresó a su casa. (Hechos 13,13). No sabemos las razones de esa separación pero si sabemos que causó una separación posterior entre San Pablo y Bernabé, cuando San Pablo rehusó aceptar a San Marcos. Bernabé se enojó tanto que rompió su asociación misionera con San Pablo y se fue a Chipre con Marcos (Hechos 15,36-39). Años más tarde San Pablo y San Marcos volvieron a unirse en un viaje misionero.
Fue discípulo de san Pedro e intérprete del mismo en su Evangelio, el segundo Evangelio canónico (el primero en escribirse). San Marcos escribió en griego con palabras sencillas y fuertes. Por su terminología se entiende que su audiencia era cristiana. Su Evangelio contiene historia y teología. Se debate la fecha en que lo escribió, quizás fue en la década 60-70 AD.
Juntos con Pedro fue a Roma. San Pedro por su parte se refería a San Marcos como "mi hijo" (1P 5,13). A veces el Nuevo Testamento lo llama Juan Marcos (Hechos 12,12). Evangelizó y estableció a la Iglesia en Alejandría, fundando allí su famosa escuela cristiana.
Murió mártir aproximadamente el 25 de abril del 68 AD en Alejandría y sus reliquias están en la famosa catedral de Venecia.
4 abr 2012
VIGILIA PASCUAL ( SABADO SANTO O SABADO DE GLORIA )
"Según una antiquísima tradición, esta es noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12,42). Los fieles, tal como lo recomienda el evangelio (Lc 12,35-36), deben parecerse a los criados, que con las lámparas encendidas en las manos, esperan el retorno de su señor, para que cuando llegue los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa" (Misal, pág. 275).
Esta Noche Pascual tiene, como toda celebración litúrgica, dos partes centrales:
- La Palabra: Solo que esta vez las lecturas son más numerosas (nueve, en vez de las dos o tres habituales).
- El Sacramento: Esta noche, después del camino cuaresmal y del catecumenado, se celebran, antes de la Eucaristía, los sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo y la Confirmación.
Así, los dos momentos centrales adquieren un relieve especial: se proclama en la Palabra la salvación que Dios ofrece a la humanidad, culminando con el anuncio de la resurrección del Señor.
Y luego se celebra sacramentalmente esa misma salvación, con los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. A todo ello también se le antepone un rito de entrada muy especial: se añade un rito lucernario que juega con el símbolo de la luz en medio de la noche, y el Pregón Pascual, lírico y solemne.
La Pascua del Señor, nuestra Pascua
Todos estos elementos especiales de la Vigilia quieren resaltar el contenido fundamental de la Noche: la Pascua del Señor, su Paso de la Muerte a la Vida.
La oración al comienzo de las lecturas del Nuevo Testamento, invoca a Dios, que "ilumina esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor". En esta noche, con más razón que en ningún otro momento, la Iglesia alaba a Dios porque "Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado" (Prefacio I de Pascua).
Pero la Pascua de Cristo es también nuestra Pascua: "en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección resucitamos todos" (Prefacio II de Pascua).
La comunidad cristiana se siente integrada, "contemporánea del Paso de Cristo a través de la muerte a la vida". Ella misma renace y se goza en "la nueva vida que nace de estos sacramentos pascuales" (oración sobre las ofrendas de la Vigilia): por el Bautismo se sumerge con Cristo en su Pascua, por la Confnmación recibe también ella el Espíritu de la vida, y en la Eucaristía participa del Cuerpo y la Sangre de Cristo, como memorial de su muerte y resurrección.
Los textos, oraciones, cantos: todo apunta a esta gozosa experiencia de la Iglesia unida a su Señor, centrada en los sacramentos pascuales. Esta es la mejor clave para la espiritualidad cristiana, que debe centrarse. más que en la contemplación de los dolores de Jesús (la espiritualidad del Viernes Santo es la más fácil de asimilar), en la comunión con el Resucitado de entre los muertos.
Cristo, resucitando, ha vencido a la muerte.
Este es en verdad "el día que hizo el Señor". El fundamento de nuestra fe. La experiencia decisiva que la Iglesia, como Esposa unida al Esposo, recuerda y vive cada año, renovando su comunión con El, en la Palabra y en los Sacramentos de esta Noche.
Luz de Cristo
El fuego nuevo es asperjado en silencio, después, se toma parte del carbón bendecido y colocado en el incensario, se pone incienso y se inciensa el fuego tres veces. Mediante este rito sencillo reconoce la Iglesia la dignidad de la creación que el Señor rescata.
Pero la cera, a su vez, resulta ahora una criatura renovada. Se devolverá al cirio el sagrado papel de significar ante los ojos del mundo la gloria de Cristo resucitado. Por eso se graba en primer lugar la cruz en el cirio. La cruz de Cristo devuelve a cada cosa su sentido. Por ello el Canon Romano dice: "Por él (Cristo) sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros".
Al grabar en la cruz las letras griegas Alfa y Omega y las cifras del año en curso, el celebrante dice: "Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo. Y la eternidad. A él la gloria y el poder. Por los siglos de los siglos. Amén".
Así expresa con gestos y palabras toda la doctrina del imperio de Cristo sobre el cosmos, expuesta en San Pablo. Nada escapa de la redención del Señor, y todo, hombres, cosas y tiempo están bajo su potestad.
Se lo adorna con granos de incienso, según una tradición muy antigua, que han pasado a significar simbólicamente las cinco llagas de Cristo: "Por tus llagas santas y gloriosas nos proteja y nos guarde Jesucristo nuestro Señor".
Termina el celebrante encendiendo el fuego nuevo, diciendo: "La 1uz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu".
Tras el cirio encendido que representa a Cristo, columna de fuego y de luz que nos guía a través de las tinieblas y nos indica el camino a la tierra prometida, avanza el cortejo de los ministros. Se escucha cantar tres veces: "Luz de Cristo" mientras se encienden en el cirio recién bendecido todas las velas de la comunidad cristiana.
Hay que vivir estas cosas con alma de niño, sencilla pero vibrante, para estar en condiciones de entrar en la mentalidad de la Iglesia en este momento de júbilo. El mundo conoce demasiado bien las tinieblas que envuelven a su tierra en infortunio y congoja. Pero en esa hora, puede decirse que su desdicha ha atraído la misericordia y que el Señor quiere invadirlo todo con oleadas de su luz.
Los profetas habían prometido ya la luz: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande", escribe Isaías (Is 9, I; 42,7; 49,9). Pero la luz que amanecerá sobre la nueva Jerusalén (Is 60,1ss.) será el mismo Dios vivo, que iluminará a los suyos (Is 60, 19) y su Siervo será la luz de las naciones (Is 42,6; 49,6).
El catecúmeno que participa en esta celebración de la luz sabe por experiencia propia que desde su nacimiento pertenece a las tinieblas; pero sabe también que Dios "lo llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa" (1 Pe 2,9). Dentro de unos momentos, en la pila bautismal, "Cristo será su luz" (Ef 5, 14). Se va a convertir de tiniebla que es en "luz en el Señor" (Ef 5,8).
Pregón pascual o "exultet"
Este himno de alabanza, en primer lugar, anuncia a todos la alegría de la Pascua, alegría del cielo, de la tierra, de la Iglesia, de la asamblea de los cristianos. Esta alegría procede de la victoria de Cristo sobre las tinieblas.
Luego, entona la gran Acción de Gracias. Su tema es la historia de la salvación resumida por el poema. Una tercera parte consiste en una oración por la paz, por la Iglesia en sus jefes y en sus fieles, por los que gobiernan los pueblos, para que todos lleguen a la patria del cielo.
La liturgia de la Palabra
Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan de Cristo e iluminan la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (Salmos y oraciones).
Las lecturas de la Vigilia tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo: "todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse, y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura" (L,c 24,27).
Lecturas del Antiguo Testamento
Primera lectura: Gn 1,1-31 ó 2,1-2: Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.
Segunda lectura: Gn 22,1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Tercera lectura Ex 14-15,30 - Los israelitas cruzaron el mar Rojo.
Cuarta lectura: Is 54,5-14 - Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.
Quinta lectura: Is 55, 1-11 - Vengan a mí, y vivirán; sellaré con ustedes una alianza perpetua.
Sexta lectura: Bar 3,9-15.32-4,4 - Camina a la claridad del resplandor del Señor
Séptima lectura: Ez 36.16-28 - Derramaré sobre ustedes un agua pura, y les daré un corazón nuevo.
El Antiguo Testamento prepara la realidad del Nuevo Testamento: lo que se anunciaba y prometía, ahora se ha cumplido de verdad.
Es importante subrayar este paso al Nuevo Testamento: el Misal indica en este momento diversos signos, tales como el adorno del altar (luces, flores), el canto del Gloria y la aclamación del Aleluya antes del Evangelio. También se ilumina de manera más plena la iglesia ya que durante las lecturas del Antiguo Testamento estaba iluminada más discretamente.
Sobre todo es el Evangelio, tomado de uno de los tres sinópticos. según el Ciclo, el que hay que destacar: es el cumplimiento de todas las profecías y figuras, proclama la Resurrección del Señor.
Lecturas del Nuevo Testamento
Primera lectura: Rom 6,3-11 - Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.
Evangelio
CICLO A: Mt 28.1-10 - Ha resucitado y va por delante de ustedes a Galilea.
CICLO B: Mc 16, 1-8 - Jesús Nazareno, el crucificado, ha resucitado.
CICLO C: Lc 24.1-12 - Por qué buscan entre los muertos al que está vivo.
La Liturgia bautismal
La noche de Pascua es el momento en el que tiene más sentido celebrar los sacramentos de la iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal (personal, si se trata de adultos y de la familia, para los niños, y siempre en lo que cabe, de la comunidad cristiana entera), el signo del agua -la inmersión, el baño- quiere ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida.
Como dice el Misal, si se trata de adultos, esta noche tiene pleno sentido que además del Bautismo se celebre la Confirmación. para quedar ya integrados plenamente a la comunidad eucarística. El sacerdote que preside tiene esta noche la facultad de conferir también la Confirmación, para hacer visible la unidad de los sacramentos de iniciación.
La celebración consta de los siguientes elementos:
la letanía de los santos (si hay bautismo), según lo sugerido por el Misal;
la bendición del agua más que bendecir el agua se trata de bendecir a Dios por todo lo que en la Historia de la Salvación ha hecho por medio del agua (desde la creación y el paso del Mar Rojo hasta el bautismo de Jesús en el Jordán), pidiéndole que hoy también a través del sígno del agua actúe el Espíritu de vida sobre los bautizados;
el Bautismo y la Confirmación según sus propios rituales;
la renovación de las promesas bautismales, si no se ha celebrado el Bautismo, (ya lo habrán realizado entonces, junto con los padrinos y/o bautizandos). Se trata de que todos participen conscientemente tanto en la renuncia como en la profesión de fe;
el signo de aspersión, con un canto bautismal, como un recuerdo plástico del propio Bautismo. Este signo se puede repetir todos los domingos de la Cincuentena Pascual, al comienzo de la Eucaristía;
la Oración universal o de los fieles, que es el ejercicio, por parte de la comunidad, de su sacerdocio bautismal intercediendo ante Dios por toda la Hurnanidad.
La Eucaristía
La celebración eucarística es la culminación de la Noche Pascual. Es la Eucaristía central de todo el año, más importante que la de Navidad o la del Jueves Santo. Cristo, el Señor Resucitado, nos hace participar de su Cuerpo y de su Sangre, como memorial de su Pascua.
Es el punto culminante de la celebración.
Misas durante el día
En el transcurso de la Noche Santa participamos en el misterio pascual por medio de la celebración de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. En la segunda misa de Pascua, damos gracias por la vida nueva, cuya fuente nos ha sido abierta por la Resurrección de Cristo.
Hoy es la fiesta de las fiestas y el día de Cristo el Señor por excelencia. Hoy, Jesús vencedor de la muerte y del pecado, se manifestó a los suyos; hoy se dio a conocer a sus dos discípulos en el camino de Emaús por medio de la fracción del pan: hoy confirió el Espíritu Santo a sus Apóstoles para la remisión de los pecados y los envió al mundo para ser sus testigos. Como consecuencia de todo esto, cantamos: "Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo". (Salmo 117).
Misa del día
Primera lectura: Hech 10,34a.37-43 - Nosotros hemos comido y bebido con Él después de su resurrección.
Segunda Lectura: Col 3, 1-4 - Busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
Evangelio: Jn 20 1-9 - Él tenía que resucitar de entre los muertos.
Misa vespertina
Esta comida con el Resucitado de los discípulos de Emaús en la tarde de Pascua debía iluminar en los siglos venideros, la celebración de la Eucaristía; es la irradiación de su alegría y la invitación a revivir la Pascua en cada Misa.
Evangelio: Lc 24, 13-35 - Lo reconocieron al partir el pan.
Es la celebración central de todo el año litúrgico, ocurre al caer el sol del Sábado Santo.
Es la "noche santa" en la que la Iglesia celebra, en la forma más expresiva, la obra de la redención como memoria, presencia y espera.
Los cristianos recordamos la noche en la cual Cristo sale de la tumba, victorioso de la muerte y esta memoria se hace realidad, porque sabemos que el mismo Cristo resucitado está presente en la comunidad que celebra el gran acontecimiento.
Lo llamamos "vigilia", por la actitud de espera que debe tener el cristiano, según la invitación del evangelio: "Tengan la ropa puesta y mantengan encendidas sus lámparas. Estén como hombres que esperan que su patrón regrese de un casamiento para abrirle la puerta. Dichosos los siervos que el Señor a venir, encuentre despiertos…" (Lc 12, 35-37)
Para todo cristiano este velar adquiere el valor simbólico de la espera de la venida del Señor. Así la Vigilia Pascual se convierte en programa de vida: estar siempre alertas y preparados para nuestro encuentro final con el Señor.
Símbolos y ritos de la celebración
BENDICIÓN DEL FUEGO
Es el inicio de la vigilia. Habla del paso de las tinieblas a la luz, de la noche al día. Las tinieblas simbolizan el pecado y la muerte; y la luz simboliza a Cristo Resucitado.
CIRIO PASCUAL.
Se enciende el Cirio Pascual, que simboliza a Cristo resucitado y se reparte su fuego para encender las velas que todos los fieles llevan a la celebración, significando que Cristo, "Luz del Mundo", ilumina la vida de los hombres con su Resurrección. Se coloca al frente, en el presbiterio, desde donde domina toda la asamblea.
PROCESIÓN
Consiste en entrar al templo o lugar de la celebración, precedidos por el Sacerdote que lleva el Cirio Pascual en Alto, significa que somos el Nuevo Pueblo de Dios, nacido de la Pascua; peregrinos seguimos a Cristo Resucitado, nuestro Jefe y Luz del Mundo a través del desierto de esta vida hacia la Patria Celestial.
LITURGIA DE LA PALABRA
El símbolo de la luz del cirio cede el lugar a la realidad de Cristo, luz del mundo, presente en su Palabra, proclamada en esta noche. En ninguna otra celebración hay tantos textos como en esta. Son nueve lecturas que presentan en síntesis la Historia de la Salvación. Las lecturas se hacen a manera de diálogo entre Dios y la comunidad, cada una está precedida de momentos de silencio, aclamaciones y cantos de salmos. Las siete primeras lecturas se hacen del Antiguo Testamento, para admirar la obra de la Creación (Génesis); recordar los prodigios que hizo Dios con Israel su Pueblo (Éxodo); leer a los profetas que anunciaron la Salvación que Dios realizaría para todos los hombres; las siguientes dos lecturas son, una de San Pablo que anuncia a la nueva Iglesia que Cristo resucitado de entre los muertos, ya no muere más y la más importante, el Evangelio, que narra la Resurrección del Señor.
LITURGIA BAUTISMAL
Momento en que se bendice el agua bautismal, se celebra el Bautismo a quienes se hayan preparado para ingresar en la comunidad cristiana y se renuevan las promesas bautismales por parte de todos los presentes.
LITURGIA EUCARÍSTICA
Como en todas las Celebraciones Eucarísticas (Misas), se prepara el altar con los dones del pan y el vino, para hacer presente la Pascua de Cristo, como Él nos lo enseñó. La celebración eucarística es el centro de toda la vigilia. La palabra eucaristía, significa "acción de gracias". En esta noche pascual, la Iglesia celebra su acción de gracias a Padre por habernos dado a su Hijo muerto y resucitado. En esta noche se comprende más que nunca el porqué los primeros cristianos llamaron Eucaristía a la Cena del Señor. Este es el momento en que nació la verdadera Eucaristía: ¡La Pascua!. Por esto, el Misterio de la Noche Pascual culmina en la Eucaristía, que ya no la ofrece Cristo solo, sino en compañía de su Iglesia.
Domingo de resurrección
Hoy se celebra el acontecimiento pascual como "El Día del Señor". Este es el Domingo que da sentido a todos los domingos del año. Es el día del triunfo del Señor.
El Cirio Pascual está colocado al frente, cerca del altar, encendido durante todas las celebraciones litúrgicas del tiempo pascual hasta Pentecostés, simbolizando que Cristo Resucitado está presente, presidiendo todas las acciones litúrgicas de su Iglesia.
Las lecturas bíblicas de este día contienen lo que llamamos el Kerigma, es decir la proclamación novedosa del acontecimiento pascual y un llamado a vivir los compromisos con Cristo resucitado.
Quien vivió la celebración de la víspera en la Vigilia Pascual, puede o no asistir a esta Misa dominical del día siguiente. Con asistir a la Misa solemne de Pascua se cumple el precepto dominical.
Cincuenta días de celebración pascual
Autores muy antiguos, como Tertuliano y Orígenes, que vivieron entre el segundo y tercer siglo de nuestra era, nos hablan de esta celebración de la Pascua prolongada por cincuenta días. Desde los primeros siglos, este tiempo se ha considerado propicio para la celebración de nuevos Bautismos.
Es indudable que la Iglesia nace con la Pascua de Cristo, pero es a los cincuenta días cuando el Espíritu Santo se derrama en el corazón de aquella Iglesia naciente, para darle luz y energía en su caminar. Durante ese tiempo, los apóstoles debieron estar haciéndose a la idea de una nueva presencia de Cristo entre ellos, estaban preparándose a la recepción del Espíritu Santo, que les daría un nuevo estilo de vida. A través de sus apariciones, Jesús les enseña a comprender los nuevos signos de su acción en el mundo.
También para nosotros, este tiempo pascual debe servir para profundizar la fe y los signos de la fe. Los domingos de este tiempo se llaman "Domingos de Pascua", durante los cuales las lecturas de las Misas nos recuerdan cómo aquella Iglesia aún temerosa iba comprendiendo que efectivamente Cristo había resucitado y se quedaría con ella para siempre.
Durante este tiempo no hay lecturas del Antiguo Testamento -excepto los salmos-, la primera lectura se hace del libro de los Hechos de los Apóstoles, que narra la vida de la Iglesia de los primeros años. Las celebraciones tienen un carácter más festivo que el resto del año. Desde el siglo IV, está insertado en este tiempo la celebración de la Ascensión del Señor al cielo, una semana antes de la fiesta de Pentecostés, siguiendo las narraciones de San Lucas, tanto en su Evangelio como en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
La Pascua. ( definición ).
Todo acontecimiento importante es conveniente que sea recordado. El pueblo de Israel alimentó su fe en el Señor, recordando las maravillas que Él realizó con sus padres. Ahora los cristianos recordamos la obra más maravillosa que Dios Padre ha hecho en su Hijo, por medio del Espíritu Santo: LA RESURRECCIÓN DE JESÚS, contenido fundamental y fundamento de nuestra fe.
La Resurrección de Jesús es un acontecimiento absolutamente único y trascendente, sin embargo se inserta en nuestra historia humana y la afecta a través de un conjunto de sucesos históricamente comprobables que fueron manifestaciones del Resucitado y por tanto de la Resurrección.
A diferencia de cualquier acontecimiento humano, el acontecimiento salvífico se hace presente, porque tiene como finalidad la salvación de los hombres de todos los tiempos. La Resurrección de Jesús, es lo que los cristianos celebramos en la Pascua, centro de todo el Año Litúrgico.
Pascua judía
Para comprender mejor la Pascua que celebramos los cristianos, conviene recordar brevemente la Pascua Judía: el libro del Éxodo narra las penurias que el pueblo de Israel pasaba como esclavo en Egipto y cómo Dios llama a Moisés para que lo libere, prometiéndole una tierra próspera y fértil que Él les daría en propiedad si los israelitas se deciden a dejar la seguridad y esclavitud de Egipto. Después de muchos problemas, los hebreos emprenden el camino por el desierto hacia la "tierra prometida".
Los judíos celebran solemnemente, cada año la Pascua, recordando el acontecimiento histórico de su liberación de la esclavitud y los acontecimientos portentosos que el Señor realizó para liberarlos. La palabra "pascua", significa "paso":
El paso del Señor por Egipto, sacrificando a los primogénitos egipcios y "respetando" las casas de los israelitas que estaban marcadas con la "sangre del cordero", que habían sacrificado por instrucciones de Moisés.
El paso del pueblo, de la esclavitud de Egipto a la libertad del camino hacia la tierra prometida.
El paso del pueblo por el Mar Rojo, que Dios había abierto para que escaparan de los Egipcios que los perseguían y que Dios cierra para ahogar ahí a los soldados y al faraón.
La Pascua que vivió aquel pueblo, anuncia la Pascua definitiva que vivirá Jesús para liberar al hombre de la esclavitud del pecado.
Pascua de Cristo
Los Evangelios nos hablan de la Pascua de Cristo y presentan dos puntos de vista distintos, que se complementan: San Juan nos dice que la Pascua de Cristo coincide con su muerte en la Cruz, para él, Jesús sustituye la inmolación del cordero con su propia inmolación en la Cruz. Los otros tres evangelistas nos presentan la Última Cena como la Pascua celebrada por Cristo, en la que sustituye la cena pascual por la Cena Eucarística.
Para San Juan la Pascua de Cristo es su paso de este mundo al Padre, por eso presenta a Jesús como el "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). Une la muerte de Cristo con su glorificación: la Pascua es muerte que lleva a la Resurrección. La hora de la crucifixión es llamada "su hora" (cf. Jn 12, 23-33).
Los otros evangelistas, por su parte, insisten describiéndola detalladamente, que Cristo celebró la Pascua con la institución de la Eucaristía (Cf. Lc 22, 8.15; Mc 14, 12-16). Hablan de la muerte de Cristo en función de la "remisión de los pecados" (cf. Mt 26,28; Mc 14,24; Lc 22,20). Y hablan también de una muerte que realiza una Nueva Alianza .
La Pascua de Cristo consiste, por tanto en su inmolación al Padre, que Juan contempla en su momento real y en la institución de la Eucaristía, que los evangelios sinópticos contemplan en su momento sacramental, éstos insisten en el signo, aquél en la realidad significada.
En Cristo encontramos el "Cordero Inmolado"; el Paso de Dios entre los hombres; la Humanidad liberada de la esclavitud del pecado para pasar a la Patria prometida, la Nueva Alianza fundada en el amor.
La pascua de la iglesia
La predicación de los Apóstoles se centra en el acontecimiento pascual. Desde tiempos apostólicos se habla de la Pascua Cristiana, -de la Iglesia de Cristo-, que celebraban en lugar de la Pascua Judía. (cf. 1Cor 5, 7.8; 1Pe 2,16). Por la Resurrección de Cristo, los cristianos son capaces de pasar de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia, (Cf. 1Pe 2,9).
Los primeros cristianos se reunían a "partir del pan" diariamente (cf. Hch 2, 42-46; 5,42). El misterio pascual para ellos, es vida de todos los días y no simple recuerdo. En un segundo tiempo encontramos la celebración dominical (cf. 1 Cor 16, 1.2; Ap 1,10; Hch 20, 7-12). Hay muchos documentos antiguos además, que presentan cómo los cristianos se reunían el domingo -día de la Resurrección del Señor- a celebrar la Eucaristía, en contraposición a la celebración judía del sábado.
Una tercera etapa sería cuando se comenzó a celebrar la Pascua anual. A partir del año 135, primero en Jerusalén y luego en Alejandría, se celebraba el domingo siguiente al 14 de Nisán, (día en que los judíos celebraban su Pascua). Hasta durante todo el siglo III, la Pascua fue la única festividad anual de los cristianos. En ella condensaban y revivían la historia de la salvación que va desde la creación hasta la parusía. Era la fiesta de Cristo, del "Cristo de ayer, de hoy y de siempre" (Hb 13,8).
Poco a poco esta fiesta se va desarrollando y estructurando. De una vigilia pascual precedida por unos días de ayuno, se llega progresivamente al triduo pascual del viernes, sábado y domingo; días dedicados respectivamente al recuerdo de Cristo muerto, sepultado y resucitado. Ese tiempo de ayuno fue alargándose hasta constituirse la Cuaresma. Con esto se estableció un período preparatorio de penitencia y oración con duración de 40 días. Esta estructura la encontramos a partir del siglo IV. En tiempo de pascua los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote son color blanco.
Significados antiguos de la Pascua
A lo largo de la historia de la Iglesia ha habido progresivas reflexiones teológicas a cerca del significado de la Pascua. Se puede resumir el pensamiento de los primeros Padres de la Iglesia en tres posiciones diferentes y complementarias al mismo tiempo:
Primero se daba a la Pascua el significado de Pasión, por lo que las primeras celebraciones fueron el 14 de Nisán, día de la muerte del Señor. La Resurrección es vista como una prolongación de la Pasión, como una consecuencia de la muerte victoriosa de Cristo. Se pensó que la Palabra Pascua viniese del verbo griego paschein, que significa "padecer". Era la época de las grandes persecuciones, cuando se consideraba la pasión como causa de nuestra resurrección.
La segunda reflexión fue presentada por Orígenes, que habla de que la Pascua no se coloca en el pasado, sino en el presente, este padre dice: "El cristiano que celebra su Pascua, es uno que pasa continuamente con el pensamiento, con la palabra y la acción de las cosas de esta vida a Dios y se apresura hacia su ciudad". Para él la Pascua es paso y ascensión. Coincide también esta etapa en la verdadera significación de la palabra Pascua, hecha por San Jerónimo, buen conocedor del idioma de los judíos: Pascua en hebreo se dice Phase y quiere decir "paso".
La tercera reflexión es de San Agustín, que hace una síntesis de las dos corrientes anteriores. Parte del texto de Juan 13, 1; en el que Jesús habla de su paso de este mundo al Padre, concluyendo que Cristo realiza este "paso" a través de la pasión: "Cristo pasa de la muerte a la vida y nos abre así el camino a nosotros que creemos en la resurrección para que pasemos también nosotros de la muerte a la vida". Para San Agustín, la Pascua es. Un Paso y fruto de la Pasión.
Comienza la Noche Santa, la Vigilia Pascual, que según una antiquísima tradición, es una noche de vela en honor del Señor, sólo en la noche del Sábado Santo. La celebración de esta Vigilia se desarrolla de la siguiente manera: después de un breve lucernario o liturgia de la luz, la Santa Iglesia, llena de fe en la Palabra y promesas del Señor, contempla las maravillas de Dios, las que realizó desde el principio en favor de su pueblo, desde la creación del mundo hasta la resurrección de Cristo. Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche, sin comenzar antes del inicio de la noche ni terminar después del alba del domingo. Los fieles que participan en la Misa de Vigilia pueden comulgar de nuevo en otra misa del Día de Pascua.
La celebración de la Vigilia Pascual tiene cuatro partes:
1. Lucernario o Solemne Comienzo de la Vigilia. Bendición del Fuego Nuevo y preparación del Cirio Pascual, Pregón Pascual.
2. Liturgia de la Palabra. Se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento.
3. Liturgia Bautismal. Bendición de la Fuente Bautismal, Agua Bautismal y/o Bendición del Agua Común. Bautismo de los Catecúmenos y/o renovación de las promesas bautismales de los fieles.
4. Liturgia Eucarística.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)